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Parque Nacional Baritú


Este parque se encuentra en el extremo norte de la provincia de Salta. La distancia para llegar es desde Los Toldos unos 35 km y desde San Ramón de la Nueva Orán unos 50 km .



Ubicación

Este parque fue creado en 1975, por medio de la Ley Nacional No. 20.656, consta de 72.439 ha ., y esta ubicado en el extremo norte de la provincia de Salta, Dpto. Orán



Historia y antecedentes de su creación

La inquietud por salvar para el futuro este notable ejemplo de nuestro patrimonio natural , fue iniciado por un grupo de naturalistas e investigadores del Instituto Miguel Lillo de Tucumán. En 1971 se elaboró el "Informe preliminar sobre la creación del Parque Nacional Lipeo-Baritú". Allí se destacaba que "el área no ha sufrido transformaciones ni la influencia del hombre o del ganado en los últimos 200 años".

Los naturalistas que estudiaron el área ponderaban la "incomparable riqueza faunística" y la presencia de "especies vegetales que aquí tienen un desarrollo considerable, más al Sur, en la Finca El Rey (Salta) o en Tucumán no pasan de ser arbolitos".

Por tales razones, no extraña que la iniciativa de convertir al área en Parque Nacional haya tenido una favorable acogida en el gobierno salteño primero y en el entonces Servicio Nacional de Parques Nacionales. En 1973, una ley provincial cedía al Estado Nacional los terrenos involucrados y en marzo del año siguiente, la ley que lo creaba oficialmente obtenía su sanción con la rúbrica del entonces Presidente de Argentina, el General Juan Domingo Perón.



Fundamentos de su creación

Proteger el sector más norteño presente en la Argentina del bioma de las Yungas, en muy buen estado de conservación y casi no modificado por la acción humana.


Bioma

Yunga o Selva Tucumano-Oranense

Como llegar al Parque Nacional Baritú



Aislado vialmente del resto del país, el Parque Nacional Baritú no es un objetivo fácil. Solo grupos conocedores del terreno, que estén en buen estado físico, bien preparados y entrenados en la supervivencia en la selva deben intentar el ingreso, informando previamente al guardaparque en Los Toldos.
Desde San Ramón de la Nueva Orán se llega por la Ruta Nacional N° 50 hasta Aguas Blancas, que es la población más cercana al área protegida. De aquí sale un camino de tierra, la Ruta Provincial N° 19, que recorre 34 km. hasta llegar al limite sur del Parque.
También se puede llegar desde Bolivia a través del río Bermejo. Para llegar a los poblados ubicados en las cercanía del Parque (Lipeo y Baritú) se debe cruzar a Bolivia por el puente internacional a la altura de Aguas Blancas. Una vez en Bolivia, se flanquea el curso del río Bermejo por la Ruta Panamericana. Para reingresar al territorio argentino hay que vadear dicho río a la altura del pueblo La Mamora.
Luego se toma el camino que, pasando por El Condado, lleva a Los Toldos, localidad donde se encuentra el Guardaparque a cargo. Desde allí se puede seguir hasta Lipeo y Baritú (caseríos dispersos donde viven escasas familias) sólo a bordo de un vehículo doble tracción, a pie, a lomo de mula o a caballo.
Otra forma de llegar es por Isla de Cañas tomando un camino vecinal bordeando el lecho del río Iruya se pasa primero por el paraje "El Limoncito" pequeño caserío con una escuela, se llega al cruce de Monyoco, desde allí se toma para el norte hacia el Baritú.
Este Parque Nacional no cuenta con servicios para el visitante. Dadas las características del área, recomendamos obtener información actualizada a la Delegación Técnica Regional Noroeste al momento de planificar una visita a la zona.



Descripción general



Este Parque es, a la vez, el más agreste y el menos conocido de nuestra geografía, dado que resulta muy difícil llegar a él e inclusive recorrerlo. Ubicado en el corazón de la selva Tucumano-oranense, casi toda su superficie ha conservado la prístina integridad de su flora y fauna nativas.

Su relieve es sumamente escabroso, erizado de cuchillas, fallas y pliegues, como los que se observan en las Serranías de Porongal y Palancha.

