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Hola Dios, ¿cómo estás? ¿Cuánto hace que no hablamos, no? ¿Qué cosa curiosa, viste? Yo, comunicándome con el más grande. ¿Sabías que a mí me llaman igual, no? Te quería contar que estamos pasando tiempos difíciles. Que noto que más allá del amor que todos expresan, la gente está impaciente y preocupada, porque sabe pero cuesta aceptar que la “canasta” se haya quedado vacía. Y tenía que pedirte mis deseos, para que no cargues cosas en vano y si podés la llenes de lo esencial y más liviano.

Te cuento: Boca compra lo mejor que hay en plaza y por acá ni amagos de que aparezca dinero fresco. Y como es hora de tomar de decisiones, ¿qué tal si nos ayudás con un poco de luz y claridad? Mañana jugamos otra vez contra “ellos”, que parece quieren darse el lujo de poner suplentes para intentar ganarnos con un equipo menor. Y si pueden humillarnos, mejor. Una burda estrategia, nomás. No interesa mucho. ¿Sabés? Necesitamos más esperanzas, porque el frasquito se está vaciando. Y la imaginación también está escaseando por estos rumbos, Dios. Mirá que el Kaiser está pulseando con el Diablo. Dale una mano. Igual que a todos los riverplatenses, enséñanos a estar más juntos.

Tiene por delante una disquisición shakesperiana por delante: ser o no ser. ¿El saneamiento financiero del club o ser más fuerte desde lo futbolístico? Sabés lo triste de todo esto, es que aparece como una situación dilemática. O es una o la otra. Y cualquier elección es riesgosa y ese riesgo crece en la medida en que sean más drásticas las consecuencias del fracaso. Si se apuesta a lo financiero y se fracasa en lo deportivo, no habrá balance que mitigue el dolor del hincha. Si se apuesta a lo deportivo y se fracasa en lo financiero, las consecuencias pueden colocar al club en una situación desesperante.

Por eso quería comunicarme con vos, Dios. Para que en la canasta no pongas ni un poquito de “dependencia” y cero “berrinches”, que son cosas que no nos han ayudado. Queremos bolsas grandes de madurez, rellenas de prudencia y de tolerancia. Es que cualquiera sea la elección, aspirará, a lo sumo, a un 50% de éxito o a un 50% de fracaso, según lo evalúe un purista financiero o un exitista a ultranza. Habrá quienes vean el vaso medio lleno y quienes lo vean medio vacío. Habrá quienes quieran capitalizar para sí ese medio éxito y quienes juzguen despiadadamente ese medio fracaso. ¿Sabés, Dios, lo difícil que es ser también hincha “raso”, hincha del tablón? Ese que no estar atado a nombres ni partidismos. El que quiere dar al César lo que es del César y criticar imparcialmente. Ese será tildado de oficialista, opositor o timorato por los que sí tienen posición tomada, por los que siguen a un hombre o a una corriente, perdiendo a veces el único horizonte: el bien de River por sobre todo.

Te pido, Dios, que si vas a comprar para la “canasta” anotes esta lista. Un tacho de basura para tirar todo lo que nos hace daño, ya que es hora de sumar y no de restar. Necesitamos aunar voluntades, apartar sectarismos y actuar con tolerancia, apertura mental, honestidad intelectual y respeto por el otro. Porque en definitiva, la división fortalece a las facciones y sólo debilita a nuestro amado River. ¡Basta, Dios! De viudas de tal o cual, seamos amantes de River. Y también unas zanahorias, para no dejar pasar las oportunidades sin verlas. Diskettes para archivar las intrigas palaciegas malsanas. ¡Sabes, Dios, no queremos más que los oportunistas hagan su tarea! Queremos que nos enseñes a leer entre líneas para discriminar entre hinchas apasionados y agoreros interesados. Que las instituciones están por encima de los hombres. Y que los gozos jamás deberán volver a ser empobrecidos por las sombras. Para eso te pido una paleta de pintura, para la vida que queremos.

Y que el fin último debe ser devolver a nuestra querida institución al lugar más alto del deporte. Renueva, entonces, nuestra imaginación, pero que no sea tan alta para no empacharnos. Porque de nuestras lágrimas y suspiros se alimenta nuestro "corazón gallina". Ese corazón que late al ritmo de nuestro equipo y sufre las desventuras y el dolor de ya no ser. Pero para ello, mándame fuerza y seguridad en nosotros mismos. Curitas para el corazón que no se cansa de cantar: "Aunque ganes o pierdas", para dejar sentada su incondicionalidad. Pero que añora los tiempos del triunfo épico y gallardo del River que fue. Por eso no me quiero olvidar de gotitas de voluntad y empeño y tres o cuatro toneladas de más pasión.

Ya sabemos que a nada nos conducen los insultos y las desvalorizaciones. Basta de divisiones y egoísmos Se aceptan críticas constructivas, con cuestionamientos objetivos. Y si perdemos el rumbo, urgente mandá una brújula para retomar el camino correcto y el reencuentro de propuestas con "buena leche". Y con el acostumbrado aguante en las tribunas. Son las únicas herramientas de las que el hincha dispone para forjar el nuevo destino de River. Es difícil, Dios, ¿no? Pero si nos perdemos la oportunidad de crecer escuchando al otro y respetando la diversidad de opinión, terminamos mirándonos el ombligo. Y así nos va. No hay dueños de la verdad. Y mucho menos los periodistas, que somos hinchas con derecho a publicar.

Para ello, para que nadie se suba al estrado, mándanos también dos piedras grandes para atar a nuestros pies y tenerlos sobre la tierra. Sin erigirnos en los dueños de la verdad. Porque, en definitiva, sólo somos rehenes de un amor sin límites. Ah, y por si era poco, Dios, mándanos una bolsa enorme de sonrisas, tan gigante como nuestra gloriosa hinchada. ¡Ey, Gracias, Dios, por atenderme! Saludos, amigo. ¿Te dije que era River, no? Espero tus señales. ¿OK?

www.riverplate.com

Una de las mejores notas que leí de esta página, saludos