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Independiente de Avellaneda



Historia:


La Fundacion

Había una vez un equipo formado por empleados de una tienda, que llegó a ser el máximo campeón internacional...
Así podría empezar un cuento que narre la trayectoria del Club Atlético Independiente. Pero no. Esta historia no tiene nada de cuento; es plenamente real. Y apasionante. Porque los orígenes del "Rey de Copas se remontan a décadas atrás de que se conquistara el primer trofeo continental.

Las hazañas del "Rojo de Avellaneda" comenzaron antes de ser rojos y de instalarse para siempre en Avellaneda. Los historiadores señalan a un Bar de los Hermanos Fuertes ubicado en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) al 584 como punto fundacional de esta pasión llamada Independiente. En Victoria y Perú funcionaba desde principios de siglo pasado una de las tiendas de mayor categoría de Buenos Aires: "A la ciudad de Londres". Un grupo de empleados tomó la decisión de formar un equipo de fútbol, al que bautizaron Maipú Football Club. Pero esta formación no le daba cabida a todos los trabajadores de la casa, como por ejemplo a los cadetes, aunque todos ellos pagaban religiosamente su cuota mensual de 50 centavos. Otro grupo de cadetes y vendedores eligió reunirse en el mencionado bar ubicado a metros de la tienda, a escondidas de los jefes, para encontrar una solución.

Ya había anochecido, el 4 de agosto de 1904, cuando estos empleados sin lugar en el equipo se reunieron a tomar un café. Rosendo Degiorgi, quien se desempeñaba en la sección zapatería, fue el primero en tomar la palabra. La propuesta era concreta, "independizarse" del Maipú Football Club y fundar un nuevo club. La totalidad de los presentes estuvo de acuerdo.

Asistieron Marcelo Degiorgi, Luis y Nicolás Bassou, Daniel Bevilacqua, Fernando Azispuru, Antonio y Nicolás Cabana, y J.F. Ipart. Entre todos se repartieron los cargos de la primera Comisión Directiva, y el honor de ejercer la primera presidencia provisoria recayó en Rosendo Degiorgi, por ser el impulsor de la idea. Una de las primeras misiones de los flamantes dirigentes consistió en sumar adherentes, tanto para el club como para formar el equipo.

Así fue como llegaron Manuel Pardiñas, Cristóbal García, Carlos y Ernesto Degiorgi, Manuel Martín, Severo Rodríguez, Alberto Ferrier, Arístides, Alfredo y Edelmiro Langone, Francisco Marystani y Juan Darnay. Todos se reunieron en la casa del aquel entonces Secretario, Rosendo Degiorgi. Entre las deliberaciones, quedó firme una intención: convocar a una nueva asamblea para oficializar la fundación. La cita era el 1° de enero de 1905, pero no se pudo realizar por falta de quórum. Igualmente, los que sí concurrieron, establecieron ese momento como la de la fundación oficial, y designaron a los inscriptos hasta esa fecha como socios fundadores.

Finalmente, se encontraron el 25 de marzo, donde se designó a Arístides Langone como presidente, a Daniel Bevilacqua como secretario y a Juan Artau como prosecretario. Carlos Degiorgi quedó en el cargo de protesoreso y los vocales fueron Andrés Ferrier, Víctor Camino y José Hermida. Entre las primeras medidas, se estableció una cuota de 25 centavos para los socios comunes y el doble para los que ocupaban cargos directivos, que, en principio, sería destinada a la compra de una pelota de cuero que costaba $8, 50 y un sello para las actas por el que pagaron $1, 50.

Así nació oficialmente el Independiente Foot Ball Club. Sus miembros ya no tenían que protestar más contra los compañeros de tienda que los apartaban del Maipú Football Club. Una nueva historia estaba comenzando, aunque ninguno imaginó cuán grande sería la gloria que les esperaba en los años por venir.






Decada del ´10


Independiente estaba inscripto en Segunda y Tercera División. En segunda tuvo un desempeño regular, pero en tercera debutó perdiendo con Atlanta ¡21 a 1!
Quienes recordaban aquel encuentro le echaban la culpa de la goleada a un arquero improvisado, aunque nunca mencionaban su nombre. Encima, pocos días después, el 9 de junio de 1907, debían enfrentar por primera vez en la historia al Racing Club, los vecinos de la Tablada de Avellaneda, junto a “los cuatro Ombúes”.

Estos rivales, agrandados por la Estrepitosa caída de Independiente, salieron a provocar con pintadas que pretendían anunciar una nueva debacle: ¡40 a 0!, se leía en las paredes del barrio. Pero llegó la tarde del choque y, con otro arquero, claro, vino la redención: la primera victoria ante Racing. Fue un 3 a 2 conseguido por el siguiente equipo: Bazarra, González y Paitz; Zetti, Hermida y Marcelo Degiorgi; Pomarini, Arregui, Tagliaferro, Pelufo y Rosendo Degiorgi. Este último, el mismo que fuera el primer presidente, marcó el gol del triunfo, que las crónicas de la época narraban así: “Faltaban dos minutos cuando el wing derecho Antonio Pomarini se hizo de la pelota, la llevó consigo largo trecho esquivando adversarios hasta que alcanzó la proximidad del área grande. Desde allí lanzó un centro que el otro wing, Rosendo Degiorgi, recibió a la carrera proyectando un formidable shot que batió la valla defendida por Marengo”. Un triunfo sobre Racing. El primero. Y en Avellaneda.

La popularidad creciente obligó a Independiente a afincarse en un campo con mayor capacidad. El presidente Juan Mignaburu lo encontró en la Crucecita, partido de Avellaneda, zona más conocida como Barracas al Sur. De inmediato se acordó el alquiler. Para inaugurarlo, se organizó el primer encuentro internacional del Club; Fue un 0 a 0 ante el Bristol de Montevideo, pero lo trascendente no fue ni el resultado ni el rival, sino la vestimenta del recientemente bautizado Club Atlético Independiente.

Ese día vistió por primera vez la camiseta roja. La idea surgió del presidente Arístides Langone, cuando vio jugar al NottinghamForest de Inglaterra, que había pasado por Argentinaen 1905 en busca de partidos amistosos que reforzasen su experiencia para el ya popular campeonato inglés. “Quiero esos colores para Independiente -se dijo para sí Langone-, ¡Parecen verdaderos diablos rojos!” Para que ese apodo se pegara al nombre de la Institución faltaban todavía dos décadas, pero bajo la tela roja ya flameaba ese fuego que desde siempre distinguió a Independiente. En 19009 el equipo que participaba en Segunda División ganó la Copa Bullrich, el primer trofeo importante, luego de vencer a Gimnasia y Esgrima, Ferro y San Isidro.

