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Las relaciones a distancia son las más difíciles de todas, (lo digo por experiencia propia) sin embargo, puede que por esto mismo sean también las más bellas. Después de todo, involucra a dos personas que pueden verse sólo en contadas ocasiones y que aún así han decidido seguir luchando por su amor en vez de tomar el camino fácil y terminar su relación. Muchas veces incluso se tiene que lidiar contra los prejuicios externos de cientos de personas que se preguntan cómo conseguirán hacer durar esta relación en el tiempo.


La verdad es que si nunca has amado a alguien que esté lejos de ti físicamente, simplemente no podrás comprenderlo. No podrás comprender esa sensación y esa certeza que tienes que realmente no puedes dejar ir de tu vida a esa persona, incluso si eso significa amarlos a la distancia. Las personas que deciden estar en una relación a distancia somos valientes porque tomamos una decisión, que aunque sabemos que no es la mejor, es preferible a olvidarse por completo de esta importante persona.


Incluso si pasan semanas o meses antes de poder vernos nuevamente, cuando lo logramos es una experiencia de otro mundo. Es un reencuentro más especial que cualquier otro reencuentro, es como si nada más en el mundo importase. Vivimos por esos días, por esas semanas en las que podremos estar juntos nuevamente. No importan todas las llamadas tristes a media noche ni las cientos de citas por Skype, cuando vuelves a ver a esta persona te das cuenta de que todo valió la pena.


Creemos en ellos como no creemos en nadie más y estamos seguros que nuestro destino siempre fue este: terminar a su lado, incluso si gran parte del tiempo eso se traduce a una compañía virtual. El amor, después de todo, no sabe de distancia ni de imposibilidades. Confiamos a ojos cerrados el uno en el otro, con la fe de un ciego, porque uno ve lo que el otro no, (es lo fundamental aunque siempre existen complicaciones) y están seguros que tienen lo que se necesita para hacerlo funcionar. Vivimos todos los días con una clara esperanza: que algún día podremos quedarnos juntos para siempre. Puede que a los demás no les parezca demasiado, puede que incluso les parezca una esperanza inocente y poco real, pero para uno lo es todo. Si es necesario se camina en fuego por el otro.


LO QUE SE PRETENDE:

Es salir de esta experiencia victoriosos y en el futuro poder contarle a todos, especialmente a sus hijos y nietos, que fue difícil amarse de esta forma, pero fue esta misma experiencia lo que nos hizo más fuertes. Que cuando llegue el momento, poder confirmar que todo valió la pena y que todas las lágrimas y todas las dudas contribuyeron a ese final feliz que tienen escrito en su futuro: quedarse felices para siempre, respirando el mismo aire y viviendo en la misma ciudad.


LA VERDAD DE ESTO ES QUE AUNQUE ES HERMOSO Y DIFÍCIL TENER UNA RELACIÓN A DISTANCIA, NO TODAS FUNCIONAN, NI TERMINAN BIEN:

Si desde un principio se tomo la difícil decisión de mantener una relación a distancia es porque se ama de verdad y lo suficiente como hacer el sacrificio, ¡pero! Son miles de horas de llantos y angustias, te preguntas cada instante ¿Estará bien?, ¿Cuándo nos veremos?, ¿Ya comería?, ¿Que haré si algo le pasa estando allá?... pensando y extrañando a ese alguien tan especial.


No todas las personas son lo suficientemente maduras para mantener una relación de este calibre. Y es supremamente difícil acabar una relación así, aceptar que a pesar del amor que se siente no funcionara, parece imposible... Pero si no se hace pronto se convertirán ambas partes en personas toxicas haciéndose mucho daño una a la otra.


TERMINAR:

¿Como amigos o nada? Hay algo que es inminente, los recuerdos serán permanentes sobre todo si fue ese primer amor, esa primera vez, esa persona con la que aprendiste infinidades de cosas, buenas y malas; que al fin y al cabo son lecciones que pondrás en practica en alguna oportunidad. ¿Entonces? ¿qué pasa luego de terminar?


LO APROPIADO EN ALGUNOS CASOS SERIA (Lo que yo preferiría), QUEDAR COMO AMIGOS:

Sentir que lo que más hace que valore a esa persona es ya no tenerla porque a veces para ganar hay que perder. Sentir que esa persona llega y tenerla al lado (no como pareja) es sentirse ganadora, dando igual como venga. No ser egoísta, no quererlo para mí, quererlo conmigo pero con todos, quererlo aunque estuviera con ella, porque la querrá y no podre obligarlo a sentir por mi lo que por ella siente.


Poco a poco darme cuenta de que lo prefiero así, conmigo pero sin mí, cerca pero lejos, amigos pero no más. Darme cuenta, que lo querré aunque no sepa bien si todavía lo seguiré amando. Solo saber, que no querré que se vaya tantas veces, querré que se quede aunque no sea su rincón favorito, aunque tal vez sea el rincón al que va cuando ya no sabe a donde ir, sólo con que en algún momento me prefiera de entre el resto, seria feliz.


Desde la primera vez que lo vi supe que prefería elegirlo por encima de cualquier otro y todavía hoy lo sigo haciendo. Hoy por hoy, no ha llegado la persona que pueda superarlo. A veces, siento que es invencible.

Él no puede imaginar lo que me hace sentir sólo con verlo y mucho menos lo que siento cuando mi piel tiene la suerte de recibir una caricia suya. En el fondo, me sentiría una afortunada, afortunada de poder disfrutar de su compañía aunque ninguno de los dos seamos más allá.


Ó, la otra opción es no ser ¡NADA! Alejarse, despedirse, desear las mayores bendiciones, y esperar no encontrarse más para no interferir con la tranquilidad del otro, para que no regresen esos recuerdos buenos y malos que afectaran en cualquier grado.




¡Esta es la realidad de las relaciones a distancias! NO TODAS FUNCIONAN, COMIENZAN DECIDIDOS A VENCER CUALQUIER OBSTÁCULO, AMANDO INFINITAMENTE Y TERMINAN A VECES PERDIENDO A ESA PERSONA TAN ESPECIAL, Y ALEJÁNDOLA AL 100%