Los límites de este Parque consisten casi totalmente en cordones montañosos, como el de las Pabas, de más de 2.000 metros de altura, Cerro Negro y Los Picachos. Algunos ríos y arroyos, como el Lipeo, Porongal, Baritú, Pescado y otros, serpentean entre la abrupta topografía y corren torrentosos por desfiladeros abismales, hasta desembocar finalmente en el Río Bermejo. La vegetación es la selvática característica de la Yunga , son sus pisos altitudinales.

Se distinguen los gigantescos Cedros, Lapachos, Tipas Blancas, Maromas o Higuerones, Roble, Palo Trébol, Nogal, etc. En las cuchilla prevalecen los Cebiles y en los lugares húmedos y elevados encontramos la Selva de Mirtáceas. A esta la integran el Mato, Horco Molle o Palo Barroso, Arrayán y Guayabo, entre otros. Al pie de estos árboles, formando el sotobosque, son comunes los Helechos Arborescentes.

Las casi insuperables dificultades de acceso para recorrer la zona del Parque, unido a que los escasos pobladores están concentrados en pueblos distantes, ha permitido hasta hace poco tiempo, la excelente conservación de su flora y su fauna.

Todavía está presente el Yaguareté junto al Tapir, Corzuelas, Pecaríes, Ardillas, y una gran variedad de aves. Lamentablemente, su proverbial virginidad se está perdiendo debido a la acción de cazadores furtivos, la extracción de madera, y otros problemas, agravados por la falta de vigilancia. La acción destructiva penetra a través de las numerosas vías de acceso ilegales (picadas, caminos secundarios, etc.) que se encuentran dentro del Parque.



Hidrografía



Numerosos cursos de agua surcan Baritú, que está situado en una rica cuenca hidrográfica.

Las cadenas serranas son interrumpidas por bolsones longitudinales y valles sinclinales, por cuyo fondo los ríos y arroyos de la región buscan una salida hacia el oeste, donde vuelcan sus aguas al Bermejo, que forma el límite del parque en un breve tramo al noreste. Los integrantes más caudalosos de esta cuenca son los ríos Lipeo, Porongal, Pescado y, desde luego, el Bermejo, además de los arroyos Baritú, San Martín o Porongalito, y Santelmita o Guandalcay.




Flora

Baritú protege un importante sector de la imponente selva de Yungas, y es el refugio donde se la puede admirar en su estado más prístino, ya que por su ubicación, de difícil acceso, ha permanecido en el pasado (y permanece hoy, por ser un área protegida), casi completamente a salvo de las actividades humanas. La diversidad y la complejidad de la flora aumentan hacia el este, acompañando el incremento de la temperatura y de la humedad (11).

Según Cabrera (4), dentro de la Provincia de la Yunga pueden distinguirse tres distritos: la selva de transición, la selva montana y los bosques montanos. En el Parque Nacional Baritú predomina la selva montana, en la que se destacan helechos arborescentes como Nephelea incana y una singular epífita, la maroma (Ficus maroma), que crece velozmente rodeando con su tronco al árbol que le da soporte y con frecuencia lo mata, por lo cual se lo llama "el árbol asesino". Otra especie de esta selva que merece mención es el cedro salteño (Cedrela balansae), que aquí alcanza tamaños imponentes y cuya madera es valiosísima.

La vegetación de la selva montana en Baritú adquiere diferentes características según el nivel altitudinal en el que se encuentre. Por ejemplo, a los 650 metros snm, en el Angosto del Río Pescado, se destaca la abundante presencia de maroma (Ficus maroma) y de Heliconia subulata. Mientras tanto, en las laderas sudeste de la Sierra de las Pavas, a 900 msnm, presenta un estrato arbóreo con predominio de lauráceas, donde la maroma sólo se observa en forma aislada. Por otro lado, en la naciente del Arroyo Santelmita, a 920 msnm, el laurel (Cinnamomun porphyrium) es la especie dominante del estrato superior, acompañada por otras especies menos abundantes, como el palo barroso (Blephalocaryx salicifolius), el cedro (Cedrela lilloi), el mato (Myrcianthes mato) y Cupania vernalis, característico de las márgenes de los arroyos.