Esa escuadra formaba con Buruca Laforia; Deluchi y Ochoa; Moretti, Scala y Amadeo Larralde; Ibáñez, Collazo, Leal, Viegas y Miguel Larralde. El arquero, José Buruca Laforia, era el mismo que había defendido la valla del Alumni multicampeón de la primera década del siglo XX. Sí, eran tiempos dominados por el Alumni. Estaba apareciendo Racing con su fútbol criollo, lo que le dio el nombre de “La Academia”.

Se habían fundado casi todos los clubes importantes del fútbol argentino, pero Independiente ya se distinguía por una manera de jugar que impuso como un sello a lo largo de sus 100 años: el buen fútbol. Fueron los comienzos de una tradición, la que enseguida lo llevaría a la Primera División. Fue en 1911, luego de igualar 1 a 1 (resignando Independiente el título), en el desempate por el ascenso, con Porteño.

Al año siguiente, la flamante Federación Argentina de Football invitó a Independiente a participar en su campeonato de Primera, en lo que fue la primer gran escisión del fútbol argentino. Y quedó en la historia como el último ascenso, porque desde ese entonces nunca descendió; un privilegio que comparte junto a Boca y River, el de ser los únicos que jugaron en la elite durante todo el profesionalismo.

A este récord se le sumarían muchos más. Pero ya se dijo, la década del ’10 fue toda de Racing, aunque así y todo, Independiente, convertido en su clásico rival, lograría la hazaña de ser el único equipo que lo vencería en 1917, cuando se impuso por 1 a 0. También le había ganado en 1915, pero el equipo celeste y blanco protestó ante el tribunal por la indebida inclusión del jugador Capelletti y terminó quedándose con los puntos.




Década del ´20


La década del ’20 llegó con todo el lujo que traía le Europa de Posguerra. Los argentinos, definitivamente, habían adoptado el fútbol como su deporte y la pasión se reflejaba en cada partido.
Por entonces, todos a cancha llena. Y más todavía en el mayor clásico de esos años: Independiente vs. Racing. Porque Boca y River militaban en diferentes asociaciones y no empezaron a cruzarse tan seguido sino hasta la llegada del profesionalismo. Los dos de Avellaneda eran los máximos protagonistas y, tras una década racinguista, llegaron los años de Independiente.

En 1922 apareció en la Primera un muchacho robusto, de 19 años, dueño de un potentísimo remate con pierna derecha y, además, un eximio cabeceador. Su nombre era Manuel Seoane y pronto lo llamaron “La Chancha”. Empezó a jugar al lado de un joven delgado, de aspecto frágil, llamado Raimundo Orsi. Juntos les dieron vida a ala izquierda de Independiente, que ese año ganó su primer torneo de Primera División. Sí, “Independiente Campeón”, es el grito que habría de multiplicarse a lo largo del siglo. El equipo formaba con Isusi, Ferro y Ucar; José Pérez, Ronzoni y Scoffano; Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi.

El Rojo ya era un grande, ahora con un título. La rivalidad con Racing crecía más allá de las canchas de fútbol, más allá de Avellaneda y Buenos Aires. El clásico estaba en boca de todo el país.

Las temporadas pasaban e Independiente crecía. En 1923 un incendio destruyó la vieja cancha de La Crucecita. Luego recaló en Alsina y Cordero; esta vez para siempre. Independiente venía ganando tres ediciones consecutivas de la Copa Competencia (importante torneo que se adjudicó en 1924, 1925 y 1926, y ya había obtenido en 1917, ganando la final argentina), y en medio de un amateurismo que no daba para más, conquistó su segundo campeonato de la Asociación Amateurs de Football. Invicto. Fue en 1926, con esa legendaria delantera de Canevari, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi. Los Rojos sumaron 46 puntos, uno más que San Lorenzo. Independiente, campeón de la Asociación Amateurs de Football y Boca el otro campeón de la Asociación Argentina, jugaron dos partidos que terminaron 0 a 0. No hubo definición.

Ese campeonato de 1926 fue testigo del surgimiento del apodo de los “Diablos Rojos”. La imagen apareció del ingenio del periodista Hugo Marini, del diario Crítica.
Los elogios no le quedaban grandes a ese equipo. Tenía un fútbol exquisito. Para muchos, Manuel Seoane fue el mejor jugador argentino de la historia. Claro, no había aparecido Diego Maradona, pero vale la opinión. Cuando Europa descubrió a Orsi, en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, en 1928, no tardó en llevárselo. Triunfó en Juventus y fue el primer argentino, junto a Monti, Guaita y Demaría, en ganar un Mundial. Claro, lo hizo con la Selección Italiana.

Los años amateurs llegaban a su fin, pero antes, Independiente marcaría un hito: el 4 de marzo de 1928 inauguraba el primer estadio de hormigón armado de toda Sudamérica. El empate en dos goles con Peñarol fue sólo una anécdota para los amantes de la estadística. La vieja cancha de tablones quedaba en el recuerdo. El cemento fue un lujo para la época, convirtiéndose en escenario de grandes hazañas.




Década del '30


En 1931, el fútbol argentino comenzó un camino creciente, el de la profesionalización. Los jugadores pasaban de una institución a otra por dinero.
En Independiente ya eran “Los Diablos Rojos de Avellaneda”, cuando en esa primera temporada profesional dos cracks del amateurismo, Ravaschino y Seoane, empezaron a compartir el ataque con un pibe al que todos llamaban el “Cuila”. Pronto los diarios empezaron a hablar de su nombre: Antonio Sastre. El primer rival fue Racing. Pero tuvo inconvenientes en formar el equipo y el partido se postergó para el final de la temporada. Así fue como Independiente debutó en la segunda fecha, con un empate 1 a 1 ante Argentinos. Ese partido formó con: Sangiovanni; Ferro y Chiarella; Bartolomedi, Gros y Echeverría; Fazio, Sastre, Ravaschino, Seoane y Constante. La semana siguiente, la mismo formación consiguió el primer triunfo del profesionalismo ante Huracán por 3 a 1.

A comienzos de los ’30, Independiente ya sumaba 5.400 socios y ese poder económico le permitió contratar a tres futbolistas uruguayos: Roberto Porta, Juan Carlos Corazo (abuelo materno de Diego Forlán) y Juan Carlos Ferrou.

El gran equipo que comenzaba a gestarse, estuvo a punto de conquistar el torneo de 1932. Recibía a Racing en la última fecha y de entrada quedó en desventaja aunque igualmente podía dar la vuelta olímpica y con el título asegurado Independiente reguló sus fuerzas, porque River, supuestamente, también estaba perdiendo con San Lorenzo. Supuestamente, porque por entonces, sin radios portátiles, los resultados de las otras canchas se seguían a través de los tableros que la revista Alumni instalaba en cada estadio.

El encargado de colocar los resultados en Alsina y Cordero era hincha de River y prefirió ocultar la verdad: hacía varios minutos que los millonarios habían empatado. Los jugadores del Rojo miraban el tablero de reojo y con el silbato final se fundieron en fuertes abrazos. En ese instante, el encargado del tablero puso el gol de River. Los hinchas lo querían matar. Tuvo que disputar una final de desempate ante River, en cancha de San Lorenzo. La perdió 3 a 0.

