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Mis Papás Me Mantienen...y No Siento Vergüenza


CONSEJO: LEER EL TEXTO COMPLETO ANTES DE COMENTAR. GRACIAS.

Me resulta difícil definir los intereses que motivan mis ambiciones, creo que el principal problema se aloja en una ineludible y contundente verdad: para mí no existe cosa más importante en el mundo que comer y dormir como un rey. Aunque les parezca increíble, lo cierto es que vivo muy a gusto con mi sedentario estilo de vida. No estudio, no trabajo, no ayudo en la casa, ni siquiera contesto el teléfono, me dedico a satisfacer mis impulsos y antojos conforme toman partido.
En resumen: lo único que hago durante el día es rascarme a cuatro manos, mirar teleseries en Comedy Central, comer hasta reventar y dormir como un oso de las montañas.


Trabajar es para las personas con poco dinero en los bolsillos y necesidades inmediatas que satisfacer, yo, en cambio, puedo (y planeo) vivir a costillas de mis progenitores durante el resto de mis días. Tengo 20 años y mi voz no tiembla cuando le digo a la gente que no hago absolutamente nada para subsistir y que mis padres son los responsables de sostener mi existencia con el sudor que cae de sus frentes. No hay nada como levantarse a las doce y empezar la tarde con el desayuno en la cama, mi mamá sabe exactamente cómo me gusta el té: cuánto de azúcar, cuánta leche, qué tan caliente. Se levanta tempranísimo todas las mañanas para comprarme pan y facturas frescas de la panadería, las tortitas negras me vuelven loco, si no hay una bandeja llena de tortitas negras esperándome en la mesa del comedor a la hora del desayuno pierdo los cabales y comienzo chillar como un desquiciado.

¿Por qué debo renunciar a todas las comodidades y lujos que tanto me alegran los días para vivir como el ciudadano promedio? Me gusta como funcionan las cosas, pero por desgracia, siempre hay alguien que está en contra de todo lo que hago, digo y pienso, y esa persona es, ni mas ni menos, que mi propio padre. Él no entiende que primero debo ampliar mis horizontes para luego emprender el tortuoso ascenso laboral hacia la independencia y la emancipación definitiva. Todavía no estoy muy seguro de qué es lo que quiero hacer, cómo quiero vivir y cómo voy a ganarme la vida, pero hay algo que sí tengo claro: debo tomarme el tiempo necesario para descubrirlo. Y no importa si tardo tres o diez años, sé que mis padres estarán presentes para apoyarme emocional y económicamente, que es lo importante.
Y la mejor parte es que soy hijo único, eso quiere decir que no tendré problemas mayores cuando a mis padres les llegue la hora de dejar este mundo, porque me queda la casa, el auto, la moto, el kiosco, los ahorros de mi viejo, y muchísimas ganas de vivir para disfrutar y exprimir al máximo cada billete gastado.


Yo tengo la consciencia tranquila y más limpia que el culo del papa, porque sé que no soy ningún vago, simplemente me gusta tomarme las cosas con calma para evitar cometer errores, avanzo despacio, pero seguro. Esta sociedad enferma e hipócrita es la responsable de estigmatizar a los individuos que vivimos en un plano diferente al establecido por las clases sociales. Mi ritmo de vida no conlleva ningún tipo de estrés, preocupación o esfuerzo innecesario, la clase de problemas que atormentan tanto al proletariado promedio. Vivir es gratis, nadie puede obligarte a pagar una factura que nunca existió. En mi opinión, más personas tendrían que adoptar esta increíble filosofía de vida, de ser así, el mundo no sería un lugar tan jodido y horrible.



Tengo que reconocerlo; no podría vivir tan contento y tranquilo si no fuera por mi madre, ella fue siempre el pilar responsable de mantener en alto mis deseos y exigencias, le debo mucho. Recuerdo cuando se fracturó la pierna izquierda al bajar las escaleras el año pasado. Se armó un lío bárbaro, tuvieron que operarla dos veces y ponerle un yeso que según ella, era increíblemente molesto e inimaginablemente incomodo.

