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Hace 23 años que nací. Estudio una carrera universitaria en una Universidad pública, en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos.
Sospecho que en estas líneas no se deja leer con claridad el tono quejoso que tienen mis palabras (y la de tantos argentinos) al momento de hablar de porciones de la realidad. Por eso lo hago explícito: tengo el ceño fruncido, los labios fuertemente unidos, la mirada fija en el monitor, y las ideas difusas en la cabeza. Claro... ahora entiendo por qué he perdido tanto pelo a tan temprana edad, si soy un disconforme social que se prepara un mate dulce, mientras piensa como mierda se arregla el mundo. Y hacer de ello, algo cotidiano, disminuye la libido, las esperanzas y la producción de cabello. De dos de ellas, estoy casi seguro.
Me enojo, me preocupo, discuto, me enfrento, me alineo, vuelvo a disentir. Contemplo a mis pares, a jóvenes de mi misma edad, y de otras. Los veo (y a veces me veo) anclados en una realidad que desprecio, donde el consumismo devora nuestras conciencias. Y no soy ningún iluminado al decir esto, ni un visionario que observa la sociedad desde una especie de estratósfera. Soy parte de eso que desprecio, y eso es lo que mas me irrita. A mi lado, en este preciso momento, tengo uno de los últimos erutos tecnológicos que la ciencia nos vomita. Un Samsung S5600, con TouchWiz (quiere decir que lo manejas con el dedito), con Smile Shot (quiere decir que cuando sonreis, la cámara te saca la foto), y con tantas aplicaciones más, que me hacen pensar COMO aun, no soy feliz, teniendo este celular (¿?).
Hace un par de días leía “el mundo ha vivido equivocado” del negro Fontanarrosa, y mientras lo hacía, pensaba en lo errantes que vivimos. Un dibujante porteño, decía: “Nos mean, y los diarios dicen LLUEVE! Llueve, y los diarios dicen CRECE LA INSEGURIDAD”. Y esa es nuestra historia de los últimos (y únicos) 23 años que he vivido.
Digo, ¿desde cuándo la melancolía por los tiempos perdidos se ha vuelto una constante? “Nunca ha llovido como este domingo”; “Yo no se que les pasa a los jóvenes, pero esto de los floggers jamás se vio”; “En mi vida - y mirá que yo he vivido he?- he visto semejante cantidad de mosquitos?” ... “El Mundo está cambiando” y si, el mundo cambia, se transforma. El problema no es ese. El problema está en qué posición tomamos nosotros frente a los cambios. El problema está en que NO nos cuestionamos por qué se producen esos cambios, en favor de quién, de quiénes.
Digo, muchas veces puteo a los flogger´s que se amontonan en la esquina de la peatonal (Urquiza y San Martín) de la capital entrerriana. Están ahí, ocupando el lugar de tránsito, estimulando la tortícolis en sus cuellos (porque si observan bien, para acomodarse el flequillo inclinan levemente su cabeza hacia la derecha, unas 16 veces cada 7 minutos). Y claro, yo soy un enojón que me fastidia que estos muchachos y muchachas (la diferenciación es solo una cuestión de formalidad) interrumpan el paso de la gente por la parte mas transitada de la ciudad. Pero he ahí el nudo de la madeja. Convengamos que los pibes están pidiendo a gritos, que alguien los ayude en esta sociedad donde los padres han dejado de ser padres para empezar a negociar con los hijos. Y un pibe no tiene que negociar con sus padres, le tiene que hacer caso, hasta que pueda tomar las decisiones por si mismo y mantenerse por si mismo. Mientras tanto, no. Entonces asistimos a la destitución del lugar de nuestros viejos (no de todos, pero de la mayoría). Ahí entendemos que los flogger´s están gritando exactamente eso. En otros momentos, los adolescentes (que necesitamos rivalizar en nuestra edad) peleábamos con nuestros padres, pero ahora no se pelea, se negocia. Entonces lo pibes, necesitan rivalizar con alguien, ser diferente con alguien, porque es parte de formar la identidad de una persona. Entonces se diferencian de nosotros, los jóvenes que no somos flogger´s. Y por ese motivo son o parecen por eso son casi una secta. Cuando los pibes piden ayuda exactamente en un lugar donde los pueden ver y oir, el resto nos enojamos.
Digo, muchas veces discurseamos sobre la inseguridad. La vemos por todos lados. Creo que en cualquier momento se revoluciona la industria literaria con libros sobre: Inseguridad Hoy, Inseguridad y Vacaciones, Inseguridad y comida Light, Inseguridad y Cambio Climático, etc. Ahora bien, debemos sentarnos a definir qué es inseguridad. Porque parece que empieza y termina en el hurto a mano armada. ¿Y el que no tiene para comer? Y acá empieza la seguidilla de puteadas que gran cantidad de argentinos tiene comprada de fábrica: “Y si, los negros de los planes trabajar, ignorantes” “No trabajan, nosotros los mantenemos con nuestros impuestos” “Así como querés que avance el país” “Lleno de haraganes están los barrios, asi nunca vamos a arrancar”. Y no, ASI nunca. Digo, porque si mi viejo recibe un plan trabajar, y vive de la asistencia, y mi tío hace lo mismo, y mis primos también, yo voy a aprender lo mismo. Y voy a hacer lo mismo. La solución no es matarlos a todos señor Macri (se que lo está pensando)... tampoco es ver donde los metemos para que no se los vea Sra. Cristina (se que lo está pensando). La solución tampoco es pensar que por ser de clase media y tener un trabajo mas o menos indigno, la culpa no es suya, sino del resto Sr Lector (se que lo estás pensando).
Digo, si no vamos a hacer nada por cambiar la realidad, no hagamos. Pero tampoco nos quejemos. Ahora, si verdaderamente pensamos que es posible construir un país libre de pobres, donde todos tengamos lo necesario para vivir bien, empecemos a charlar como empezar. Jodida tarea para los argentinos. Pero no queda otra. Cada cuál en su cada qué, con el compromiso que se pueda, el mejor que se pueda. Es una lucha larga, pero ya es hora de que dejemos de romper las pelotas (disculpe el exabrupto). Estamos a poco tiempo del bicentenario de nuestro país. Aunque sea por vergüenza de quienes pelearon por un modo de liberación, hagámonos cargo de lo que nos toca. Y cuanto entendamos que la palabra DEMOCRACIA no quiere decir: meter un votito en la urna para las elecciones, y sacar la basura después de las 21 hs, vamos a empezar a darle el sentido que corresponde.
Para estos momentos, ya tengo el rostro mas distendido.