En 1933 llegó el arquero Fernando Bello, un año después lo hicieron Celestino y Antonio Martínez y Arsenio Pastor Erico. Pero para la gloria flataban todavía cuatro años. En 1935 se sumó José Zorrilla y volvió Orsi, después de ser campeón mundial con la Selección de Italia. En el ’37 se incorporaba Vicente de la Mata, con sólo 17 años y una gambeta increíble. Con su inclusión, se formaba un trío de ataque terrible, junto a Erico y Sastre. Juntos marcaron 556 goles.

El Rojo salió sexto en 1933, segundo en 1934 y 1935. En 1936 se quedó con la quinta ubicación, además de inaugurar la sede de la Avenida Mitre 470; por entonces el número de socios trepaba a 18.000. En el ’37 volvió a ser subcampeón. El primer título profesional llegó en 1938, con dos puntos de ventaja sobre River. El equipo que consiguió el campeonato era: Bello; Lecea y Coletta; Franzolini, Leguizamón y Celestino Martínez; Vilariño, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla.

Erico volvió a ser el goleador del torneo, al igual que en 1937 y luego repitió en el ’39. Ese equipo desplegaba un fútbol formidable. En el camino hubo goleadas memorables, como el 8 a 0 sobre Almagro y el 9 a 2 ante Chacarita.

El campeonato de 1939 también quedó para el Rojo. También vencieron a Peñaron y ganaron el título de Campeones Rioplatenses. Este equipazo hizo 218 goles (83 los anotó Erico). El torneo de 1938 lo ganó con 82,8% de eficacia y el segundo con el 82,3%. Fue el equipo más goleador del fútbol con 115 goles en 32 partidos en 1938 y 103 en 34 partidos en 1939. Siempre jugaba a cancha llena. La familia entera estaba presente en los estadios. Las claves: una defensa impasable y un ataque demoledor.




Década del '40


Independiente resolvió arrancar el torneo de 1940 sin ninguna incorporación. La decisión fue acertada. Arrancó con un 8 a 1 sobre Estudiantes de La Plata, 5 a 0 a Vélez y un terrible 7 a 1 a Boca.
Pero más allá de los resultados, la gente de Independiente esperaba el choque con Racing. Luego de los dos campeonatos, 1940 quedaría en el historial marcado por una segunda posición.

Cuando Racing visitó a Independiente se fue con un 7 a 0 difícil de olvidar. El periodista Félix Daniel Frascara describió en las páginas de El Gráfico: “Creíamos que el primer tiempo terminaba sin goles, cuando Leguizamón embocó un cabezazo. Al ratito nomás, y también de cabeza, Erico anotó el segundo. Después, en la etapa complementaria, todo se veía colorado. Racing fue empalideciendo como una de esas malas fotografías que los años borran. Zorrilla señaló un gol a lo maestro, cabeceando casi al ras del suelo, y al rato De la Mata. ¿Qué iba a hacer Racing si no tenía nada? Empezó el éxodo de los hinchas visitantes. Hacia la media hora, Salomón sintió los efectos del calor -va sin segunda intención- y se fue de la cancha. Como los restantes hacía rato que se habían “ido”, también quedó Independiente solo. Y llegaron tres goles más. De un grupo de hinchas ubicados en las plateas partió un saludo dirigido al wing de Racing:
-Good bye, Chueco...

El Chueco García lo miró al del chiste y guiñándole un ojo le dijo:
-No te vayas. Todavía puede ganar Independiente.
Y estaban seis a cero”.
Los tres goles restantes, los marcaron Erico, Zorrilla y De la Mata. Fue la tarde del 3 de noviembre de 1940 en Alsina y Cordero, Avellaneda.

En 1941 Zorrilla dejó el fútbol por una lesión. Ese año Independiente se tuvo que conformar con el quinto puesto. En el ’42 se cayó en la campaña más baja hasta entonces, en cuanto al rendimiento. Salió noveno a 18 puntos de River, pero el dato negativo lo marca que por primera vez perdió más partidos de los que ganó (12 y 10). Fue el año que no jugó Erico por un conflicto económico y también el de la despedida de Antonio Sastre quien terminó su carrera en el San Pablo de Brasil.

En 1943 se solucionó el problema con Erico. Durante su ausencia se habían probado siete centrodelanteros, pero ninguno estuvo a su altura. Terminó sexto, y en 1944 quinto. En 1945 se quedó con el tercer lugar, y resaltó en la campaña el triunfo sobre Racing por 5 a 1, partido en el que Independiente hizo de local en la Bombonera. Fue el último clásico de Erico. Por entonces el club tenía más de 26.000 asociados. En 1946 quedó sexto, a doce puntos de San Lorenzo, el campeón. La tercera posición conseguida en 1947 no alcanzaba, era hora de celebrar otra vez.

El comienzo de 1948 estuvo acorde a lo que vendría: el Rojo aplastó a Central 10 a 2. Uno de los picos de emoción llegó en la fecha 25°, o cuando perdía 3-1 con River, el último campeón, y terminó ganando 4-3. Un conflicto laboral con los futbolistas determinó una huelga general y ése fue el último partido que jugó con profesionales.

Racing marchaba en punta con una unidad más que Independiente. La AFA decidió que las cinco fechas que restaban se jugaran con futbolistas aficionados. En la reanudación ante Lanús, salieron a la cancha: López; Nito Veiga y Riera; Ledesma, Arias y Cusin; Berdía, Paramidani, Sande, Lorenzo y Reula. Ganaron tres encuentros, empataron uno y perdieron el otro, ganando el torneo con cuatro puntos de ventaja sobre River. En ese final el Rojo venció 1 a 0 a Racing con gol de Gabriel Gil. Después de esa derrota los vecinos de Avellaneda retiraron su equipo de la competición.

Se fueron Mario Fernández y Camilo Cervino. Para reemplazar al primero aparecía un número 10 que marcaría su nombre en la historia del club: Ernesto Grillo.




Década del '50


En 1952 Rodolfo Michelo volvió a Independiente, el club que lo había formado, luego de un préstamo a Argentino de Quilmes. Esa temporada se paró el campeonato durante 41 días debido al duelo por la muerte de Eva Perón.
El Rojo quedó tercero pero empezaba a formarse una delantera que disfrutarían todos los argentinos: Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz. En 1953, la delatera completa de la Selección. Micheli fue el oportunismo práctico; Cecconato, el motor; Lacasia fue el cerebro; Grillo, habilidad y fuerza; y Cruz, la velocidad. El 14 de mayo Argentina venció por primera vez a Inglaterra por 3 a 1, ante más de 85.000 personas en el Monumental, con dos tantos de Grillo y uno de Micheli. El 5 de julio con los cinco delanteros rojos, Argentina venció a España 1 a 0 con gol de Grillo.

