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El 3 de mayo de 1677 vino al mundo en Sinchuan, China, el hombre que más tarde se convertiría en el más longevo que nunca haya existido sobre la Tierra. Así lo puso en conocimiento del New York Times el profesor Wu Chung-Chieh, decano del departamento de educación en la Universidad de Chengdu. Presentó al periódico los registros Imperiales del Gobierno de China en los que aparecían dos felicitaciones del emperador a Li Ching Yuen en 1827 por su 150 cumpleaños y una posterior a los 200 años. Se dieron a conocer el 6 de mayo de 1933, día en el que murió. Es decir, Li Ching Yuen vivió durante 256 años y tres días.



Ya en 1928, un corresponsal del mismo periódico relataba en un artículo que muchos de los ancianos del barrio en el que residía contaban historias acerca de cómo sus propios abuelos lo conocieron incluso siendo niños, mientras que Li era ya un adulto. Sobrevivió a 23 esposas y tuvo más de 200 hijos.

Durante décadas vivió en el templo taoísta de Yu Qing del monte Lao Shan, plenamente dedicado al taoísmo. No dormía nada por la noche, entregado a sus ejercicios espirituales
De lo que se sabe de sus tiempos mozos destaca que el hecho de recorrió toda China recolectando hierbas medicinales y piedras de colorines. Ya con diez años empezó a establecer una dieta en base solo a hierbas y vino de arroz, régimen que mantuvo durante sus primeros 100 años. Consumía además ginseng y una planta poco conocida, la Centella asiática (Hydrocotyl asiática). También puso en macha la práctica de «alquimia interna», que consiste en ingerir estos ingredientes y después hacer ejercicio para que se produzca la mezcla adecuada. Durante décadas vivió en el templo taoísta de Yu Qing del monte Lao Shan, plenamente dedicado al taoísmo. No dormía nada por la noche, entregado a sus ejercicios espirituales.



Mantuvo siempre una complexión fuerte y ágil, una capacidad mental envidiable y, una voz sonora. Ya con 71 años trasladó a Kai Xian para unirse al ejército chino como un maestro del arte marcial y como un asesor táctico. Durante su vida ejerció como instructor de artes marciales y experto boticario, sin olvidar su auténtica pasión: la recolección de hierbas, actividad que acentuó cuando se retiró a las montañas del Tíbet.

Taiji Quan Maestro Da Liu, discípulo de Li Ching Yuen reconoció que su mentor “encontró a los 130 años de edad un viejo ermitaño en las montañas que le enseñó Baguazhangy un conjunto de Qigong con las instrucciones de la respiración, la formación movimientos coordinados con los sonidos específicos, y las recomendaciones dietéticas”
Según reflejó también el New York Times, quienes lo trataron destacaban que las uñas de su mano derecha medían 15 centímetros. No se puede apreciar este dato en una de las últimas fotos que le sacaron, en 1927, concretamente en un palacio de su región natal, a donde acudió invitado por el general Yang Sen, un amigo suyo

Taiji Quan Maestro Da Liu, discípulo de Li Ching Yuen reconoció que su mentor “encontró a los 130 años de edad un viejo ermitaño en las montañas que le enseñó Baguazhangy un conjunto de Qigong con las instrucciones de la respiración, la formación movimientos coordinados con los sonidos específicos, y las recomendaciones dietéticas”. En un artículo publicado en una página del diario The New York Times, se informaba sobre su vida y se citaba la respuesta que tenía Li al secreto de su larga vida: "Mantén un corazón tranquilo, siéntate como una tortuga, camina rápido como una paloma, y duerme como un perro".

Li Ching Yuen falleció en su casa, de causas naturales. El 6 de mayo de 1933, el New York Times, el medio que se volcó en su increíble historia, publicó una esquela en su honor, mencionando que había vivido 256 años. Sin embargo, otras fuentes distintas al prestigioso diario sostuvieron que en realidad había nacido en 1736 y que su nombre se pasó de padre a hijos y nietos, confundiéndose en una misma persona. Sea como sea, en ambos casos su récord permanece imbatible.