En la naciente de otro de los arroyos del Parque, el Santa Rosa, en la Sierra Porongal, a 950 msnm, el estrato arbóreo está dominado por el cedro (Cedrela lilloi) y el nogal (Juglans australis), junto con otras especies menos abundantes como el tabaquillo (Croton piluliferum), el pacay (Inga semialata) y el dominguillo (Trichilia claussenii).

En la región norte del Parque, al oeste del arroyo Santelmito, a 1050 metros snm, la selva montana se expresa con un predominio de mirtáceas y ejemplares aislados de cedro. En el sotobosque se observan especies tales como Piper tucumanum, matico (Piper hieronymi) y chal-chal (Allophylus edulis), entre otras.

Donde la altura alcanza los 1200 msnm, la selva presenta un estrato arbóreo con predominio de mirtáceas, y es aquí donde el sotobosque sorprende con helechos arborescentes (Nephelea incana).

A más de 1200 metros, en el cerro Chaguar, en el estrato arbóreo de la selva predomina el San Antonio (Myrsine coriacea) y en el arbustivo encontramos mora (Rubus imperialis) y caña brava (Chusquea lorentziana). Cabe mencionar la presencia de payo (Tillandsia australis), tanto terrestre como epífito.

En determinados lugares húmedos, y generalmente por sobre los 800 metros, se desarrollan bosquecitos de mirtáceas con palo barroso (Blepharocalyx salifolins), mato (Eugenia pungens) y güili (Pseudocaryophyllus güili), entre otras especies.

La selva de transición también está representada en el Parque, aunque marginalmente, por bosques de tipa (Tipuana tipu), pacará (Enterolobium contortisiliuum) y cebil colorado (Anadenanthera macrocarpa), acompañados de tarcos (Jacaranda mimosifolia) y cochuchos (Fagara coco).

En el ecotono (zona de transición) entre la selva montana y la selva pedemontana predominan especies como la tipa (Tipuana tipu), el lapacho rosado (Tabebuia sp.) y Casearia sylvestris. Sobre las márgenes de los ríos aparecen chilcas (Baccharis sp.) y sauces (Salix humboldtiana).

En las regiones de transición entre la selva montana y el bosque montano, encontramos bosques de mirtáceas con sotobosque de caña brava (Chusquea lorentziana) y ejemplares aislados de aliso (Alnus acuminata) y pino del cerro (Podocarpus parlatorei). Esto ocurre, por ejemplo, a 1500 metros de altura, en el Angosto del Río Baritú (10).

No existen en este Parque los bosquecillos de queñoa ni los pastizales de altura, que forman parte del tercer distrito mencionado, el de los bosques montanos.

Es interesante destacar que, en Baritú, los estratos de la vegetación de las Yungas se disponen de una forma que recuerda más a un mosaico que al escalonamiento que describe la teoría.

En las riberas de ríos y arroyos encontramos pequeños arbolitos como la tusca (Acacia aroma) y el pájaro bobo (Tessaria integrifolia), acompañados por arbustos como la trementina.




Paisajes
















Fauna

Por su estado de conservación y su estratégica ubicación en las Yungas argentinas, este sitio ha atraído la atención de numerosos científicos, aunque su exploración se ve complicada por dificultades de acceso, limitándose los muestreos a las vecindades de la Sierra de las Pavas en el Angosto del Río Pescado (8).

Con respecto a los mamíferos, el estudio más reciente (10) revela la presencia comprobada de 63 especies nativas. Este dato posiciona al Parque Nacional Baritú en el cuarto lugar, en cuanto a riqueza de especies, con respecto a todos los parques nacionales de la Argentina. Del total de las especies que habitan el Parque, cuatro encuentran refugio sólo en Baritú: el murciélago escarchado (Lasiurus cinereus), el moloso coludo chico (Nyctinomops macrotis), el colilargo yungueño grande (Oryzomys legatus) y el coendú espinas blancas (Coendú prehensilis).

Este Parque protege poblaciones de ocho especies de mamíferos que están en peligro de extinción: el oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla), el mono caí (Cebus apella), el lobito de río (Lontra longicaudis), el gato margay (Leopardus wiedii), el ocelote (Leopardus pardalis), el gato moro (Herpailurus yagouarondi), el yaguareté (Panthera onça) y el tapir (Tapirus terrestris).