Independiente brillaba en el plano internacional. El 8 de diciembre de 1953, más de 60.000 madrileños salían al estadio Chamartín -hoy Santiago Bernabeu- sin comprender lo que acababan de ver. Real Madrid, el puntero de la liga española, terminaba de ser humillado por el equipo de Avellaneda con un 6 a 0 que no dejaba lugar a excusa alguna. Esa tarde el equipo formó con Abraham; Barraza y Violini; Arias, Emilio Varacka y José Varacka; Micheli, Cecconato, Bonelli, Grillo y Cruz. Los goles fueron marcados por Micheli en tres oportunidades y por Grillo, Bonelli y Cecconato. Nunca más el Real volvió a sufrir una derrota tan aplastante jugando de local. Otro hito en la historia roja.

La década continuó sin éxitos en el campeonato local. En 1954 Micheli y Bonelli -quien reemplazó a Lacasia- sumaron 30 goles, pero Independiente fue subcampeón, a cuatro puntos de Boca, equipo al que venció 3 a 1. Fue la tarde del 15 de agosto, cuando se vendieron 62.000 entradas en Avellaneda, un récord en el profesionalismo.

Esa jornada, la 17°, quedó marcada en la historia del fútbol argentino: fue la de mayor concurrencia a los estadios. En los ocho partidos se vendieron 160.066 entradas, a un promedio de 20.000 por partido; las que sumadas a los socios, totalizaron una fecha con 300.000 espectadores. Cuarto en el ’55, séptimo en el ’56 y octavos en el ’57, Independiente seguía sin deslumbrar en el campeonato. Octavo en 1958, al año siguiente comenzó a acercarse a la punta y terminó tercero.




Década del '60


1960 fue el año en el que Independiente volvía a dar una vuelta olímpica, jugando de local en Racing por la remodelación del estadio.
Muchos clubes se sumaron a la tendencia de contratar figuras extranjeras, aunque la mayoría de ellas les dio escasos resultados. Uno de los mejores equipos resultó ser Argentinos, pese a su modesto presupuesto y a ser el único que no compró extranjeros.

1960 fue, además, el año en el que Independiente volvía a dar una vuelta olímpica, jugando de local en Racing por la remodelación del estadio. Habían llegado los uruguayos Vladas Dousksas, Alcides Silveira, Tomás Rolan, Leiva y Méndez (los dos últimos jugaron un solo partido), el arquero Toriani y Jorge Vázquez.
El equipo siempre se mantuvo en los primeros puestos. Formaba con: Toriani; Navarro y Rolan; Acevedo, Maldonado y Silveira; Vázquez, Douksas, Walter Jiménez, D’Ascenzo y Ricardo Giménez. El título cerraba una etapa recordada por una delantera espectacular pero sin festejos. Éste era el cuarto título profesional. Se venía una etapa en la que los festejos serían una costumbre de Independiente.

Sexto en 1961 y cuarto en 1962, Independiente seguía creciendo en el plano institucional. Sobrepasaba los 45.000 socios y contaba con un estadio recientemente remodelado. Aparecían jóvenes valores de las inferiores como Miguel Ángel Santoro, Osvaldo Mura, Raúl Bernao, Marcos Conigliaro y Néstor Rambert. Otros, como Rubén Marino Navarro y Roberto Ferreiro ratifican sus condiciones. Y para la temporada ’63 llegan desde Chacarita Mario Rodríguez y Raúl Savoy. En la última parte del campeonato se incorporó el técnico Manuel Giúdice, quien conduciría al equipo a los logros importantes que se venían.

Llegó a la última fecha puntero y con dos puntos de ventaja sobre River. El título se consiguió de la manera menos esperada, con un final desagradable. Independiente venció 9 a 1 a San Lorenzo en eun partido irregular. Los jugadores del rival, molestos por el arbitraje, empezaron a aplaudir los goles de Independiente sin poner, prácticamente, oposición a cada avance. Con la base de ese equipo, más las incorporaciones de Santoro y Juan Carlos Guzmán, llevaron al Rojo al segundo puesto en 1964. Fue el momento de una racha invicta de 37 partidos, que incluyó un 5 a 1 al Santos de Pelé.

En 1964 se funda una mística copera grabada a fuego en la historia de Independiente y del fútbol argentino: la de los brazos en alto. Arrancó la campaña con un 4 a 0 sobre Alianza Lima. En ese grupo dejó de lado también a Millonarios de Bogotá. Pero el plato fuerte apareció en las semifinales, cuando derrotaron dos veces al Santos, aunque sin Pelé. En el partido de ida en el Maracaná el Rojo ganó 3 a 2 después de estar dos goles abajo. El desquite fue 2 a 1.

En la primera final, disputada en Montevideo, Independiente sacó un empate sin goles ante Nacional, con una gran actuación de Santoro. La revancha en Avellaneda fue con un triunfo (1 a 0), con gol de Mario Rodríguez. ¡Independiente campeón invicto! ¡El primer equipo argentino que levanta la Copa!. Con esta conquista, accedió al derecho de disputar la Copa Intercontinental ante el Inter de Milán. Fueron tres partidos, contando el desempate en Madrid. En el Santiago Bernabeu se tuvo que llegar a los 30 minutos adicionales para que Mario Corso desnivelara el resultado a favor del conjunto milanés.

1965 fue un año similar. Con festejo continental y una nueva frustración ante el mismo Inter. En la Libertadores, Independiente se sumaba directamente en las semifinales en su condición de último ganador. Aparecieron Ricardo Pavón, Roque Avallay y se afirmó Vicentito De la Mata. Independiente necesitó tres encuentros para superar a Boca -lo hizo por diferencia de gol- y otros tres para doblegar a Peñarol en las finales, 1 a 0 en Avellaneda y derrota por 3 a 1 en el Centenario. Bernao, Avallay, Mura y Pérez anotaron para el 4 a 1 en el desempate jugado en Santiago de Chile. Al igual que el año anterior, este logro significó el pasaporte para luchar por la Intercontinental. Y fue otra vez el Inter quien venció a Independiente 3 a 0 en Milán y apeló al catenaccio para aguantar el 0 a 0 en Avellaneda.

En el plano local, Independiente terminó duodécimo en 1965, a 19 puntos de Boca. Un año después fue sexto, mientras que en la Copa era eliminado por River en semifinales. En 1967 la AFA crea un nuevo torneo, el Nacional. En el Metropolitano del ’66 llegó hasta semifinales. Pero la gran explosión de fútbol rojo apareció en el Nacional. Fue uno de los últimos equipos que formó con el sistema 2-3-5. Superó sin atenuantes a los equipos del interior pero también fue verdugo de los porteños. La consagración en el final se produjo nada menos que ante Racing. Fue una fiesta, con otro 4 a 0; goles de Artime, Tarabini Savoy. Esa aplanadora goleadora es dueña del récord de efectividad desde que empezó el profesionalismo: conquistó el 86,67% de los puntos. El técnico era el brasilero Brandao.

