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Sor María Laura Mainetti era una religiosa bien conocida por su bondad y caridad, especialmente porque estaba siempre disponible para socorrer a cualquiera en necesidad. Una noche del año dos mil, recibió una llamada de una voz que gritaba “estoy encinta y quieren hacerme abortar”. Corrió de prisa al lugar y, en el bosque, se encontró con la trampa que le llevó a la muerte. Tres jóvenes, en cuyos cuartos se encontraron más tarde numerosos artículos de Marilyn Manson, cruces volteadas de cabeza y otros símbolos satánicos, le salieron al encuentro. Al día siguiente se encontró su cadáver con diecinueve puñaladas.

Interrogando a las asesinas, confesaron más tarde, que se trataba de un ofrecimiento al diablo. “Habrían bastado dieciocho cortes para formar el seis seis seis –afirmó una de ellas-. La puñalada extra invalidó el sacrificio”.

No hablaré más de esta historia. Quiero solo hacerte ver que es un hecho que en el mundo de los jóvenes se da un cierto interés por estas cosas. Habrás oído de la ouija y de otros juegos espiritistas, tal vez te habrán invitado ya a “visitar” un cementerio en la noche; habrás oído de misas negras, de música satánica y de Marilyn Manson; habrás encontrado gente que dice leer las palmas o habrás visto en la televisión a esos magos que “predicen” el futuro estudiando las estrellas. ¿Qué hay detrás de todo esto? O mejor dicho ¿Quién está detrás, encima y debajo de esto?






El hecho de que tantos crean que de un par de papeles o que del orden de las estrellas dependa su futuro, no hace mas que confirmar las palabras de Ronald Knox “Si hoy creemos en un Dios que hace milagros, es muy difícil creer que Satanás, o alguien muy como él, no esté haciendo milagros para deshacer a las almas.” (SLS 65) En efecto, cuando oyes de satanismo no oyes sino de las obras del diablo, que es “adversario de Dios y del hombre.” (Zac 3;1) El problema de hoy es que, por más que oímos del diablo, no lo conocemos. De hecho no es bueno conocerlo, pero sí lo es saber que existe y que anda “como león rugiente buscando a quién devorar.” (Pedro 5;8)

¿Quién diablos es este diablo?

Cuando Dios creó el mundo, antes de crear al hombre para que estuviera con Él, creó a los ángeles. Al hombre lo haría después libre y lo haría capaz de decidir en cada instante de su existencia. Pero a los ángeles les hizo tomar una decisión una vez y para siempre. La pregunta era ¿eliges o rechazas servir a Dios? Muchos de ellos eligieron a Dios y entraron al cielo. Otros en cambio, instigados por Lucifer, el ángel más bello, pronunciaron el famoso “non serviam” (no serviré). Estas palabras fueron el grito de guerra perpetua en contra de Dios y, siendo el hombre la criatura que Él más amaba, se declararon también enemigos perpetuos de la humanidad. Desde este momento, la tarea del diablo y sus demonios sería la de confundir, manipular y pervertir al hombre para que no volviera al paraíso donde estaba destinado a la felicidad eterna con Dios.



Comenzando por Adán y Eva, Satanás le ha entrado duro a su tarea. No se presenta al hombre con cuernos en llamas, cola de flecha y patas de cabra, sino que se presenta como “un caballero que viste de traje, capa de opera y corbata blanca.”Al menos así lo describía Shakespeare. De esta manera, sus trampas aparentan un fuego que no quema. Sus estrategias no son llamas que queman y te hacen quitar la mano. Son más bien como un sol que te da una sensación agradable y acogedora. Te hace sentir en la playa, acostado en la arena y disfrutando sus rayos pero, cuando te levantas, eres un carbón y, sin darte cuenta, te has convertido en manjar de tu enemigo.

