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Aunque había oído hablar de la prostitución de alto standing, me muevo lejos de los ambientes de lujo y nunca había tenido la oportunidad de conocer a alguien que ejerciera dicha profesión. Pero gracias a este reportaje he conocido a Bodydulce, una chica educada, culta y muy guapa, que me ha abierto las puertas de su mundo para hablar de fortunas, servicios y sentimientos.




Meretriz, prostituta, cortesana, dama de la noche… son algunos de los calificativos más light para designar la profesión más antigua del mundo. Pero hablando con bodydulce, su nombre de batalla, nadie se podría imaginar que se dedica a alquilar su cuerpo para satisfacer los instintos sexuales del género masculino…, eso sí, de alto standing.
Bodydulce es una chica de 23 años, que habla dos idiomas y conoce varios países por su antigua profesión de modelo, “aunque no he tenido mucho tiempo para conocerlos en profundidad”, se lamenta. Se embolsa una cifra inimaginable para todos los ‘mileuristas’ (que son muchos) de nuestro país. Por su cama han pasado deportistas, ejecutivos, famosos y algún torero (¡qué morbo!), pero sobre todo gente anónima… y con ‘parné’. Clientes de altísimo nivel a los que en ocasiones se permite el lujo de decir ¡NO! Prostitución con glamour.

Su máxima es la discreción. Se trata de ser y no parecer. “En el mundo en el que yo me muevo no hay una presencia estándar. Si mi cliente no manifiesta ninguna preferencia en la cita telefónica, voy vestida y arreglada con discreción. No me suelo maquillar apenas y mi ropa no llama la atención. Me pongo como me gusta verme”. Generalizando, se suele decir que a las putas se las ve venir, “no es mi caso, pero entiendo que la gente se forme una imagen idealizada por lo que ve en la calle o en las películas”.



Una decisión tomada con total libertad

Bodydulce llegó a esto como suelen suceder las cosas, por casualidad. “Tenía una amiga de la Universidad que era amante de un señor casado y que le ayudaba económicamente. Ella disfrutaba con aquel hombre y pensé que yo podría hacer algo parecido, pero en plan profesional. Me gusta mucho el sexo y tengo un físico que me permite tener clientes de alto poder económico. Lo probé y decidí libremente que esa sería mi profesión, mientras mi cuerpo siga atrayendo a los hombres”.

Gracias a sus encantos bodydulce gana mucho dinero, pero gasta lo justo parta vivir bien. “No vivo con lujos. Cuido mi vestuario como muchas chicas de mi edad. No es necesario llevar modelos de alta costura para ir guapa, eso es un error. Apenas gasto en cosméticos o ropa. No tengo coche y vivo en un piso ‘normalito’. Todo por dos motivos, no debo aparentar lo que soy y necesito ahorrar para cuando no sirva para esta profesión y a este nivel”. Nada de despilfarrar el dinero… “no me gustan los esnobismos. Disfruto de los placeres más simples”.

¿Y por qué boydulce? “Es una historia un poco enrevesada. Mi padre me llamaba cariñosamente ‘dulce’ y los amigos me decían ‘cuerpo’ cuando me veían desfilar. Y ‘cuerpo’ derivó en ‘body’ como apodo. Resumiendo, me quedé con una mezcla: ‘bodydulce’”.

Muchos son los tipos ricos que contratan a estas mujeres para conseguir sexo discreto y compañía de lujo. Lo que significa que no hace falta acostarse con muchos hombres al día para conseguir un buen sueldo. “Con dos o tres clientes a la semana me sobra”. Más si se va por libre y los beneficios son para una sola. “Trabajo por mi cuenta. En la prostitución de lujo se puede trabajar de dos formas, o bien con agencia/representante, o bien por libre, es decir, vas llenando tu agenda con el antiguo método del ‘boca-oreja’. A mí me funciona bien así”.


Una Geisha a la europea

Ésta es mi visión de la prostitución de lujo. Una mujer de compañía, discreta y culturalmente preparada que mantiene sexo con señores de alta posición. Pero a bodydulce no le gusta nada mi símil. “No, no tiene nada que ver. Una geisha no es una prostituta, es un error muy habitual entre los occidentales pensar eso. Las geishas se entrenan toda la vida para servir a los hombres en todo menos en el sexo. Lo que pasa es que las que son prostitutas de verdad usan el reclamo de la estética geisha para atraer a los clientes extranjeros”.