La formación que actuó en la mayor parte del campeonato fue el siguiente: Santoro, Monges y Pavoni; Ferreiro, Pastoriza y Acevedo; Bernao, Savoy, Artime, Yasalde y Tarabini. Una nueva participación en la Libertadores de 1968, disminuyó las posibilidades en los torneos locales. El equipo quedó quinto en su zona del Metropolitano y undécimo en el Nacional. En el ’69 ascendió a la cuarta posición en los dos campeonatos.




Década del '70


Otra vez, Independiente empezó en las semifinales en la Libertadores de 1974. En esta instancia se midió con Peñarol y el Huracán de Menotti. Dos triunfos y dos empates lo pusieron en la final ante el San Pablo.
El primer encuentro, jugado en Brasil, fue ganado 2 a 1 por los locales. El desquite se llevó a cabo cuatro días después e Independiente ganó 2 a 0. Otra vez tercer partido. Fue en Santiago de Chile, ante 45.000 personas, donde el Rojo se impuso por 1 a 0. El gol lo anotó Pavoni de penal y posteriormente, el arquero Carlos Gay le atajó uno a Zé Carlos. El equipo que nuevamente trajo la Copa formó con Gay; Comiso, López, Sá y Pavoni; Galván, Raimondo y Semenewicz; Balbuena, Bochini y Bertoni.

La segunda Copa Interamericana, lograda en 1974, se jugó contra el Deportivo Municipal de Guatemala. El 24 de noviembre el Rojo ganó por la mínima diferencia con gol de Bochini. La revancha, dos días después, los guatemaltecos se impusieron por el mismo resultado. Después del suplementario sin goles llegaron a los penales. Allí el Rey de Copas ganó 4 a 2. Gay contuvo un penal.
En 1975 se jugó la Copa Intercontinental correspondiente al año anterior frente al Atlético Madrid (reemplazó al Bayern Munich, que desistió). En Avellaneda ganaron los argentinos 1 a 0 con gol de Balbuena. Luego, los españoles vencieron 2 a 0 y se llevaron la Copa, porque se había modificado la reglamentación a último momento.

En ese 1975 concluyó la impresionante serie inigualada de cuatro Copas Libertadores seguidas. Arrancó perdiendo en las semifinales ante Rosario Central y ante el Cruceiro, 2 a 0 y como visitante. Independiente estaba virtualmente eliminado. Sin embargo, doblegó por el mismo resultado, en la revancha, a los rosarinos. Al Cruceiro había que ganarle en la Doble Visera por tres a cero para llegar a la final. ¡Independiente lo logró! Pavoni (de penal), Bertoni (olímpico) y Ruiz Moreno (de cabeza), anotaron los goles.

Las finales se jugaron contra la Unión Española de Chile. En Santiago, el Rojo cayó 1 a 0 sobre la hora. En Avellaneda, los argentinos ganaron 3 a 1 con tantos de Percy Rojas, Pavoni y Bertoni. El desempate se realizó en Asunción del Paraguay. Independiente ganó 2 a 0 con goles de Ruiz Moreno y Bertoni de tiro libre. La Copa Interamericana de ese año no se disputó. El rival debía ser el Transvaal de Surinam, pero desertó.

Ricardo Bochini y Daniel Bertoni se habían convertido en figuras espectaculares, de fama internacional. Fueron los factores esenciales de un poderío ofensivo asombroso, que apabulló rivales y asombró a los amantes del fútbol efectivo y bien jugado.
En 1976 se obtuvo la tercera Copa Interamericana ante el Atlético Español de México. Los partidos se disputaron en Venezuela. El 26 de agosto igualaron 2 a 2 con goles de Bochini y Villaverde, quien convirtió allí el único gol de su brillante carrera en el Rojo. Tres días más tarde volvieron a empatar, esta vez 0 a 0. En los penales Independiente fue más efectivo y ganó 4 a 2. Gay volvió a contener un remate rival.

El 20 de noviembre de 1977 Independiente arrancó el torneo Nacional bajo las ordenes de José Omar Pastoriza. La primera rueda fue casi un trámite, producto de cinco partidos ganados, un empate y una derrota. En la segunda, ganó cinco encuentros consecutivos.

A dos fechas para las semifinales, el Rojo perdió dos partidos al hilo pero eso no impidió el pase a la siguiente etapa, donde enfrentó a Estudiantes. Independiente se clasificó después de empatar 1 a 1 en la Plata y en Avellaneda y definir la serie en el alargue con los goles de Trossero y Bochini.
La final fue Talleres de Córdoba. En la Doble Visera igualaron 1 a 1. La revancha se jugó el 25 de enero de 1978. Fue una de las más grandes hazañas del fútbol argentino. El partido estaba 1 a 1 gracias a los goles de Outes y Cherini. A los 29 el partido se desvirtuó. Un gol de Bocanelli con el puño fue el causante. Los jugadores de Independiente no aceptaron la decisión del juez y comenzaron un reclamo airado. Como consecuencia fueron expulsados: Trossero, Larrosa y Rubén Galván. Faltaban 15 minutos, Independiente necesitaba empatar para ser campeón pero parecía imposible por la diferencia numérica. Pastoriza puso en la cancha a Biondi y Bertoni para ir por el milagro. Y el empate llegó. Bochini, tras una pared con Bertoni, de zurda, derrotó al arquero Gibaudo. Era el 2 a 2, el delirio de todos los visitantes, el silencio de un público cordobés que miraba atónito una definición inesperada.

Con el recuerdo de la hazaña, Independiente también se queda con el Nacional del ’78. El Rojo dejó en el camino a Colón en los cuartos de final y a Talleres de Córdoba en la semi. La final fue ante River. Fue 0 a 0 en el Monumental y 2 a 0 en Alsina y Cordero con dos goles de Bochini. Otra vez campeón.




Década del '80


Aquel Independiente que consiguió el título del ’83 fue un gran equipo, que venía de dos subcampeonatos y culminó si ciclo al año siguiente con la obtención de la Copa Libertadores y de la Intercontinental.
Jugadores de la calidad de Bochini, Marangoni, Burruchaga, Trossero, Villaverde, Giusti, vistieron la casaca roja por esos años.

En el comienzo del certamen local, Independiente alternaba buenas y malas. En la última fecha de la primera ronda el Rojo se quedó con el clásico de Avellaneda, jugado en cancha de Huracán, por 2 a 1. En la fecha 27° se produjo la última derrota del equipo, fue 2 a 0 frente a San Lorenzo en Avellaneda. La última jornada sería histórica: frente a Racing de local, con posibilidad de dar la vuelta olímpica para unos y de irse al descenso para otros. Ganó el Rojo 2 a 0, con goles de Giusti y Trossero; se consagró campeón y condenó al rival de siempre al descenso. Ese día, Independiente formó con Moriconi; Zimmerman, Villaverde, Trossero y Clausen; Giusti, Marangoni, Bochini y Burruchaga; Enrique Sánchez y Percudani.

