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  El FPV y el desafío de la resistencia

  
  
  Argentina presenta importantes niveles de volatilidad y fragilidad sobre el mapa político, evidenciándose más relevantes los personalismos y armados electorales coyunturales que elementos estructurales, como los partidos políticos o las arquitecturas ideológicas.
 
Esto explica, en parte, la situación actual del kirchnerismo, que gobernó durante doce años sostenido en una virtual hegemonía política y hoy, a menos de un año de las elecciones, pelea por encontrar su espacio y rol en esta nueva etapa.
 
 
 
 La pregunta determinante radica en entender a quién y cómo interpela el kirchnerismo. Partiendo del análisis producido por Isonomía Consultores, es posible construir una segmentación de cuatro grupos poblacionales, según sus niveles de aprobación o rechazo al oficialismo. En los dos grupos más lejanos a Cambiemos se refleja el problema central: por un lado, dentro de los críticos acérrimos, en diciembre de 2015, la imagen de Cristina Kirchner contaba con un 80% de aprobación mientras que hoy orilla el 65 por ciento. Por otro lado, los ciudadanos que aprueban con debilidad a Cambiemos y reconocen no haberlo votado, poseían una imagen positiva de la ex presidenta superior al 60% y ahora alcanza apenas el 30 por ciento.
 
En tal sentido, son tres los puntos que explican la dificultad del kirchnerismo para interpelar a estos electores. En primer lugar, se encuentra fuera del Gobierno, debilitando su retórica que se sustentaba, de fondo, en la capacidad de modificar el primer metro cuadrado de los argentinos. Además, la agenda de la ex presidenta combina temas políticos y judiciales, lejanos a la agenda de los electores y la responsabilidad de muchos de los temas de agenda de los argentinos recae de manera total o parcial en el pasado gobierno.
 
 
 
 El término resistencia aplica a la capacidad que tiene un cuerpo de aguantar una fuerza de oposición por un tiempo determinado. El kirchnerismo confronta la necesidad de dilucidar cuál debería ser el verdadero objeto de "la resistencia"; esto es, si su estrategia política debe apuntar a resistir al gobierno de Macri o a la pérdida de poder político electoral.
 
Lo que suceda con la resistencia del kirchnerismo termina siendo de enorme importancia frente a las próximas elecciones. El esquema de voto, los roles de los espacios y candidatos y la agenda pública varían según el mandato de la elección. Así, sería muy diferente un proceso electoral donde se reedite la dicotomía kirchnerismo-Cambiemos a otro que no contenga al Frente para la Victoria (FPV) como actor central que estructure los ejes de la discusión política.
 
 El interrogante final es, entonces, si la erosión del kirchnerismo se acelera o se revierte antes de la elección o si es el resultado de la misma la que define el destino político del espacio. En ambos casos, lo más relevante es que aquellos que definirán sobre el asunto, no serán ni los dirigentes del kirchnerismo ni los de actual gobierno, sino todos los argentinos.