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Además del esfuerzo y de la calidad de nuestro trabajo, la forma de comportarnos nos puede ayudar –o perjudicar- a la hora de crecer profesionalmente.



El entorno laboral es, seguramente, uno de los ambientes en los que más cuidamos nuestra manera de comportarnos, sobre todo cuando somos jóvenes o acabamos de incorporarnos a un nuevo trabajo. ¿Influye nuestra manera de ser o de actuar en nuestra carrera profesional? Según los expertos, mucho, y puede ser tan importante como el hecho de dejarnos la piel para desempeñar bien nuestro trabajo. 


Un estudio publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology analiza las relaciones entre el estatus laboral y el sentido del humor, y concluye que, si este se utiliza correctamente, puede ser beneficioso, ya que produce una buena impresión en quienes nos rodean, ya sean compañeros o jefes. Una persona divertida trasmite confianza, y de hecho se le puede llegar a percibir como más segura y competente de lo que es en realidad.



El sentido del humor se suele ver como algo superfluo, y pocas veces nos damos cuenta de que es un atributo que afecta mucho a las relaciones y jerarquías que se establecen tanto en el ámbito laboral como en el personal. "Hacemos muchas cosas para mejorar nuestro estatus. Trabajamos duro. Tratamos de demostrar que somos realmente inteligentes. Y lo que nosotros hemos descubierto es que el humor es una de esas herramientas que nos pueden ayudar a conseguir nuestro objetivo", explica Maurice Schweitzer, uno de los autores y profesor en la Universidad de Pensilvania.
 

"Si eres lo suficientemente valiente como para hacer una broma, independientemente de si esta tiene éxito o no, la gente te percibirá como alguien seguro y competente, además de poseedor de una gran inteligencia emocional", afirma Alison W. Brooks, coautora del trabajo e investigadora de la Universidad de Harvard.




Los autores decidieron realizar el estudio al darse cuenta de que muchos estudiantes recién graduados, al incorporarse a su primer trabajo, ocultan deliberadamente su personalidad por miedo a caer mal y a perder la oportunidad de progresar en su carrera. "A menudo se encuentran en una especie de 'cárcel de silencio' y no se expresan tal y como son, pues saben los riesgos que eso conlleva", explica Brooks.

No te pases con los chistes

Por supuesto, esto no significa que haya que dedicarse a gastar bromas sin ningún tipo de filtro. Los chistes y el humor se mueven una delgada línea entre lo socialmente correcto y lo inapropiado. Una broma de mal gusto o que toque un tema delicado puede tener el efecto opuesto al esperado y ocasionarnos algún disgusto, quien sabe si llevarnos al despido incluso. Ante todo, es mejor dejar que el sentido común prevalezca: no hay que pasarse, a riesgo de acabar siendo 'el pesado de las bromitas', se debe saber a quién gastar una inocentada y a quién no, y qué temas tocar según el momento.


Este es uno de los pocos trabajos que ahonda en la influencia del humor, y demuestra que, efectivamente, este nos influye mucho en cómo percibimos a otras personas, en ciertos comportamientos cognitivos y en las relaciones que establecemos tanto dentro como fuera de nuestro entorno laboral.