La Libertadores comenzó el 29 de febrero de 1984. Independiente pasó sin problemas su grupo, formado por Estudiantes y los paraguayos Sportivo Luqueño y Olimpia. La serie semifinal era en zonas de tres y los rivales fueron Nacional de Montevideo y Universidad Católica de Chile. La fórmula resultó perfecta: empates como visitante y triunfos como local.

En la final ante el Gremio, Independiente jugó el famoso “partido perfecto” en Porto Alegre. El Rojo ganó 1 a 0. Los brasileros no podían reaccionar ante el toque de los visitantes, que presionaron los 90 minutos. Levantaron el murmullo en todo el estadio y recibieron quince minutos de aplausos. La revancha en Avellaneda finalizó sin goles. Independiente ganaba la Libertadores por séptima vez en su historia.

El 9 de diciembre, ante 62.000 personas, se jugó la final intercontinental en Tokio ante el Liverpool. Independiente abrió rápidamente la cuenta con un gol de Percudani. Fue el único gol del partido. Los ingleses buscaron por todos los medios pero no llegaron al empate. Los once del Rojo fueron: Goyén; Clausen, Villaverde, Trossero y Enrique; Burruchaga, Giusti, Marangoni y Bochini; Percudani y Barberón.

El lunes 4 de enero de 1988, al mismo tiempo que Percudani se iba a jugar a Europa, Jorge Solari se hacía cargo de la dirección técnica. El equipo base de aquel campeón de 1988/89 tenía a Sergio Vargas y al uruguayo Eduardo Perira en el arco; Clausen, Monzón, Rogelio Delgado y Ríos en el fondo; Rubén Darío Insúa y Bochini los dueños de la mitad de la cancha; y los delanteros recién adquiridos Marcelo Reggiardo y Carlos Alfaro Moreno.
Aquel fue el único torneo de la AFA en el que se definía por penales si los partidos terminaban empatados en los 90 minutos.

La primer rueda fue irregular, pero terminó con un triunfo en el Monumental frente a River por 2 a 1. En la segunda el equipo levantó el nivel y sufrió sólo dos derrotas en 19 partidos. El 4 a 1 ante Racing en definición por penales fue la antesala del título.
Independiente finalizó el campeonato con todo. Le ganó a Armenio y a River. Otro festejo. Esta vez de la mano de Jorge Solari, con la manija de Ricardo Bochini y los aportes fundamentales del uruguayo Pereira y Sergio vargas en el arco, Rubén Insúa en el medio y Reggiardo y Alfaro Moreno adelante. Se superaron Momento complicados, como las derrotas o las exclusiones de dos figuras como Marangoni e Islas.




Década del '90


En el Clausura ’94, es necesario empezar por el final... o por la final. Por primera vez en el profesionalismo, los dos únicos equipos con chances de ganar el título se encontraron en la última fecha. Huracán , el puntero, con 25 unidades, e Independiente, el escolta a un punto.
Un marco impresionante de gente dejó en las boleterías de la Doble Visera más de setecientos mil dólares y vivió una fiesta roja excluyente. El mejor partido jugado en todo el campeonato por el equipo de Miguel Brindisi se vio reflejado en el 4 a 0 final.

Independiente bajaba de esta manera al “Globo” de la punta y se consagraba como nuevo campeón de AFA. Ese 28 de agosto, los goles los anotaron Rambert, Garnero, Couceiro e/c y Gareca. Ese equipo tenía varias figuras: Islas, Rotchen, Perico Pérez, Gustavo López y Usuriaga, entre otros.

Brindisi llegó en reemplazo de Pedro Marchetta, técnico con el que el Rojo había logrado un subcampeonato en 1993. Enseguida se ganó el cariño de la gente, por el gran nivel de juego y por los buenos resultados. Apenas logrado el Clausura, todas las fichas en la última parte del año se pusieron en la Supercopa, el único título internacional que el Rey de Copas no había logrado hasta ese momento.

La contundencia también se hizo presente en ese certamen. Independiente dejó atrás en los octavos de final al Santos despachándose con un 4 a 0 en la revancha jugada en Avellaneda después de perder por la mínima en Brasil. En los cuartos se enfrentó con el Gremio. Se trajo un valioso empate de Porto Alegre y a la vuelta ganó 2 a 0. En la semi otro brasilero: el Cruceiro. Al igual que frente al Santos, el Rojo cayó 1 a 0 en Brasil y goleó 4 a 0 en la Doble Visera. La final era nada menos que ante Boca, como cinco años atrás cuando los Xeneizez se impusieron por penales. Esta vez, la alegría fue para Independiente. Después del 1 a 1 en la Bombonera, llegó el gol de Rambert en la revancha que puso el 1 a 0 final y le dio el trofeo al equipo de Brindisi.

La Copa Libertadores de 1995 no trajo buenas noticias. Independiente quedó eliminado rápidamente. La Recopa Sudamericana era el nuevo objetivo. El partido se jugó el 9 de abril en Japón ante Vélez. Con gol de José Serrizuela en la segunda etapa, el Rey de Copas conseguía otro lauro.

Varios cambios se sucedieron en la segunda parte de ese año, entre los que se destacan el cambio de entrenador y de varios jugadores. El Zurdo López se hizo cargo del equipo y llegaron Mondragón, Domizi, Acuña, Dorta y Alvez, entre otros. El equipo no lucía, pero con mucho esfuerzo y amor propio conquistó nuevamente la Supercopa al vencer en la final al Flamengo. Fue 2 a 0 en Avellaneda y derrota 1 a 0 en el Maracaná ante 120.000 brasileros. El Rojo se deba el gusto de dar la vuelta olímpica en ese mítico estadio.

El 20 de agosto de 1996, César Luis Menotti asumió como nuevo entrenador. Su ciclo duró hasta el 23 de agosto de 1999 -con un lapso muy breve a mediados del 1997-, cuando se fue a dirigir a Italia. Tuvo momentos brillantes y otros no tanto. Finalizó segundo en el Apertura ’96 y se dio el gusto de ganarle al Boca de Bilardo en la Bombonera. En la primera ida del Flaco llegó para sustituirlo Ricardo Gareca. Con el Tigre, Independiente perdió una gran posibilidad de entrar en la Copa Libertadores de 1998 cuando perdió un desempate frente a Lanús.

Después de ese traspié, Menotti se volvió a hacer cargo del primer equipo, pero no tuvo el mismo éxito que en su primera etapa y los malos resultados lo obligaron a dar un paso al costado. Enzo Trossero lo reemplazó en las primeras fechas del torneo Apertura ’99.




