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El hallazgo de un guerrero o aristócrata con alto rango sacerdotal fue en la costa suroccidental de Grecia.



Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cincinnati halló un esqueleto recostado con armas y joyas en las ruinas del palacio de Néstor, en la costa suroccidental de Grecia. Una tumba intacta de hace 3.500 años, que nunca fue expoliada.

Un espada de bronce, una daga con empuñadura de oro, colección de armas, un tesoro de joyas, copa y colgante de oro, copa de plata, cuencos de bronce, un espejo y cuatro anillos de oro, fueron algunos de los objetos, nunca antes vistos, que se encontraron junto al esqueleto.



La tumba es de un guerrero o aristócrata con alto rango sacerdotal. Ahí, hallaron peines que pueden significar el ritual de peinado de la melena del guerrero antes del combate.

Quienes realizaron esta extracción, Shari Stocker y Jack Davis, relataran en Atenas las conclusiones acerca del análisis de las piezas encontradas en la tumba que ellos mismos denominaron como "guerrero del grifo", porque encontraron un bastón que tenía una figura de un grifo, según consigna el medio ABC.



El esqueleto pertenece a un hombre de treinta y tantos años, y la tumba es una de la más importante descubierta en Grecia. Han hallado más de 2.000 objetos bien preservados, por lo que será más fácil para los arqueólogos concluir información sobre ellos.



Que la mayoría de las piezas tengan símbolos y motivos miniocos, de Creta, ha obligado a que los científicos se replanteen todo lo que se sabe de las relaciones entre los micénicos y los cretenses.

Los anillos de oro adornados con tauromquias y sacerdotisas cretenses de pecho descubierto eran piezas muy deseadas. Según los arqueólogos Davis y Stockers, esta pieza tiene un vínculo evidente con una identidad espiritual porque el Toro es un símbolo con significado importante para los micénicos.



Todas las riquezas encontradas, fueron lo más valioso que pusieron, hace 3.500 años atrás, en la tumba del gran “guerrero del grifo”. Y, los cuatro anillos hallados, convierten al aguerrido en un “señor de los anillos” micénico.

Por otro lado, los artesanos de la época fueron capaces de manipular los duros materiales en los que se tallaron las figuras que se encontraron bien conservadas hasta el día de hoy.