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El control político del valle central de México, muy poblado y con una rica agricultura, se sumió en la confusión después del año 1100. El poder pasó más y más a manos de los aztecas, probablemente una tribu procedente del norte que había emigrado al valle, ocupando alguna población poco importante en las orillas del gran lago central. Era una sociedad que por encima de todo valoraba la destreza de los guerreros, lo que le proporcionó una ventaja frente a las tribus rivales de la zona. A finales del siglo XV, los aztecas controlaban la totalidad del centro de México, formando un imperio militar que obligaba a sus rivales a pagar tributos.



La cultura azteca se consolidó a partir de la experiencia de aquellos que llegaron antes, pero ella misma creó pocas novedades. Poseían una agricultura avanzada que servía de sustento a una enorme población. Construyeron edificios inmensos de diseño grandioso y destacaron en diferentes ramas del arte. Trabajaban bien los metales, aunque no conocían el hierro. Al no poseer ningún animal de tracción adecuado, no emplearon la rueda como elemento motriz.



Una de las principales características que distinguía a la cultura azteca era su afición por los sacrificios. La mitología azteca establecía que debía alimentarse al sol con sangre humana para darle fuerza y que amaneciera todos los días. Los sacrificios humanos se realizaban a gran escala; varios miles de ellos en un mismo día era algo habitual. En ocasiones las víctimas eran decapitadas o despellejadas, arrancándoles el corazón cuando aún estaban vivas. Los sacrificios se llevaban a cabo en lo alto de enormes pirámides, para estar más cerca del sol, por lo que la sangre se derramaba por los escalones. Aunque la economía azteca se basó principalmente en el maíz, pensaban que los cultivos dependían de la provisión regular de la sangre de los sacrificios.



La demanda incesante de víctimas para sacrificios propició que los aztecas no ejercieran demasiado control en las ciudades satélite, pues al facilitar las frecuentes revueltas tenían una oportunidad para capturar nuevas víctimas. En épocas de paz, se organizaban "guerras florales", como competencias de valor y de artes bélicas, o con el objetivo de obtener víctimas. Luchaban con palos de madera cuyo fin no era matar al rival, sino mutilarlo y dejarle inconsciente. Si la lucha era a muerte, incrustaban cuchillas de obsidiana en los palos.

A pesar de su importante agricultura y del desarrollo de las artes, vista desde hoy la sociedad de los aztecas no parecía tener futuro. No aportaron ninguna tecnología significativa, ni ideas religiosas o teorías políticas de importancia. Esta civilización terminó repentinamente con la llegada de los españoles, a principios del siglo XVI. La sociedad azteca, afectada por enfermedades europeas transmitidas por los primeros comerciantes, se desmoronó definitivamente al enfrentarse a un pequeño ejército español equipado con armas de acero, armas de fuego y unos cuantos caballos. La crueldad de los aztecas contribuyó a su declive, ya que los españoles no tuvieron ninguna dificultad en contar con la ayuda de las otras tribus de México.