Es habitual que los demás traten de invadirnos.
A veces solapadamente y otras de una forma decididamente evidente.
Intentan doblegarnos y dejar en claro que son ellos los que tienen poder.
Tratan de avanzar cada vez más; si los dejamos, esto irá minando nuestra confianza y tornando inseguros, dubitativos y supeditados a decisiones ajenas.
Puede ser que actúen mediante palabras ofensivas, sugerencias opuestas a lo que anhelamos, comentarios descalificativos, amenazas.
En las peores situaciones, utilizan fuerza física o coacción directa.
Demuestran un desprecio y un maltrato hacia nosotros cuya intención es hacer eco en algún punto débil de nuestro interior (llámese baja autoestima, dependencia afectiva, sensación de soledad, inseguridad o algo similar) para irrumpir, desarticularnos y así reinar.
En muchos casos ni siquiera lo hacen con un objetivo ulterior: ese es su modus operandi y luego de caer, de sentirnos pequeños y de ceder, irán en busca de otra víctima.
No permitas que nadie invada tu integridad, tu mente, tu cuerpo, tu razón, tu deseo, tu decisión.
Tienes derecho a señalar los límites que consideres adecuados para ti y hacerlos respetar, aunque sean diferentes o difíciles de entender para quienes te rodean.
Los de afuera llegan hasta donde tú les permites.
A veces solapadamente y otras de una forma decididamente evidente.
Intentan doblegarnos y dejar en claro que son ellos los que tienen poder.
Tratan de avanzar cada vez más; si los dejamos, esto irá minando nuestra confianza y tornando inseguros, dubitativos y supeditados a decisiones ajenas.
Puede ser que actúen mediante palabras ofensivas, sugerencias opuestas a lo que anhelamos, comentarios descalificativos, amenazas.
En las peores situaciones, utilizan fuerza física o coacción directa.
Demuestran un desprecio y un maltrato hacia nosotros cuya intención es hacer eco en algún punto débil de nuestro interior (llámese baja autoestima, dependencia afectiva, sensación de soledad, inseguridad o algo similar) para irrumpir, desarticularnos y así reinar.
En muchos casos ni siquiera lo hacen con un objetivo ulterior: ese es su modus operandi y luego de caer, de sentirnos pequeños y de ceder, irán en busca de otra víctima.
No permitas que nadie invada tu integridad, tu mente, tu cuerpo, tu razón, tu deseo, tu decisión.
Tienes derecho a señalar los límites que consideres adecuados para ti y hacerlos respetar, aunque sean diferentes o difíciles de entender para quienes te rodean.
Los de afuera llegan hasta donde tú les permites.