Década del 2000


El nuevo siglo se presenta hasta el momento con más tristezas que alegrías. En el comienzo, y de la mano de Enzo Trossero, se formó un equipo competitivo que finalizó segundo detrás de River.
Daniel y Ariel Montenegro, Bruno Marioni, Faryd Mondragón, Estaban Cambiasso y Gabriel Milito, eran las principales figuras de ese Independiente. Trossero recibió una tentadora oferta para dirigir al seleccionado suizo y se marchó una vez finalizado el Clausura.

Osvaldo Piazza llegó al Rojo después de lograr un título con Vélez y de hacer una brillante campaña con Colón. En Avellaneda no tuvo la misma suerte. Dirigió al equipo en el Apertura 2000 y en el Clausura 2001. No consiguió convencer a los hinchas, en lo futbolistico y mucho menos en los resultados. Sólo se destacan la goleada 3 a 0 frente a Boca en Avellaneda y el triunfo 2 a 0 en el clásico ante Racing en el Cilindro en diciembre de 2000. Independiente merodeo siempre los últimos puestos en las posiciones.

A mediados de 2001 regresó Trossero tras su fugaz paso por Suiza. A Enzo le tocó volver nada menos en el torneo Apertura de ese año, que finalmente vería como triunfador a Racing, después de 35 años. Ariel Rocha, Hernán Franco, Pablo Guiñazú, Andrés Silvera, Livio Prieto, Diego Forlán y Matías Vuoso, eran algunos de los integrantes del equipo en ese campeonato. Trossero no siguió y Néstor Clausen, que estaba a cargo de las Divisiones Juveniles, agarró el equipo los primeros seis meses de 2002.

Con muy poca cantidad de jugadores, sólo se incorporaron Federico Insúa y Pablo Cuba, y muchos chicos de las inferiores, el Negro Clausen no pudo conseguir buenos resultados, aunque se le volvió a ganar a Racing, y se fue antes de finalizar el torneo. Américo Gallego se hizo cargo del equipo en las ultimas siete fechas. Logró cinco empates y dos derrotas. La cosa parecía no levantar nunca.

Para la segunda parte del año, el club incorporó a Daniel Montenegro, Federico Domínguez, Lucas Pusineri, Leonardo Díaz, Juan José Serrizuela y Diego Castagno Suárez. Ellos, sumados a Insúa, Guiñazú, Milito, Silvera y Franco, lograron el título después de ocho años y con una gran contundencia. Goleadas inolvidables como ante Racing (4 a 1), Colón (7 a 1), Chacarita (6 a 2) y Talleres (4 a 1), le fueron dando al equipo un nivel extraordinario, y la gente agradecida. A pesar de eso tuvo que sufrir hasta el final.
Faltando cinco fechas, el Rojo le llevaba ocho puntos a River y Boca, pero se fue quedando y llegó al partido 18 frente a los Xeneizes con sólo tres puntos de diferencia sobre ellos.

La historia es más que conocida: Al conjunto del Tolo se le escapaba el título hasta que a dos minutos del final Pusineri logró el empate de cabeza para mantener la diferencia e ir más tranquilo al Nuevo Gasómetro. El 1° de diciembre los hinchas de coparon el estadio de San Lorenzo para ver una nueva consagración. Otra goleada (3 a 0) le dio a Independiente el merecido campeonato, con un equipo que fue considerado uno de los mejores de la Argentina en los últimos años. No sólo había felicidad por el logro, sino también porque se estaba volviendo a la Copa Libertadores después de nueve años.

En 2003 no se pudo seguir con esa sintonía. Con los mismos jugadores y con el mismo técnico, el Rojo terminó 16° en el Clausura. Fechas antes del final, Oscar Ruggeri se hizo cargo del equipo. Debutó con una derrota en Rosario ante Central por 2 a 0. Para la segunda mitad de año se produjo un gran cambio en cuanto a jugadores se refiere. Emigraron los habituales titulares del equipo campeón, salvo Franco y Castagno Suárez. Llegaron Islas, Benito, Olarra, Tavio, Daniel Quinteros, Vigna, Manso, Calderon y Zurita, entre otros.

El Apertura 2003 arrancó bien, con victorias ante Estudiantes, Banfield, Olimpo y empates frente a Newell’s, River, Quilmes y Arsenal. Al mismo tiempo, se había superado la primera fase de la Copa Sudamericana. El equipo de Ruggeri sumaba nueve partidos sin derrotas, pero la relación del entrenador con los hinchas nunca fue de la mejor. La primera derrota en el torneo local frente a Cólon en Avellaneda y la contundente eliminación de la Copa a manos de River, terminaron de complicar la relación y el técnico decidió dar un paso al costado. El final del Apertura estuvo a cargo de Osvaldo Sosa. El equipo consiguió dos triunfos en once partidos.

En enero de 2004 se produjo un nuevo cambio de DT. El Pato Pastoriza, un viejo conocido de la casa, llegó para darle nuevos aires al club. Con la base del equipo de Ruggeri, más la llegada de algunos refuerzos, Independiente debía disputar el Clausura y la Libertadores.

Pastoriza trató de mantener a los titulares en ambas competencias pero no hubo éxito. En la Copa se quedó con las ganas en la primera fase luego de ser eliminado por el Sao Caetano en definición por penales. En el Clausura terminó 13°.
A partir de agosto se inicia una nueva etapa. Se inicia una nueva ilusión, con nuevas caras pero con la misma esperanza de siempre.




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El Bocha



Ricardo Enrique Bochini
Fuiste, sos y serás el más grande.
Eternamente gracias.


Ricardo Enrique Bochini (Zárate, provincia de Buenos Aires, Argentina, 25 de enero de 1954) es un ex futbolista argentino. Jugaba de mediocampista y desempeñó toda su carrera en el Club Atlético Independiente de la Primera División de Argentina de 1972 a 1991. Es considerado por muchos uno de los jugadores de fútbol más técnicos y exquisitos que ha dado el futbol argentino.Comenzó a jugar en Belgrano de Zárate hasta que en 1971 fue aceptado por Nito Veiga y Ernesto Diaz para sumarlo a la séptima división del Club Atlético Independiente, donde se encontró con su primer socio para el gol, el centrodelantero Ruiz Moreno.

Debutó en primera en 1972 en cancha de River Plate cuando el técnico Pedro Dellacha lo hizo entrar a los 74 minutos (tenía en ese momento 18 años). Desde entonces comenzó una larga carrera profesional que lo convertiría en ídolo máximo del Rey de Copas, incluyendo varios goles espectaculares como el convertido contra Juventus de Italia en 1973, haciendo paredes con su amigo Daniel Bertoni, que le permitiría a Independiente ganar su primera Copa Intercontinental.

Su característica principal no fue la de ser un goleador, sino la de asistir a sus compañeros con toques sutiles para que estos conviertan. Aún hoy se suelen llamar en el fútbol argentino pases bochinescos a los pases precisos que dejan al delantero mano a mano con el arquero, burlando a toda la defensa. Eso ayudó a convertir en goleadores a una gran cantidad de jugadores que tuvieron la suerte de tenerlo a su lado como Ruiz Moreno, Norberto Outes, Daniel Astegiano, Marcelo Reggiardo, Alfredo Alfaro Moreno o Antonio Alzamendi.