Sin embargo y desafiando el desalentador pronostico que ofrecieron los doctores luego de la operación, absolutamente nada le impidió realizar lo quehaceres de la casa y atenderme como hacía siempre. Aprendió a caminar y a traerme el desayuno a la cama usando las muletas, al principio fue mucho ensayo y error, pero pulió y perfeccionó con mucho esmero su técnica hasta conseguir un caminar parecido al de un zombie. También se las ingenió para prepararme la comida, lavar los platos sentada, y lanzar adecuadamente las llaves de la casa al chico del delivery. Les cuento una anécdota muy graciosa: Mi mamá acostumbraba llamar al delivery con mucha frecuencia, pero como estaba enyesada y le daba miedo caminar hasta la entrada usando las muletas, confeccionó un sistema muy práctico para dejar entrar al chico del delivery: lanzaba las llaves desde la puerta de entrada al portón, el chico tomaba las llaves, abría el portón, se acercaba hasta la puerta y cobraba la pizza, todos contentos. Un día cometió el error de lanzar las llaves con demasiada ímpetu, éstas terminaron su viaje en el interior de un frondoso arbusto lejano al portón. A mi mamá no se le ocurrió mejor idea que armarse de valor, agarrar sus muletas y salir a buscar las llaves. Se trasladó a paso de tortuga enferma, sin embargo, todo el esfuerzo y las precauciones que tomó para llegar sana y salva al arbusto no fueron suficientes. Tropezó con una ramita en la mitad del trayecto y perdió el equilibrio como una torre de naipes abatida por el soplar del viento. Llevaba media hora gritando como una histérica cuando me despertó, al salir la encontré postrada en la entrada del garaje como un perro sarnoso. ¿Qué puedo decir? Tengo el sueño pesado, no es mi culpa dormir como un tronco.

Mi papá se la pasa diciéndome cosas como "parásito" y "sinvergüenza", para él es un pasatiempo, le gusta tanto amedrentarme con insultos e injurias que lo hace todo el tiempo. Durante las jornadas laborales se la pasa recordandole a sus amigos y compañeros de oficina lo decepcionado y avergonzado que está de su primogénito y de su "inservible existencia". Honestamente, no podría importarme menos las estupideces que tenga para decir, una de mis tantas cualidades es que soy como el jabón: me resbala todo. Mi papá me trajo a este mundo y por lo tanto, él debe hacerse responsable de todas mis necesidades hasta que me muera, yo no le pedí nacer. Piensa que el simple hecho de trabajar seis días a la semana como un esclavo y ganar un salario mediocre para mantenerme le otorga el derecho de mandar sobre mi existencia, que tipo más triste.


Adoro mi vida, lo digo en serio, no podría estar más contento, lo único que hago es revolcarme como un cerdo en mi propia inmundicia y aún así tengo ropa limpia en el armario, una cama con sabanas perfumadas, un techo y comida caliente sobre la mesa, soy la envidia de cualquier kirchnerista. Ayer le pedí a mamá que hiciera mi comida favorita: canelones de pollo con salsa blanca. Al principio se negó rotundamente, alegando que era un plato muy elaborado para prepararlo a las diez de la noche, pero le lloré y rogué tanto hasta que finalmente terminó cediendo. Como la pollería estaba cerrada tuvo que irse hasta la carnicería de la estación para comprar el pollo, que queda a veinte cuadras de casa, todo para satisfacer mi antojo, la quiero tanto.

Perdón, pero me tengo que ir, mi mamá me está llamando para tomar la merienda. Voy a tomar la leche y después a jugar un ratito a la play, cuando mi viejo llegue de la oficina le voy a pedir que me lleve al centro, quiero comprarme un celular nuevo, el que tengo no me gusta porque ya está muy gastado y además es viejo..








Editado:

M
i papá me llevó al centro, pero no quiso comprarme el celular. Lo odio, es un hijo de puta, lo hace a propósito, odio a todo el mundo, me voy a suicidar.