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La curiosa Teoría de la Panspermia

La Teoría del origen cósmico de la vida o Panspermia es un intento por explicar la forma en que aparecieron las primeras formas de vida sobre la superficie de nuestro planeta. Según esta idea, toda forma de vida existente provino de algún lugar en el espacio.


Desde sus inicios ha sido una tesis poco acreditada sobre cómo comenzó todo en el planeta, pero tras el descubrimiento de algunos microorganismos que han demostrado una resistencia excepcional a condiciones realmente difíciles, poco a poco pasa del ámbito de lo imposible y ridículo al ámbito de lo probable. Y con la llegada de nuevos telescopios que impulsarán la búsqueda de vida alienígena en nuestro vecindario cósmico, la respuesta al misterioso origen de la vida podría estar a nuestro alcance.

Existen abundantes teorías que intentan explicar la forma en que la vida comenzó. Y mientras más se estudian, más extrañas tienden a volverse. La teoría de la panspermia es una de ellas.
Esta idea parte de que todos somos alienígenas, elementos de un sistema biológico que se esparció por toda la galaxia de forma semejante a como lo hacen las semillas de diente de león que aprovechan las corrientes de aire.

La parte central de la teoría dice que la vida surgió en determinado momento, en las estrellas. Lo más probable es que la primera forma de vida haya sido microbiana, y con los antecedentes que tenemos sobre los impactos de todo tipo de rocas y desechos provenientes del espacio, no resulta tan ilógico pensar que en algún momento de nuestro pasado distante, algo pudo desembarcar en este planeta transportando más que simplemente polvo espacial – algo que quizá dio un pequeño empujón a la vida en la Tierra.

Es una teoría sumamente interesante. Y más interesante aún es que los científicos pudieron haberla desestimado antes de tiempo.
 
La Teoría del origen cósmico de la vida
Teóricamente, si la vida en nuestro planeta apareció gracias a una especie de bombardeo cósmico de semillas, otros planetas alrededor nuestro también debieron haber sido alcanzados y “sembrados” con vida. Esto no quiere decir que se trate necesariamente de seres humanos, sino de algún tipo de vida que evolucionó influenciada por las condiciones del medio ambiente.

Con unos dos mil exoplanetas ya identificados en nuestra vecindada galáctica, tenemos abundantes lugares para mirar más de cerca. Y con el perfeccionamiento de nuevas tecnologías astronómicas, podríamos ser capaces de llevar a cabo esto en un futuro cercano; por ejemplo, con la ayuda de un telescopio de alta definición.

En Alemania, el Instituto Max Planck de Astronomía elaboró una gráfica de colores que puede indicar la presencia de microorganismos en otros planetas. Al comparar, digamos, lo que en nuestra atmósfera se corresponde con un cuerpo de agua repleto de algas, estos científicos serán capaces de descubrir conjuntos semejantes representados en otros planetas.
En un futuro próximo esto podría permitirnos detectar formas de vida en otros planetas que anteriormente eran indetectables. Una de las dificultades más grandes hasta ahora es la idea de que teníamos necesidad de reconocer algo que evolucionó con una química completamente diferente a la nuestra. Ahora, los científicos ya entienden que quizá dirigiendo su atención a un nivel microbiano, podrían hacer precisamente eso.

Esto nos retorna a la idea de que la vida en nuestro planeta fue sembrada desde las estrellas. Si encontráramos rastros en otros planetas, resulta muy probable que la teoría se compruebe, pero todavía queda un problema.

Apenas los microorganismos más resistentes habrían logrado sobrevivir a la hostilidad del espacio. Esto se traduce en privarse de alimento, hibernar durante largos periodos de tiempo (incluso durante eras) y vivir en temperaturas que llegan a un punto incomprensible de congelamiento. Todo esto arroja una pregunta: ¿si son tan buenos sobreviviendo, por qué no están en todas partes y todavía no los encontramos?

Quizá hayamos descubierto a estos súper organismos, pero simplemente no sabíamos que los estábamos buscando. Los investigadores buscan aquí, en casa, y creen que tiene algunas pruebas de que por lo menos esta teoría es posible. Un equipo encabezado por personal de la Universidad de Kent, en Inglaterra, presentó sus conclusiones al Congreso Europeo de Ciencia Planetaria sobre un tipo específico de algas oceánicas.

Tras someter a estos organismos a todo tipo de condiciones que se esperarían si vivieran en un meteorito, descubrieron que un pequeño porcentaje de los microorganismos sobrevivió al impacto.

Las implicaciones de esto resultan sumamente sorprendentes, y garantizan un nuevo respiro a lo que antes no era más que otra teoría alucinada sobre el origen de la vida en la Tierra.