El cuerpo humano es increíble. Durante millones de años ha logrado desarrollar y perfeccionar sistemas muy complejos. Por ejemplo, tenemos una red de nervios que en cada diminuto instante vigilan que se mantenga el equilibrio de las sustancias y hormonas en la sangre y en cualquier parte de nuestro cuerpo, envían señales al cerebro de lo que está ocurriendo con cada célula y mucho, mucho más. Para que tengas una idea de la complejidad de nuestro cuerpo, sólo hemos mencionado una de las funciones de uno de los numerosos sistemas que tenemos. Hay tantos detalles que es imposible conocerlos todos. Estamos seguros, de que no sabías las cosas que te vamos a describir a continuación y que están en tu propio cuerpo. ¡No te pierdas estas 9 curiosidades del cuerpo humano!
1. El corazón se sincroniza con la música
Algunos músicos admiten sentir el ritmo con todo su corazón. La verdad es que no necesitas tener talento musical, ni siquiera tiene que gustarte la música por completo, para que te afecte de una manera mensurable. El doctor Luciano Bernardi descubrió que escuchar pistas de música con volumen dinámico y cambios de ritmo influye en el ritmo cardíaco y la presión arterial. No es sólo un mito que escuchar música puede influir en los estados de ánimo de las personas y que, por ejemplo, la música clásica puede tranquilizar al oyente.
2. Pequeños agujeros en las orejas
No todos tienen este tipo de diminutos orificios situados en las orejas, sin embargo los hay quienes sí pueden presumir de su presencia. O bueno, no sabemos si es motivo para presumir ya que resulta que se trata de un defecto genético. Por primera vez fue descubierto en el siglo XIX y su teoría al respecto es sorprendente. Se dice que el orificio es una modificación genética que recuerda la época de cuando evolucionamos de los peces y los orificios son el equivalente de sus bronquios. Si tienes estos orificios, no te preocupes, no suponen ningún problema, aunque es verdad que ocasionalmente pueden sufrir una infección o transformarse en un quiste, cosa que puede requerir tratamiento médico.
3. Estás brillando
No en sentido metafórico, sino literalmente eres una criatura que brilla, aunque no lo puedas ver con tus propios ojos. El ojo humano es capaz de captar el fuerte brillo de las medusas luminosas, pero si fuera un poco más sensible, podrías ver que no somos tan diferentes de ellas en este sentido. Unos científicos japoneses crearon una cámara mil veces más sensible que el ojo humano y se descubrió que el cuerpo humano (al igual que cualquier otro ser viviente) emite pequeñas cantidades de fotones, probablemente resultado del proceso metabólico. Algunos animales emiten muchos más fotones que otros y por eso podemos ver que brillan.
4. Los hoyuelos
Algunos de nosotros tienen en la mejillas unos pequeños orificios que marcan su presencia cuando sonreímos y nos hacen lucir de manera incluso más adorable. Existen numerosas teorías que intentan explicar por qué tenemos hoyuelos y una de las más populares dice que se producen a causa de la división de los músculos faciales en esa zona. Sea cuál sea el origen anatómico, la sociedad científica está igual de dividida en intentar explicar con qué propósito el ser humano ha desarrollado semejante cualidad. Los científicos evolucionistas todavía no están seguros de la genealogía exacta de los hoyuelos en las mejillas y de la razón por la que hemos evolucionado de esta manera.
5. La lengua tiene una huella papilar
Cada persona tiene en la lengua una huella única y exclusiva, como si fuera una huella papilar. Ya que la lengua durante la mayor parte del tiempo permanece hidratada y protegida dentro de la boca, el patrón de la piel en su superficie mantiene su forma excepcional. Esperemos que las compañías de celulares no usen esta idea para introducir nuevas posibilidades de seguridad en sus productos o por el contrario todos nos veremos lamiendo teléfonos en cada momento.
6. Microcristales en encías
No nos gusta ser los mensajeros de las malas noticias, pero tenemos que hacerlo. A lo mejor alguna vez has notado pequeñas manchas de color azul o verde entre los dientes de otras personas (o los tuyos). Aunque no lo parece, esto puede ser un serio problema. Los pequeños microcristales en algunas pastas de dientes en alguna ocasión pueden quedarse atrapados entre los dientes y las encías. Lo malo de estos microcristales es que están hechos de plástico, así que no se disuelven y siempre estarán allí. Por si fuera poco, pueden causar infecciones o enfermedades de encías. Lo más estúpido de todo esto es que los microcristales no ayudan en lavar los dientes ni mejoran el sabor: son simplemente una decoración que puede hacerte daño.
7. El sudor no huele
Muchas personas creen que el mal olor del cuerpo humano proviene del sudor, pero eso no es verdad. El sudor es de hecho inodoro, ya que está compuesto casi completamente de agua. El olor proviene de las bacterias que viven en la piel. Ellas se alimentan de las sustancias químicas que se encuentran en el sudor y expulsan desechos, como cualquier otro organismo. Son estos desechos los que producen el mal olor.
8. Una jungla en el ombligo
Ya que estamos en el tema de las bacterias, tu ombligo está lleno de ellas. Lo creas o no, es hogar para unas 1400 especies de bacterias, creando un diminuto ecosistema localizado en el centro de tu cuerpo. Sin embargo, lo más curioso es que las pruebas tomadas de diferentes ombligos demostraron que estos ecosistemas se parecen mucho a los ecosistemas bacterianos que se pueden encontrar en las junglas. Muchas de las especies viven e interactúan en los dos sistemas de manera parecida. Es lógico, ya que ambos lugares se parecen en términos de temperatura y humedad. Sin embargo, si empiezas a oír sonidos extraños o rugidos provenientes del interior de tu ombligo, es probablemente hora de tomarse una buena ducha.
9. El surco nasolabial
¿Te has preguntado alguna vez para qué sirve la parte que se encuentra encima de los labios, un pequeño hoyuelo que los une? Acudimos con la respuesta: no sirve para nada. El surco es el punto en el que las dos mitades de la cara se unen durante el desarrollo prenatal y han sido un elemento creado durante tantas generaciones que resulta complicado imaginarse a alguien sin él.