Yo siempre pensé que a las geishas se las preparaba también en el arte de las prácticas amatorias… “En cualquier caso -continúa explicándome bodyducle-, es cierto que una prostituta de lujo debe ser correcta en las formas aunque sin exageraciones. Creo que la naturalidad también es una virtud. No obstante, también es a gusto del cliente. Si quieren que sea una dama de compañía para un evento importante, me sofistico lo que haga falta”.

Bodydulce trabajó como modelo de pasarela hasta los 20 años. Actualmente se gana la vida como prostituta de lujo y por su vida han pasado deportistas, ejecutivos y algún que otro torero.

Su estreno como prostituta de lujo no le desveló ninguna sorpresa desagradable, si no más bien todo lo contrario. Vamos que fue mucho mejor de lo que cualquiera pudiéramos pensar. “Se trataba de un hombre casado llamado Mario, de unos cuarenta años y con esposa inapetente. Nos habíamos conocido hacia unas horas y la relación sexual sólo tuvo una diferencia con respecto al sexo que había tenido con otros hombres: el dinero de por medio. Lo demás fue muy satisfactorio para ambos. De hecho, aún sigue siendo cliente mío, desde entonces”, añade con una seguridad tan pasmosa que incluso se me plantea la duda de si será un trabajo tan sacrificado como pensaba.

Hablamos de parejas y relaciones sentimentales, porque ¿será difícil confesar a tu novio que te acuestas con otros hombres por dinero? “Todavía no he tenido que pasar por ese trance. Desde que ejerzo la prostitución no he tenido pareja estable. No quiero tenerla, de momento, pero si se diera el caso, debería saberlo de antemano y estar de acuerdo”. Difícil asunto. Y la familia, ¿sabe algo de esta historia? “No tengo familia cercana, mi madre murió al poco de nacer y mi padre falleció cuando era una adolescente en accidente de tráfico. Soy hija única y no tengo mucha relación con mis familiares lejanos, así que no saben nada de mi profesión. Realmente, muy poca gente (además de los clientes) sabe del tema”.

bodydulce pasa volando a miles de kilómetros, intentando desdramatizar una historia que, desde fuera, resulta realmente trágica. “Yo estuve trabajando de modelo de pasarela desde que era casi una niña hasta los veinte. Por lo demás, vivía como la mayoría de las jóvenes, estudiando y divirtiéndome”.


Sexo por dinero… hasta que el cuerpo aguante

Al pan, pan y al vino, vino. En esta profesión el sexo es dinero. Sin hipocresía. El placer… cobrando de antemano. Pero a la hora de poner cifras sobre la mesa, bodydulce se muestra esquiva. “Cobro mucho. No se trata de servicios de prostitución corrientes. No se paga por horas o por un servicio concreto. El cliente suele pasar la noche (o el día) conmigo. Y son señores que no tienen preocupaciones económicas”.

Eso sí, siempre protegida, que luego llegan los disgustos. “Siempre. Sin excepciones”. Así de tajante es bodydulce con el tema de los condones. “Las enfermedades de transmisión sexual es algo que se debe tomar muy en serio, tanto la prostituta como el cliente. No se debe tentar a la suerte por un momento de apuro económico o por la insistencia del cliente”.

Bodydulce insiste en el tema de que su estilo de vida lo ha elegido con total libertad. Nada de prostitución forzada, mafias o necesidad extrema. Entonces se nos viene a la cabeza esa lucha de las feministas para erradicar la prostitución por considerarla un trabajo denigrante para la mujer, que resta a las mujeres la libertad por la que han estado luchando toda la vida. “Bueno, no creo que sea una opinión exclusiva de las feministas, ni siquiera que todas las feministas opinen lo mismo. Respeto cualquier opinión siempre que sea razonada, ni visceral ni con prejuicios”.

