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55- Topografía cantora
Algunos tangos, son buenos por su letra y no tanto por esa cosa que les suena de fondo (entiéndase la música). En estos casos podemos afirmar, con temor a equivocarnos y a sufrir tremendas represalias, que son tangos para ser dichos.
Esto es muy cierto; Pero… hay que tener en cuenta las acechanzas de los cantores de poca monta, de poco estudio y de nulo gusto musical para realizar un análisis completo de esta problemática lírico-tanguera.
Es sabido, no me hago cargo de lo que escribo y aprovecho para decir que me lo contó Rosí Lemezz, que algunos cantores suelen esquivar los intervalos de difícil entonación apelando al recitativo canyengue y al gesto cómplice (viejo ardid de la mujer… y del varón, que es otro género que bien las baila).
Es decir, cantan las notas fáciles y cuando se viene la brava les agarra un sentimentalismo exagerado que los lleva a hablar la letra o a murmurarla cual bovino en sus últimos estertores. Esto ocurre especialmente en los cromatismos, en los saltos de 7ma y en las 4tas Aumentadas.
Ningún cantor, salvo Rosí Lemezz que no da pié con bola, se pondría sentimental al momento de entonar una melodía sin alteraciones accidentales (lisita como piel de puerquito).
Cuando se trata de cantar sonidos conjuntos, lentos y sin mucha exigencia por el registro nuestros queridos amigos (los cantores sentimentales) nos muestran todo su caudal. Ahí sí, que llenan sus pulmones de vientito y engordan sus cachetotes como pequeños cachalotes.
Y cuando salen de esa única zona en la que pueden emitir bien su voz, nos hablan… nos guiñan uno o dos ojos y nos hacen algún gesto campechano para distraer nuestras mentes. Porque si no hicieran algo para distraernos, como los buenos ilusionistas, descubriríamos todas sus fechorías melódicas, sus andanzas rítmicas y vaya a saber si hasta alguno que otro delito de aquellos que figuran en el Código Penal (onda destrozos y actos vandálicos, o riñas callejeras).
Termino este panfleto con una enseñanza de “La Corsario”, que dice así:
”Si usted quiere evaluar a un cantor al que ha escuchado recitar la primera parte de un tango y cantar el final, pídale que lo vuelva a hacer pero entonando el principio y recitando las últimas estrofas. Si sale corriendo, no es un buen cantor. Y si se queda y lo canta mal, es un valiente.”
-¿Y si se queda y encima te lo canta bien en el orden requerido? ¿Eh, querido?
- Imposible, sería más probable que se desatara una terrible tormenta con caída de simpáticos y lindos perritos orejudos.
-¿Lindos perritos orejudos y marrones?
-Sí, orejudos y marroncitos; Cómo los que usa Rosí Lemezz, para probar la acústica de los teatros en los que se presenta. Así… se ahorra un fangote de guita en personal técnico, esta muchacha.

56- Un tipo de laguna
Su tierra natal era la laguna. El tipo, Pescadito, vivía en un barco (en un barco muy chiquito).
(del libro “Volvé a tus aguas”, de Rosí Leterra Cuós)

El tipo, vivía entre pescados acuáticos y se dedicaba a la investigación científica. Veía flotar los pescados todos los días, mientras tomaba ginebra, y pensaba por qué morían; Y qué relación había entre esta facilidad para la muerte de los pobres pececitos y la vecina fábrica de cianuros “Chau Pescadit”.
Nunca supo por qué reventaban los peces, pero mientras meditaba… aprendió a tocar la flauta… Aprendió a tocar el charango y aprendió a tocar música de cámara (junto con la hermanita de uno de los dueños de la “Chau Pescadit” y junto a un par de violinistas ligeras de cascos del “Astillero Barcobar”).
Así, de tanto frecuentar a la hermanita y a las del Astillero, fue que se dedicó a la composición de obras para orquesta reducida. Y las presentó en la Secretaría de Cultura de su pueblo.
-Vengo a presentarles una obra sinfónica para pequeña orquesta, amigos de Cultura.
-¿Es una obra Nacional, que enaltezca a la Patria?
-Sí, no podría componer otra cosa mi Secretario De Cul.
-Entonces, tome este número que algún día lo llamaremos.
Detrás del número decía:
“Esperá sentado, que aunque no soy panadero…
Yo desprecio lo Argentino y favorezco lo extranjero.
(El Cipayo Bayo, de la petit Secretaría of Cultura)”

El Tipo De Laguna, se convenció de cuál sería el modus operandi perfecto para conseguir ayuda en sus tierras. Para difundir su obra musical, era necesario ganar un premio en el exterior. Por eso, se ganó uno componiendo una partitura para orquesta tradicional y cornetita de cotillón solista. Y ahí sí, volvió a pedir ayuda en la Secretaría de Cultura de su pueblo.
-Toc, toc.
-¿Quién es?
-¿Está el Hermosísimo y Prestigioso señor Tipo De Laguna?
-Sí, espere que me pongo los calzones. ¿Quién es?
-Soy el Secretario De Cul. Me enteré que ha ganado un premio internacional, y mi corazoncito cipayo me dijo que viniera a buscarlo.
-Ah, pero yo les pedía ayuda para difundir mis composiciones nacionalistas.
-¿Nacionalistas Argentinas?
-Y sí…
-Ay, que asco… Bueno, pero… muéstreme ese hermoso premio de una potencia extranjera.
-¿Mire, le gusta? Dice “al mejor compositor”.
-¡Me encanta! ¿Sabe qué? Sólo por esto, le vamos a editar todas esas porquerías que usted escribe.
-¡Ay, si todos los funcionarios de Cultura fueran como usted!
-Lo son, querido y despreciable amigo.

57- La puerta inteligentuda
“-Vacunemos al ganado bovino.
-¡Nooo, Tautología!
-Ah, perdón. Solo a las ovejitas.”
(Del libro “El Lobo vino y se morfó un ovino”, de Rosí Letré Shanyit)

Se sabe que algunos comerciantes de avanzada, tienen puertas electrónicas que se abren solas al ver pasar a un potencial cliente. Estos casos de puertas inteligentes, abundan.
Pero el caso de la “Puerta Inteligentuda” (o sea más inteligente que las otras puertas de su especie), es único.
Esta puerta, sólo se abre de par en par cuando el cliente es una persona culta, inteligente y de buen corazón. Y además, humilde.
Así, todos iban a probar su valía ante esa puerta. Era el comercio que vendía más caros sus productos, y el más concurrido de igual manera.
Cada vez que alguien entraba, miraba por sobre sus hombros y decía:
-“Je, yo siempre vengo a este Súper Mercado.”
Todos, pagaban los altísimos precios con una sonrisa. Sabiéndose superiores a los demás perejiles que los miraban desde otros mercados más baratos.
Una vez, hablando con el dueño del “Súper La Inteligentuda” (que regenteaba la mujer del dueño)… me dijo:
-Yo, puse una puerta normal; Lo único, que le pegué un cartelito que decía “sólo deja entrar a personas inteligentes como usted”.
Así, este señor comerciante se volvió bastante millonario. Y ahora, puede solventar sus compras de ropa de marca que tanto le gustan. La guita que gana estafando a sus clientes, se la deja al de la tienda de ropa elitista.


link: https://www.youtube.com/watch?v=KoXepM3U88I