El Parque Nacional Baritú es uno de los cuatro parques nacionales de la Argentina que preservan la selva de Yungas (los otros tres son el Parque Nacional Calilegua, el Parque Nacional El Rey y el Parque Nacional Campo de los Alisos). Algunas de las especies que encontramos exclusivamente en estos parques son la comadrejita yungueña (Thylamys venustus), el falso vampiro oscuro (Sturnina erythromos) y algunos roedores, como el ratón variado serrano (Akodon simulator), el ratón plomizo (Akodon spegazzini) y el colilargo yungueño chico (Oligoryzomys sp.).

Uno de los mamíferos más llamativos es el puma (Puma concolor), cuya distribución no se restringe a las Yungas, sino que es muy amplia y llega hasta la Patagonia argentina. Es uno de los carnívoros más grandes y fuertes y, si bien es difícil de avistar, se pueden encontrar sus huellas en los caminos.

Otros mamíferos de menor envergadura y que no tienen problemas de conservación son los hurones. El hurón mayor (Eira barbara) habita la franja altitudinal media de la selva, entre los 650 y los 950 metros de altura, mientras que el rango de acción del hurón menor (Galictis cuja) es más amplio (10).

Entre los roedores más pintorescos encontramos a la ardilla roja (Sciurus ignitus), escurridiza y pequeña, y por lo tanto difícil de capturar con la vista, que es el emblema del Parque Nacional.

En las márgenes de los arroyos, encuentra refugio y alimento el roedor más grande de América del Sur, el carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris), que posee una curiosa adaptación al medio acuático: sus orejas, ojos y narinas están alineados, lo cual le permite nadar sin contener la respiración y mantener alerta sus sentidos tanto como lo desee, antes de zambullirse, o no.

Por último, cabe mencionar a la única especie de conejo nativa, el tapetí (Sylvilagus brasiliensis), que habita el Parque Nacional Baritú con una amplia distribución.

En este Parque encontramos también una infinidad de hermosas aves, mejor dispuestas que los mamíferos a ser vistas y oídas por los visitantes. Según los últimos registros (9), la cantidad de especies de aves presentes asciende a 255, más otras 5 especies dudosas. Este dato coloca a Baritú en octava posición en cuanto a riqueza de especies dentro de los parques nacionales de la Argentina. De las más de doscientas especies, existen pruebas de que nidifican en el Parque sólo 21. Esta cifra podrá verse incrementada en el futuro con más investigaciones, dado el alto nivel de conservación de los ecosistemas que presenta el Parque. Por otro lado, si bien puede parecer una proporción pequeña del total, el dato es alentador por cuanto significa una garantía de que esas especies encuentran las condiciones ideales para su reproducción, con lo cual el área protegida cumple una de sus misiones más trascendentes.

En Baritú habitaba una especie que ya se ha extinguido, el ganso de monte (Neochen jubata).

Las especies en peligro de extinción que alberga el Parque son: el águila solitaria (Harpyhaliaetus solitarius), el águila viuda (Spizastur melanoleucus), el halcón peregrino (Falco peregrinus), la pava de monte alisera (Penelope dabbenei), el mirlo de agua (Cinclus schulzi) y el guacamayo verde (Ara militaris). Este último, por otro lado, es una de las especies amparadas exclusivamente por el Parque Nacional Baritú.

Otras especies en la misma condición que el guacamayo verde son el colibrí mediano (Colibri serrirostris), el espartillero serrano (Asthemes sclateri), el titirí goteado (Margarornis squamiger), la mosqueta rabadilla ocrácea (Phyllomias uropygialis), el benteveo de barbijo (Myiodynastes chrysocephalus), la calandria castaña (Mimus dorsalis) y el arañero garganta gris (Myioborus minitaus).

Entre las aves de mayor envergadura encontramos al cóndor (Vultur gryphus), ave carroñera que nidifica en los refugios más recónditos a alturas superiores a los 2000 m snm. También cabe mencionar a los jotes de cabeza negra (Coragyps atratus) y de cabeza colorada (Cathartes aura).