Sin embargo, el Bocha (apodo cariñoso que le dieron los hinchas de Independiente) también convirtió goles que eran un lujo para la vista y siempre en partidos importantes. Son recordados sus goles a Peñarol en la Copa Libertadores de 1976 (un gol que reeditaría Maradona en México 1986 contra Inglaterra), dos a Fillol de River Plate en la final del Nacional 1978 o a Wirtz de emboquillada en un clásico contra Racing Club. Quizás el gol más querido por los seguidores de Independiente que haya hecho Bochini haya sido el del empate definitivo a 2 contra Talleres como visitante, en la final del Nacional 1977. En ese partido, a su club le expulsaron 3 jugadores y él debió empatar a puro coraje a escasos minutos del fin del partido.

A pesar de todo esto, no tuvo suerte en la selección nacional. Participó con éxito en la primera selección que organizó César Luis Menotti previa al Copa del Mundo 1978, actuando en una gira por la URSS y Polonia en partidos memorables bajo una intensa nevada. Luego de varias lesiones, volvió a ser convocado en una serie de amistosos que se hicieron en el estadio de Boca Juniors. Si bien se dice que Menotti pensaba convocarlo para el equipo del mundial, la prensa presionó para que el convocado fuera Norberto Alonso y así el Bocha quedó afuera de aquel magnífico equipo. Paradójicamente, Alonso quedó lesionado y poco tuvo que ver con la concreción de la primera Copa ganada por Argentina. En 1982, tampoco fue convocado a pesar de estar en su mejor momento. Finalmente y por pedido expreso de Diego Maradona (ya que Bochini era su ídolo), el Bocha fue convocado por Carlos Salvador Bilardo para el mundial de 1986 e incluso pudo jugar unos pocos minutos (el mismísimo Maradona le dijo al Bocha al ingresar éste al campo de juego la famosa frase "¡Dibuje Maestro!" y combinaron algunas paredes que desordenaron la defensa rival), ingresando por Jorge Burruchaga cuando faltaban pocos minutos para terminar el partido contra Bélgica.A la final del Campeonato Nacional de 1977, accedieron Independiente y Talleres de Córdoba. El partido de ida se jugó el día 21 de enero de 1978 en Avellaneda y terminó 1 a 1. El resultado parecía favorable a los cordobeses, debido a que definían la serie de local y estaba estipulado que el gol de visitante en caso de igualdad en puntos y diferencia de goles valdría doble, por lo que con empatar 0 a 0 en el partido de vuelta, los albiazules se consagrarían campeón. "-Yo supe que el general Luciano Benjamín Menéndez, que entonces era el gobernador de Córdoba, estaba muy interesado en que Talleres saliera campeón. Y ese partido fue muy raro, muy raro…" dijo tiempo después el principal protagonista de aquella noche, el “Bocha” Bochini. El Rojo empezó ganando uno a cero con gol de Outes; pero a los 15’ del segundo tiempo, el árbitro Barreiro cobró un dudoso penal a favor de Talleres que convirtió en gol Cherini. A los 29’ todos los intereses en juego se hicieron más palpables cuando Bocanelli convierte un gol que de dudoso no tenía nada, impactando la pelota sin la mínima sutileza con su puño, lo que motivó que los jugadores de Independiente protestaran: -Tengo dos hijos y esto me da vergüenza. Écheme-, dijo el capitán del equipo, Rubén Galván. Barreiro le sacó la tarjeta roja. -Esto es una usurpación. ¿Por qué no me echa a mí también?- dijo Omar Larrosa. El árbitro también lo echó. El defensor Enzo Trossero se encargó de decirle de todo a quien esa noche era el encargado de "administrar justicia". Barreiro también lo expulsó, y los simpatizantes del Rojo gritaban: "Ladrones, ladrones, así salen campeones" Quedaron solamente 8 jugadores de Independiente en cancha contra los 11 de Talleres, contra el árbitro Barreiro, y contra el poder político de turno, que no disimuló en ningún momento su simpatía por Talleres. Que lo relate el "Bocha": -A los 38 minutos, Pagnanini me dejó la pelota en el medio de la cancha. Gambeteé a uno, se la toqué a Bertoni, Bertoni se la dio a Biondi, le salió Guibaudo, el arquero de ellos, y Biondi hizo una gambeta larga para sí mismo, levantó la cabeza, me vio y me la tiró. Yo venía a la carrera y, como había dos jugadores de ellos tapando el arco, le pegué bien arriba. Entró ahí nomás, apenas debajo del travesaño", amargando la premeditada fiesta. Aquel 25 de enero de 1978, Ricardo Enrique Bochini cumplió 24 años. Sus compañeros le dedicaron el campeonato. A falta de 5 minutos sucedió lo imprevisto, lo inesperado: porque el fútbol es, según el recordado Dante Panzeri, “la dinámica de lo impensado”. Entre Bochini y Bertoni gestaron una memorable jugada: doble pared y el Bocha que festeja su cumpleaños gritando un gol.Su retiro se produjo el 5 de mayo de 1991, luego de sufrir una seria lesión provocada por una falta de Pablo Erbín en el partido Independiente 1 - Estudiantes de La Plata 1.

Es junto a Arsenio Erico y José "Pepé" Santoro uno de los máximos ídolos del Club Atlético Independiente siendo amado incondicionalmente por absolutamente todos los hinchas de ese club quienes siempre lo vitoreaban con un sonoro "¡Bo-chini! ¡Bo-chini!".

Luego de su retiro, Bochini continuó participando activamente en el club como así también en partidos amistosos u homenajes.El 25 de febrero de 2007, Bochini volvió a participar en un partido oficial. Lo hizo durante 42 minutos para Barracas Bolívar, en un encuentro correspondiente a la sexta fecha de la Zona 57 del Torneo del Interior, quinta división del fútbol argentino.

El partido, en el que estaba en juego la clasificación del equipo a la siguiente ronda, terminó con un resultado de 2 a 1 a favor de la escuadra del Bocha.El Concejo Deliberante de la ciudad de Avellaneda, en la Provincia de Buenos Aires, hizo lugar a un pedido de un grupo de socios del Club Atlético Independiente y decidió bautizar con el nombre "Ricardo Enrique Bochini" un tramo de la calle Cordero (comprendido entre Alsina y las vías del ferrocarril). Desde el 17 de julio de 2007, Bochini tiene calle, nada menos que donde reside el estadio del club para el que jugó casi 20 años.

El Proyecto fue presentado por Javier Cantero y Jorge Alonso, dos hinchas y socios del club Independiente, que cumplieron con la gestión para persuadir a los Concejales del Honorable Concejo Deliberante de Avellaneda y de esta manera homenajear al ídolo, que según los autores del Proyecto: " es una parte importante de la cultura de Avellaneda".