Obviamente, bodydulce no está de acuerdo con aquellas personas que generalizan de esta forma sobre la prostitución. “Hay muchas prostitutas que son explotadas sexualmente, que no son libres para elegir su profesión. Otras son esclavas de una adicción o de una necesidad económica y no ven otra salida”. No es su caso… “Creo que no se debe lapidar a una prostituta por el hecho de serlo. Hay que ayudar a la que necesita otra salida y respetar a la mujer que lo elige con libertad. Lo mismo se puede decir de los hombres que eligen la prostitución como profesión”. ¿Y a los explotadores? “A la cárcel”, responde con rotundidad. “Añadiría también que no sólo en esta profesión se puede sentir denigrada una mujer u hombre, en otras muchas profesiones se explota y humilla a los trabajadores”.



Libertad para decir NO

Cambiamos de tercio… Se dice que la fauna que peregrina por la noche es variada, variopinta y, en ocasiones, nada aconsejable. No sé si se tornará complicado evitar según qué cosas… “Yo pongo las normas para los encuentros sexuales y las drogas no quiero ni verlas. Las perversiones las acepto cuando son de baja intensidad, como un juego sexual más”. Es selectiva y si un cliente no le gusta o no le convence lo que le propone, simplemente dice NO. “Por supuesto. Es la norma número 1”, asegura resuelta.

Bodydulce ha abierto un blog (http://bodydulce.wordpress.com/) donde cuenta todas las anécdotas, que son muchas, en estos años de profesión. “Lo más raro puede que sea aquella familia que solicitó mis servicios para comprobar la tendencia sexual de su hijo adolescente. Me sentí más psicóloga que prostituta. Al final resultó que no tenía nada que ver con tendencias indecisas y sí con un problema físico. Fue el único día que no quise cobrar por mi trabajo”.

Las posibilidades en la cama son infinitas... “En general, los hombres piden muchas cosas, sobre todo cuando repiten y empiezan a coger confianza. Pero pocas veces se sale de lo normal, si tenemos en cuenta que el sexo es imaginación”. ¿Seguro que solicitan servicios que en casa no tienen?, la pregunto. “Casi todos demandan en algún momento prácticas sexuales distintas a la penetración vaginal. El sexo anal y la felación son las preferidas”.

Se queda pensativa y me cuenta que una vez tuvo un cliente con agorafobia extrema (miedo a los espacios despejados). “Su mujer fue la que me llamó para solicitar mis servicios, ante mi sorpresa. Acudí a su domicilio del que hacía muchos años no podía salir, era su cárcel. Me dio pena aquel hombre por lo extraño de su enfermedad y por su soledad”. Soledad, quizás esa sea la palabra clave de muchos hombres que acuden a una profesional del sexo. Porque se cumple el tópico ese de que muchos quieren sólo hablar… “Sí, es cierto, a muchos hombres les encanta que les escuche. Me cuentan sus problemas y es necesario que me vean atenta en la escucha. Eso les hace sentirse más seguros de sí mismos”. Algo triste, ¿no? “Yo no lo veo como algo triste. Tal vez no tienen a nadie que les escuche sin prisas. Eso sí, antes o después de los largos monólogos habrá sexo. Al menos en mi experiencia”.

Bodydulce ha tenido la suerte de no haberse topado nunca con un cliente violento o peligroso, “en los círculos que me muevo no suele pasar, pero siempre hay que estar prevenida”. Esa es la ventaja de ir con señores que se juegan mucho si dan la nota en uno u otro sentido: familia, estatus social y laboral… Mujeres como las de la Casa de Campo en Madrid o en Las Ramblas en Barcelona, por poner sólo algunos ejemplos, no corren la misma suerte. Es la diferencia entre vivir de la prostitución de lujo o sobrevivir de la prostitución de la calle.

La solución, entonces, ¿pasa por la Legalización? “Sí, por supuesto. Eso significaría control y normas. Y el control nos evitaría la esclavitud y los explotadores, nos permitiría cotizar como cualquier otro trabajador y todo sería más transparente. Negar el derecho a ejercer la prostitución es ponerse una venda en los ojos. La prostitución se seguirá ejerciendo sea legal o no, seamos claros”.

Bodydulce se ha puesto un límite a su carera “seguro que en unos años mi trabajo tendrá que cambiar, al tiempo que cambia mi cuerpo. Estoy preparándome para ello”.