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Huracán buscara en la final sudamericana su primera copa internacional y la octava para una liga que sigue consolidandose como la mejor del continente y la mas ganadora del planeta




El estallido es unánime. Nace en la Bonavena y se traslada a cada rincón del Palacio Ducó, al sector Stábile en la Miravé o al Palco Jorge Newbery, en la Alcorta. Se abrazan los emocionados con los incrédulos, los fanáticos con los socios de estos últimos días, los pibes que gritan por Wanchope y los más viejos que vieron a René. La disfonía del día siguiente no les importa. El grito está justificado. Brota de una certeza: llueven días felices en la vertiginosa vida del Huracán reciente. Lo consiguió todo en lo que dura un año: la Copa Argentina, el regreso a Primera, la Supercopa, el clásico que dejó a San Lorenzo sin gloria en el torneo local, la permanencia en la A y ahora, la final de la Sudamericana, la chance de su primer consagración internacional. No hay mejor impulso para esta fiesta que durará hasta el día siguiente. O incluso más...



Sí, bajo el cielo de Parque de los Patricios, Huracán se consolidó como la Bestia Negra de River en este 2015: fue el único que pudo sacarlo de un torneo internacional en el estupendo ciclo de Gallardo; también le ganó -en abril, en San Juan- la final de la Supercopa Argentina; y se mantuvo invicto en los cuatro partidos en los que se enfrentaron en el recorrido. Por eso también sucede esa alegría inmensa que sigue latiendo: el rival enorme, que ahora viajará a Japón al Mundial de Clubes de la FIFA, jerarquiza la conquista.

Hubo un partido antes del desenlace. Y Huracán ofreció su mejor versión en el primer tiempo. Antes del choque de anoche, en los tres anteriores, el Globo había presentado un esquema más defensivo, más de contra. En la ida de la Sudamericana mejoró el desempeño de la Supercopa Argentina. Pero ayer, además, se potenció. Apretó y pegó de entrada. Cuando presionaba, todos los jugadores estaban detrás de la pelota. Con la voluntad de tener posesión, recortaba espacios. Tanto, que la única llegada de River fue un centro de Vangioni, que Alario cabeceó débil.

En este contexto, sorprendió para mal el dibujo táctico de Gallardo. Colocó tres centrales para tomar a un solo delantero. Espinoza tenía más espacios, recibía cómodo y complicaba porque Vangioni jugaba adelantado y Balanta no llegaba a cerrar. Y la presencia de Casco por derecha, cuando se adelantaba, limitaba a Sánchez, el mejor de River en 2015. Si la idea era recortar el manejo del medio de Huracán, no lo lograba. Si lo hizo como ensayo pensando en el Barcelona, tras la estupenda demostración con la Roma del martes, quedaba una imagen preocupante. El acierto fue que en el entretiempo sacó a Casco y a Vangioni, los dos laterales. River mejoró y estuvo cerca de la hazaña.



Hasta la reacción de River, Huracán jugaba como si estuviera disputando la final de un Mundial: con la intensidad propia de un equipo convencido. Además, había diferencia en los rendimientos individuales. En Huracán cuesta mucho encontrar un futbolista de rendimiento flojo. Y en River, en cambio, alguno alto. Un escalón arriba estuvieron los centrales, Vismara y Abila, siempre peligroso.

La lesión de la joya Espinoza y los dos goles del uruguayo Rodrigo Mora resultaron un condimento inesperado para el local. Hubo angustia hasta el final para las 30 mil almas quemeras. Hasta que terminó el asedio y Ricci marcó el final. Después sí el estallido para disfrutar de un momento histórico.

La Tabla histórica de la Copa Sudamericana, organizada por Conmebol y considerada el 2do torneo mas importante de esta confederación



Tabla de Ligas con mas copas conseguidas (a nivel mundial)