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Encuesta a 14 mil estudiantes secundarios bonaerenses .El 72% de los alumnos busca terminar una carrera. Y sólo el 6%, construir una familia. Los especialistas dicen que persiguen el éxito personal y que el compromiso familiar les provoca miedo.



–¿Futuro perfecto de amar?–, preguntó la maestra.
–¡Hijitos!– respondió Susanita.
Es la última viñeta de una de las tantas tiras de Mafalda, publicadas entre 1964 y 1973, con el trazo de Quino. De aquellos tiempos a hoy el cambio fue vertiginoso. Hoy a los chicos les interesa más obtener un título que formar una familia. Así lo indica la última encuesta a 14 mil estudiantes de entre 15 y 17 años que realizó el Ministerio de Salud bonaerense: de los adolescentes que están pensando en un proyecto para el futuro, el 72% prefiere “estudiar una carrera”. Sólo el 6% respondió “construir una familia” y “conseguir un trabajo” quedó a mitad de camino, con el 21,7%.
Es una tendencia que asomó con la posguerra y la manifestaron primero los varones. Luego se sumaron las mujeres: una vez legalizado el divorcio vincular, los sectores medios fueron dejando de casarse y optaron por vivir juntos. Tiempos después, las mujeres de entre 35 y 45 años, advirtieron que por el avance científico podían por ser madres solas, y que la adopción o continuar con un embarazo casual no las hacía “menos madres”. Este cambio de paradigma se afirmó primero en las grandes ciudades para penetrar en las periferias. Así, postergar la maternidad para desarrollarse profesionalmente, es un fenómeno que se extiende incluso a los países que se perciben como más atrasados.

“En ese contexto, no sorprende que los adolescentes no privilegien el matrimonio y la familia en su proyecto de vida. Lo que para generaciones anteriores fue el periplo obligado de su existencia, para ellos, más individualizados, es una opción entre tantas”, analiza Irene Meler, psicóloga y coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género (APBA).

De individualización habla también la doctora en Sociología de la Universidad de Buenos Aires, Liliana Mayer. “Los adolescentes se perciben a sí como individuos, valorizan su libertad, su independencia, se permiten planificar. Son vectores de su propia biografía –observa–. Es lógico que quieran estudiar, sobre todo porque mientras en la década de los ‘90 estudiar no tenía sentido, los chicos quieren encolumnarse en ese sacrificio porque hay más trabajo y más visión de futuro”.

Para Alejandro Schujman, psicoanalista y autor del libro “Generación Nini”, la idea de profesionalizarse antes que sostener un vínculo familiar tiene más que ver con los miedos que con la idea de éxito. “No se animan a consolidar una familia porque le tienen temor al sufrimiento. Los adolescentes no toleran la frustración y lo que percibo es que sienten que no tienen las herramientas necesarias para encarar el armado de su propia familia”, observa Schujman. Respecto de la continuación de sus estudios, para el especialista hay un giro: si antes la carrera era un llamado de la vocación hoy lo que buscan es que su título les permita una vida holgada, apta para el consumo.




Llegar al título universitario es como un juego de postas para los adolescentes (ver página 31). De acuerdo a datos del último censo, en algunas provincias como Catamarca, Corrientes, Misiones y Santiago del Estero, los nacimientos de madres adolescentes representan más del 20% del total de nacimientos, y alcanzan incluso el 25% en Chaco y Formosa. Las madres y padres jóvenes están más expuestos a vivir en hogares con menores ingresos: el 70,2% de las madres jóvenes viven en el 30% de los hogares con menores ingresos per cápita familiar, en comparación con el 52,3% de las mujeres que ocupan el lugar de hijas, nietas o sobrinas. Entre los hombres jóvenes, dichos porcentajes son 75,9% y 48,6%, respectivamente. En la última década, el número de nacimientos acontecidos en un año de madres adolescentes (menores de 20 años) ha aumentado y actualmente representa casi el 16% del total de nacimientos. “Aunque la mayoría de ellos exprese preferir conseguir un título a formar una familia, lo cierto es que muchos de ellos serán madres o padres durante su juventud y solo algunos alcanzarán la meta de egresar de la universidad”, advierte Carina Lupica, miembro del Consejo de Asesores del Observatorio de la Maternidad.

El trabajo de recopilación de datos en las escuelas permitió al Ministerio de Salud de la provincia observar y diagnosticar problemáticas que exceden la salud física. “Hemos detectado comportamientos y hábitos de tipo social. Hay un criterio elemental que este trabajo nos permite aplicar: la prevención. Para poder prevenir es necesario tener elementos de análisis. Y la encuesta entre miles de estudiantes del nivel secundario es un instrumento de mucha utilidad porque abarca todas las variables sociales y geográficas”, explicó el ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia.