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Quizá no me creas si te digo que el Universo entero pesa en promedio kilo y medio, bueno, por lo menos nuestro universo: el cerebro, y como no podemos saber de qué manera existe el mundo en sí, es decir: el mundo sin nuestra percepción, lo que queda es lo que las cosas son para nosotros. Sin embargo, aunque no podemos saber qué hay más allá de nuestro universo, conocer el cerebro nos permite utilizarlo mejor y tener una vida más saludable. ¿Pero cómo es que exploramos este universo neuronal, tal vez tan vasto y complejo como el Universo? Prepárate para un viaje fascinante al centro del cerebro, pues te diremos cuáles con las actividades que, literalmente, lo modifican.



Leer te hace más inteligente


La neurociencia ha demostrado que la actividad cerebral de un lector es mayor a la de aquellas personas que dejan plantados a sus libros en la primera cita. Cuando leemos, ciertas estructuras cerebrales encargadas del procesamiento del lenguaje (lóbulo parietal) se transforman. Con el tiempo nos adaptamos para seguir el “ritmo” del texto. Obras magnas como La Metamorfosis, de Franz Kafka, y El Aleph, de Jorge Luis Borges, nos invitan a salir del pensamiento cotidiano, y propician la creación de nuevos patrones cerebrales que nos hacen más inteligentes y creativos.


Dormir mal encoge tu cerebro



 El periodo de sueño es tan importante que sin él probablemente quedarías demente. El año pasado, Charles E. Sexton, junto con sus colegas de la Universidad de Oxford en Reino Unido, después de realizar estudios de neuroimágen, hallaron relaciones entre la calidad del sueño y el volumen del cerebro. Concluyeron que dormir mal merma el desempeño de los lóbulos temporales, parietales y frontal, que a su vez son encargados del procesamiento del lenguaje, la coordinación motriz y la capacitad de toma de decisiones. Tu cerebro trabaja día y noche, siete días a la semana, tal vez deberías considerar reconciliarte con tu almohada.


Los videojuegos no son solamente ocio


Jugar Call of Duty, Halo o Medal of Honor no es una pérdida de tiempo después de todo. Según un experimento realizado en la Universidad de Toronto, la exposición continua a videojuegos de acción modifica la actividad neuronal. El cerebro es un órgano maleable, que cambia de acuerdo a la estimulación que recibe. Debido a esto y a la naturaleza de los videojuegos de acción, que comunmente implican responder rápidamente a distintos eventos simultáneos, los gamers desarrollan más la atención selectiva espacial, es decir: eventualmente se vuelven mejores discriminando información irrelevante, a diferencia de los no jugadores. En nuestra vida diaria estamos expuestos a una cantidad impresionante de estímulos distractores, no nos vendría mal jugar un poco.


Un cerebro deportivo


Realizar ejercicio físico regularmente mejora la capacidad cardiorrespiratoria, esto permite optimizar el rendimiento cerebral, ya que es un órgano que demanda bastante oxígeno (requiere del 25% de oxígeno total utilizado por el cuerpo).  En un estudio científico se reveló que si nos someten a una prueba de vocabulario después de tres minutos de sprint, aprendemos palabras un 20 por ciento más rápido, que si dedicamos el mismo tiempo a realizar una prueba aeróbica de baja intensidad. En resumen, hacer deporte fortalece más que tus músculos.


El cerebro también sufre




Tu cerebro está tan ocupado  con todo lo que tiene que gestionar día a día que no le da tiempo para sentir dolor. Lo que realmente te incomoda cuando te da dolor de cabeza no es el cerebro sino los tejidos nerviosos y los vasos sanguíneos que lo rodean. Sin embargo, aunque tu cerebro sea insensible, puede sufrir por el impacto emocional. Éste último requiere de bastantes “recursos”, a tal grado que las neuronas se sobreesfuerzan y eventualmente mueren porque no pueden resistir la falta de descanso. Entonces es evidente que el dolor crónico provoca daños irreparables. Estos se reflejan en trastornos de sueño y dificultades severas a la hora de tomar decisiones. 


La meditación mejora tu concentración 


La vida moderna nos exige tal grado de actividad que no podemos permitirnos siquiera un breve periodo de silencio, apagar nuestra voz interior y salir de la vorágine de hiperproductividad. Por otra parte, es común que veamos a la meditación como una práctica de sabios y ascetas místicos que se olvidan de lo terrenal para trascender al mundo espiritual. No obstante, recientemente se han realizado distintos estudios científicos que demuestran su impacto positivo en la salud. En el Hospital Genera de Massachussetts, la doctora Sara Lazar realizó un estudio con resonancia magnética, y demostró que bastaban 8 semanas practicando mediadora diaria de meditación mindfulness para aumentar la densidad de la materia gris en el hipocampo. Esta área está asociada con el control del estrés y el aprendizaje. Meditar no significa estar inactivo, pues durante las sesiones alcanzamos estados mentales que difícilmente ocurren en la vida diaria.




El cambio es inevitable





La misma naturaleza del tiempo nos obliga a cambiar, a dejar de ser o, en otro caso, ser más de lo que ya somos. Ocurre lo mismo con el cerebro, cualquier memoria nueva o aprendizaje se codifica en la actividad neuronal. Cuando pasa esto, una proteína llamada delta-catenina se une a un ácido graso para permitir que se almacenen nuevos datos en la memoria. En pocas palabras: las redes neuronales son  un sistema de información complejo y reconfigurable.



El cerebro es plástico, se transforma con cada lección que nos da la vida, crece cuando aprendemos un nuevo idioma y evoluciona para cumplir las demandas del entorno. Con respecto a esto, hay un caso muy curioso de los taxistas de Londres, pues en un estudio se encontró que tienen más desarrollado el hipocampo que el resto de nosotros, debido a las actividades que realizan cotidianamente: memorizar calles y encontrar rutas. En resumen:  El cambio es inevitable, jamás dejarás de aprender.




Otra buena razón para dejar de fumar



Seguramente ya conoces los daños que la nicotina causa en tu cuerpo, principalmente los que implican a los pulmones. Pero el problema de los fumadores va más allá, puesto que la dependencia a la nicotina trastorna la química cerebral. En un estudio realizado en la Universidad de Bonn, se descubrió que los fumadores tenían menor cantidad de un aminoácido (N-acetilaspartato) que interviene en el procesamiento del placer y el dolor. Aunque esto pueda parecer poco alarmante, la deficiencia de dicho aminoácido está vinculada con trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia o la demencia. También la colina, una molécula esencial para el funcionamiento del cerebro y el corazón está reducida en los fumadores. Lo más esperanzador es que aún puedes cambiar tus hábitos si es que fumas, los cambios se revierten varios meses después de dejar de fumar. 




Hacer malabares mejora tu cerebro





Hacer malabares produce cambios importantes en la estructura cerebral. Los científicos de la Universidad de Oxford hallaron un aumento del 5 por ciento en la materia blanca de los malabaristas. Esta materia cerebral es responsable de interconectar a las neuronas, y se compone de fibras nerviosas que contienen mielina, una sustancia que ayuda a transmitir con mayor rapidez los impulsos nerviosos. No obstante, los cambios en el cerebro no se quedan solamente en el aumento de la materia blanca, también se apreciaron cambios en áreas relacionadas a la coordinación motriz y la visión periférica. Cuando la última capacidad está lo suficientemente desarrollada, tu visión abarcará un ángulo más amplio y de esta manera evitaras mover la cabeza de izquierda a derecha cuando estás leyendo un libro, pues de un sólo golpe de vista cubrirás toda la página.




Sin música la vida sería un error





Parece que cuando los músicos practican sus escalas, se encuentran inactivos, pues ven fijamente una partitura y ejecutan movimientos precisos. Pero dentro de su cabeza ocurre más que eso: su cerebro está de fiesta. Los estudios neurocientíficos más recientes demuestran que escuchar música es una de las actividades que activa más zonas cerebrales, a tal grado que si le preguntaran a un investigador dónde se encuentra el “centro musical”, respondería que se encuentra en todo el cerebro. 



¿No es fascinante que cada vez que escuchamos música, ya sea en un concierto o a solas, el cerebro está más activo que nunca, procesando el ritmo, la melodía y el timbre sin que apenas lo notemos? Sin embargo, resulta que hay diferencias importantes entre los cerebros de los músicos y los no músicos. Tocar música a diferencia de sólo escucharla, requiere de motricidad fina, habilidades espaciales, precisión lingüística y matemática. Debido a esto los músicos tienen más desarrollado el cuerpo calloso, la estructura que une a ambos hemisferios cerebrales.






Por otra parte, los estudios médicos demuestran que pacientes de Alzheimer olvidan todo excepto las canciones que marcaron su vida. La música les devuelve la vida y el tiempo perdido. 



La música es un regalo para todos, es un arte envolvente. Nunca es tarde para aprender a tocar un instrumento musical. ¿Qué esperas?