Entre las aves más pequeñas, en cambio, están en Baritú el picaflor zafiro (Thalurania furcata), que sólo encuentra amparo en tres parques del país (Baritú, Calilegua e Iguazú), y el colibrí grande (Colibri coruscans), que habita sólo en dos parques yungueños (Baritú y Calilegua).

Otro habitante característico del Parque es el yapú (Psarocolius decumanus), un boyero de gran tamaño que construye nidos colgantes (2).

Muchas veces se ven bandadas de loros como el maitaca (Pionus maximiliani) y el alisero (Amazona tucumana), como así también otras aves de colorido plumaje como el tucán grande (Ramphastos toco), la urraca común (Cyanocorax chrysops), el halcón tijereta (Elanoides forficatus), patos, garzas y pavas de monte, entre otros.

Los habitantes mayoritarios de las aguas en Baritú son los dorados, los sábalos, las bogas, los bagres, las viejas de río y mojarras de diversos géneros.

La variedad de reptiles también es rica, considerando las víboras, culebras, iguanas y lagartijas que recorren los ambientes más húmedos del Parque. Entre los anfibios podemos mencionar a las ranas marsupiales, y entre ellas a las de pintas doradas, que habitan en las sierras. Son del género Gastrotheca chrysosticta y tienen ese curioso nombre por presentar en su dorso un pliegue que recuerda al marsupio, donde llevan sus huevos hasta que éstos maduran.


Yaguarete








Onza u Ocelote




Gato Montes



Pumas



Culebra


Tapir



Lobito de Rio


Oso de anteojos






Mono Caí




Ardillas Rojas




Mayuato u Osito lavador



Oso hormiguero


Ganso del Monte (extinguido)



Itinerarios

Aunque el Parque es visitado por algunos grupos, inclusive extranjeros, no se cuenta con la infraestructura adecuada de atención al público. Para las recorridas se recomienda asesorarse previamente en el centro operativo del Parque situado en la localidad de Los Toldos. En la ciudad de Salta se puede contactar al personal de la Delegación Técnica Regional Noroeste, que también podrán brindar asesoramiento e información sobre el Parque.

Problemas de conservación

El Parque Nacional Baritú es uno de los pocos que conserva su naturaleza casi intacta. No existe asentamiento humano alguno en las cabeceras de la cuenca. Tampoco se ha construído infraestructura vial, energética o de telecomunicaciones. Por estos motivos, Baritú sufre menos que otros parques nacionales las consecuencias de las actividades productivas principales de la región, que en este caso son la ganadería y la agricultura de subsistencia, además de la tala selectiva del bosque (principalmente de cedro), que se realiza en menor escala que en el pasado. También se pesca y se caza furtivamente.

Los escasos asentamientos humanos dentro del Parque se ubican en el sector noroeste. Los datos no son recientes (censo del año 1989), pero pueden servir a modo indicativo: se contabilizaron 21 familias pobladoras del Parque, cuyas condiciones de vida son muy precarias. Estas familias no sólo desarrollan sus actividades cotidianas dentro del área protegida, sino que permanecen en ella durante el invierno y la primavera; en verano, aparentemente salen, llevando su ganado a pastorear en sitios más altos para evitar las lluvias estivales y la gran profusión de insectos.

Reconocer como pobladores del Parque a las personas que lo habitaban antes de su creación es un paso previo imprescindible para la formulación de un Plan de Manejo con una adecuada zonificación, que hasta hoy no se realizó.

Baritú ejemplifica, como quizás ninguna otra área protegida de la región, el conflicto de intereses entre un modelo de conservación tradicional que no involucra a la gente y los pobladores que desean continuar con su modo de vida. El buscar las formas de compatibilizar estos puntos de vista es responsabilidad de los administradores de las áreas reservadas. La Administración de Parques Nacionales ha dado un salto cualitativo importante al instalar un guardaparque de escuela permanente en el área. Es de esperar ahora que esta presencia se consolide a través del trabajo con las comunidades locales, puesto que la gente no debe ser vista sólo como fuente de prácticas nocivas para el ambiente del Parque, sino también como aportante a la conservación de la biodiversidad, al mantenimiento del paisaje, a la conservación de variedades de cultivos prácticamente desaparecidos en otras áreas y al conocimiento de los recursos naturales de la región (11).