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Si te has estado siguiendo mínimamente los Juegos Olímpicos de Río 2016, probablemente has oído hablar de las “piscinas verdes”.

A modo de resumen, el pasado 5 de agosto de repente una de las piscinas olímpicas cuyo uso iba a ser para natación sincronizada adquirió un tono verdoso. Poco después, la piscina de al lado, acabó igual, aunque en un tono verdoso menos llamativo. Evidentemente con el primer caso los funcionarios responsables de llevaron las manos a la cabeza, así que imaginad la reacción con la segunda piscina.


En un principio se dijo que las piscinas verdes no tenían peligro alguno para la salud de los atletas. Sin embargo, las quejas fueron en aumento. Los funcionarios intentaron arreglarlo usando grandes cantidades de cloro y la cosa empeoró. Las piscinas verdes no solo empezaron a oler mal, sino que abrir los ojos en ellas era imposible por los picores ocasionados.




Por qué hemos visto piscinas verdes en los Juegos Olímpicos


En un primer momento, los responsables de las ahora conocidas como “piscinas verdes” barajaron todo tipo de explicaciones: Desde la proliferación de algas hasta un desequilibrio químico del pH por el uso intensivo de las piscinas por parte de los nadadores (algo evidente tratándose de los Juegos Olímpicos, estaba claro que las usaría mucha gente).

Sin embargo, la explicación era más fácil que todo eso: Alguien la ha liado parda, y su error pasará a los libros de historia.


Según las informaciones oficiales, al parecer alguien tiró 160 litros de peróxido de hidrógeno (“agua oxigenada”) a las piscinas el pasado 5 de agosto, una sustancia que neutraliza el cloro usado como desinfectante en las piscinas, algo que dio lugar al tono verde. Esencialmente, lo que pasó es que un compuesto impidió que actuara el otro, por lo que los compuestos orgánicos de la piscina no han sido limpiados; incluyendo por tanto las algas y otras sustancias.


La solución al problema de las piscinas verdes


Curiosamente, el peróxido de hidrógeno o agua oxigenada también es un compuesto usado para limpiar piscinas, igual que el cloro. Sin embargo, si ambos se combinan uno evita que el otro haga efecto, por lo que es inútil usarlos a la vez. Los trabajadores intentaron recoger el cloro, pero esto también fue inútil porque ya no estaba haciendo efecto.



Finalmente, como solución para llevar a cabo las pruebas de natación sincronizada del pasado domingo (donde es necesario ver bien debajo del agua y el exceso de cloro es perjudicial), los funcionarios decidieron vaciar y volver a llenar la piscina. En total 3,7 millones de litros fueron tirados, y se rellenó de nuevo con el agua de la piscina de prácticas.

La piscina volvió a su color natural, y los nadadores han podido realizar sus pruebas sin mayores problemas. Eso sí, la vergüenza pasada por los funcionarios de Río 2016 durará bastante tiempo. Y, como comentábamos anteriormente, es bastante probable que la situación sobreviva en los libros de historia.
Recordad: Jamás mezcléis cloro con agua oxigenada en una piscina.