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Los médicos de la Peste Negra




Pocas máscaras llaman tanto la atención como las utilizadas durante las epidemias de Peste Negra. Esta máscara formó parte del clásico atuendo del llamado “Il dottore della Peste” o el doctor de la Peste.

La Peste Negra asoló Asia y Europa en varias ocasiones. La primera y más virulenta se extendió en el siglo XIV, asolando a todo un continente, que quedó sumido en una grave crisis humanitaria y económica. La enfermedad en sí, como ya sabes, era algo terrible. Se caracterizaba por la aparición de unos bubos (de ahí peste bubónica) donde los ganglios linfáticos presentes en cuello, axilas e ingles, se inflamaban gravemente, adquiriendo un tono negruzco. Se sufrían graves hemorragias, fiebres y una muerte pocas veces evitable.

Los médicos en esta época se vieron obligados a idear una vestimenta especial para evitar contagios, pero no fue hasta la segunda epidemia – sucedida entre 1575 y 1577 – cuando se empezaron a utilizar con más frecuencia este tipo de máscaras. En especial en Venecia, donde había tenido su origen. Esta vez la epidemia no les vino por sorpresa y la organización fue algo mejor.

Los médicos venecianos eran muy apreciados en su época y pusieron medios para tener controlada la situación, de ahí por ejemplo, que habilitaran dos islas como hospitales: el Lazaretto Vechio y el Lazaretto Nuovo. Pequeños destinos donde llevaban a los enfermos y a los sospechosos de padecer la Peste, intentando así mantener la capital a salvo. Aunque el resultado y las pérdidas humanas, a pesar del esfuerzo, fueron dantescas.

Se habilitó también el llamado “magistrato della sanitá”, encargado de velar por la salud de los ciudadanos y de pautar qué tipo de protección debían llevar los médicos para atender a sus pacientes. En aquel momento se creía aún que la enfermedad se trasmitía por el aire y que penetraba por los poros de la piel, por ello se establecieron las siguientes protecciones para “il dottore della Peste”:

Sombrero de ala ancha.
Gafas.
Guantes de cuero.
Gran abrigo de cuero encerado hasta los pies.
Una vara para examinar al paciente sin necesidad de tocarlo, aunque también les servía como herramienta para el arrepentimiento de la gente infectada, puesto que se pensaba que la Peste, era en realidad un castigo de Dios.
Una máscara con forma de pico de ave.


La función de las máscaras de la Peste Negra



La máscara de los médicos de la Peste era siempre alargada, con un pico muy semejante al de las aves. La longitud era siempre la misma, la justa para mantener una prudente distancia del paciente y no respirar así su “aliento envenenado”.

En el interior de dicho pico se introducían, además, diferentes elementos aromáticos, tales como mirra, láudano, alcanfor, ámbar gris, hojas de menta, estoraque, pétalos de rosa y clavo de olor… Elementos que, según los médicos, podían paliar la introducción de la enfermedad en las vías aéreas. Otro aspecto por el cual estas máscaras tenían forma de pico de pájaro, era porque se pensaba que los pájaros eran inmunes a la enfermedad, de ahí que desearan simbolizarlos.

No obstante, la verdad es que eran muchos los médicos que terminaban infectándose. La epidemia más mortal de la historia tenía su origen precisamente en la zoonosis, una enfermedad que pasaba de los animales a los seres humanos. La bacteria responsable era la yersinia pestis, que afectaba a las ratas negras y a otros roedores. Sus parásitos, tales como las pulgas, eran quienes trasmitían la enfermedad a las personas con su picadura. La causa básica era, pues, la falta de higiene y de salubridad en una época en la que aún asociaban la enfermedad a un castigo divino.

El recuerdo de aquellas máscaras que vestían los doctores de la Peste ha quedado para siempre en nuestro legado histórico y cultural, teniendo especial arraigo en Venecia. Aunque dicha protección circuló también por toda Europa, siendo un poco más afinada y desarrollada en 1619 por Charles de L´Ome en Francia, su eficacia como protección era muy poca



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