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Peligra el inicio de clases y buscan contener las demandas gremiales

La demora en la paritaria nacional y la diferencia entre lo que piden los docentes y lo que está dispuesto a ofrecer el macrismo complican el panorama; Bullrich recibe a los gremios mañana para acercar posiciones


La puja por la inflación , la falta de tiempo para ver los resultados de las promesas del Gobierno en acción y, sobre todo, la demora en la paritaria nacional docente se proyectan sobre todo el país y dan cuerpo a la amenaza de que, tal como pasó tantas veces con el kirchnerismo, las clases no empiecen a tiempo.

Los gremios que participan de la paritaria nacional, en la que se define el salario inicial para los maestros, escucharán la primera oferta del Gobierno recién mañana, cuando faltarán apenas dos semanas para el inicio del ciclo lectivo.

Esa cifra es crucial porque determina el piso de la negociación, el sueldo que, como mínimo, deben ganar los docentes de todo el país. Por lo tanto, marca el campanazo de largada y el curso de las paritarias en buena parte del país.

¿A qué responde la demora? ¿Por qué, pese a las promesas del macrismo de manejar la negociación en las antípodas del kirchnerismo y bien lejos del filo del calendario, el panorama se parece mucho al de los últimos años?

En el Ministerio de Educación, a cargo de Esteban Bullrich, defienden los tiempos del ministro y confían en que la oferta que mañana presentará a los sindicatos (Ctera, UDA, Sadop, Amet y CEA) es lo suficientemente buena como para que las dos semanas que restan para el comienzo de clases alcancen para sellar un acuerdo. Reivindican el estilo de negociación de Bullrich y destacan su experiencia en la ciudad de Buenos Aires, donde durante años negoció con 17 gremios. Evitaron, eso sí, cualquier pista sobre cuál será la oferta.

Para los gremios, en cambio, la demora se explica en el corset que el Gobierno intenta imponer (marchas y contramarchas discursivas al margen) a la discusión salarial. La previsión oficial de que la inflación de este año no superará el 25 por ciento, que Marcos Peña repite casi a diario, y que reivindica el Ministerio de Hacienda, es el principal obstáculo para Bullrich, razonan en privado. "Evidentemente no puede ofrecer más que eso y sabe que se le complica", especulan.

Los jefes gremiales recuerdan bien que el ministro los recibió cuando Mauricio Macri llevaba menos de un día en la Casa Rosada, convencido de que las conversaciones debían comenzar cuanto antes. Pasaron dos meses, hubo reuniones técnicas y un cara a cara con Bullrich, pero ninguna oferta.

A la variable tiempo se le suma la brecha entre el tope de 25% de aumento que quiere imponer el Gobierno y la demanda de los sindicatos, que oscila entre el 35% y el 40%. El cóctel es explosivo: pretensiones alejadas por un abismo y poco tiempo para acercarlas.

Los gremios exigen un aumento de 40%, es decir que el salario inicial, hoy de $ 6060, trepe a $ 8500. La UDA pretende además duplicar el incentivo docente, hoy equivalente a $ 510.

Las ofertas conocidas hasta ahora están lejos de esos números. El viernes pasado, María Eugenia Vidal puso sobre la mesa una suba de 24,1%, que los maestros bonaerenses rechazaron de plano, y Horacio Rodríguez Larreta propuso un 22%, que tampoco los porteños aceptaron. En los dos casos, las negociaciones seguirán en la semana.

En Educación no quisieron adelantar si impulsarían un acuerdo corto, semestral por ejemplo, a la espera de un horizonte económico más favorable. Es una alternativa que varios gremios están evaluando como viable para sortear el techo oficial y, a la vez, cubrirse frente a la inflación.

"Podríamos aceptar un acuerdo por seis meses siempre y cuando se compense toda la pérdida de poder adquisitivo y que la paritaria quede abierta para monitorear la inflación permanentemente", dijo a LA NACION el secretario gremial de Ctera, Eduardo López.

El líder de la UDA, Sergio Romero, advirtió que "el inicio de clases está en duda", aunque concedió que la oferta de mañana podría cambiar el panorama. No obstante, hizo foco en la "falta de precisiones económicas" de parte de la Casa Rosada. "No tenemos ninguna garantía de que los precios empiecen a corregirse en 60 días como promete el Gobierno. La situación está difícil", concluyó.

Más allá de la provincia de Buenos Aires, que concentra el 40 por ciento de la matrícula docente, y de la Ciudad, donde enseñan unos 80.000 maestros, buena parte del resto de las provincias necesitan que se defina la paritaria nacional para encarar cada una su negociación.

El panorama es particularmente complejo este año, en el que casi todos los distritos atraviesan dificultades financieras. La negociación con los docentes, en la que el Estado pone en juego su rol de empleador, funciona como paritaria testigo antes de la discusión con el resto de los empleados estatales. Es además un examen decisivo para los gobernadores, en tiempos de números rojos y realineamiento político.

Especialmente atentas esperan San Juan, La Rioja, Formosa, Misiones, Corrientes y Santiago del Estero, que dependen de fondos de la Nación para pagar el nuevo piso salarial.

No son las únicas. En Córdoba, Santa Fe y Tucumán la discusión está en marcha, pero quedó en stand-by hasta que haya novedades de la negociación nacional.

Con la colaboración de los corresponsales