La película El abogado del diablo realiza una gran labor en mostrar este hecho. Es la historia de un abogado que, no habiendo perdido jamás un juicio, se da cuenta a medio caso de la culpabilidad de su cliente. Teniendo argumentos para ganar el caso declarando su inocencia, se encuentra en un dilema. ¿La honestidad o su reputación? Todo le mueve a ser honesto, excepto su jefe y sus compañeros de trabajo. Estos, finalmente, le impulsan a optar por la victoria del caso. Tras este éxito, es promovido y su fama y fortuna crecen sin medida: el sueño de la esposa, la casa perfecta, la familia “ideal”. “La vanidad, mi pecado preferido”, dice en una ocasión su jefe mientras lo ve escalando la cumbre de la fama. Pero el paraíso comienza a desvanecerse con el tiempo. Se encuentra infiel a su matrimonio, con problemas y un sentimiento de vacío, aunque sus cuentas bancarias estuvieran cada vez más llenas. Agobiado por todo esto, su jefe le confiesa un día que él es el diablo y le muestra qué fácil le es guiar a los hombres por donde quiere, usando el dinero como carnada.



¿Alguno de tus cercanos te ha seducido alguna vez a hacer algo en contra de tu consciencia? De esto yo no afirmo nada, pues de esta criatura calurienta y seductora has oído y oirás mucho. Yo me limito ahora a presentarte el trabajo que ha hecho los dos últimos siglos. De esta manera te hablo del satanismo oculto, que es aquello que buscas.

¿De dónde viene esta moderna corriente satánica?

Vamos al año 1875, fecha de nacimiento del ocultista Aleister Crowley, padre del satanismo moderno. Este inglés era ateo. No creía ni en Dios ni en el diablo, pero dedicó su vida a la droga y la magia sexual, cuyos ritos compiló en su libro Magick. Viajó por el mundo y vivió un tiempo en Italia. Estando en Sicilia, fundó en Cefalú la abadía de Thelema donde siguió sus prácticas hasta que, acusado de sacrificios humanos, fue expulsado por el régimen fascista. Regresando a Inglaterra, se dejó consumir de la droga hasta que murió en 1947. Su lema “haz lo que quieras” es una invitación a una vida sin reglas ni límites y es esta la esencia del satanismo. La misma filosofía de vida se encuentra en una frase de su Libro de Oz: “No hay más Dios que el hombre. El hombre tiene el derecho de vivir según sus propias leyes”. De esta manera, todo resulta lícito. El lema representa la eterna presunción del hombre que quiere ponerse en el puesto de Dios y convertirse en dios de sí mismo, siguiendo las leyes que más se le acomodan y buscando satisfacer el egoísmo y el propio placer.



Con este lema, Crowley puso los fundamentos al satanismo pues, de hecho, al diablo no le interesa ser adorado, no le interesan las alabanzas. Para él, la victoria no es ver al hombre postrado a sus pies, sino verlo dando la espalda a Dios. Lo que quiere es ver al hombre usando su libertad para elegirse a sí mismo y repetir su frase: “non serviam” “Haré lo que quiero y no lo que quieres”. Por eso, el satánico no es solo el encapuchado que realiza rituales en los bosques, sacrificando animales e invocando al diablo. No. Ni siquiera es necesario creer en el diablo para serlo, basta meterse en el puesto de Dios y dejarse absorber del egoísmo en la búsqueda del placer. Basta rechazar a Dios, ignorar las reglas y ser el dios de uno mismo, dejando a un lado o sometiendo a los demás. Esto es lo que él busca y difunde, pues su diabólico bien es el mal del mundo y es esto lo que promueve en el rock, las drogas y el sexo. Sé libre y “haz lo que quieras” es el lema del padre del satanismo y es también la contraseña de entrada al infierno.

Esta ideología que promueve una libertad satánica y no es sino esclavitud, ha encontrado acogida en muchos, sobre todo jóvenes, pues parece la vía de una vida fácil. Aprovechando este hecho, se fundó en Estados Unidos como una obra legal, la famosa Satan´s Church (Iglesia de Satanás), con la cual colaboran numerosos artistas de rock y de la cual Marilyn Manson es considerado sacerdote. Esta institución nació en 1966 por iniciativa de Antón LaVey. Comenzó en San Francisco, en el Hotel California, al cual se refiere la canción de los Eagles. Este norteamericano, nacido en Oaklawn, California, fue secuaz de Crowley y levantó su obra junto a Kennet Anger, autor de “Invocation of my demon brother” (Invocación de mi hermano demonio) y “Lucifer rising” (Lucifer que se levanta). Curiosamente, la legalidad de esta “iglesia” hace que el satanismo sea considerado en Estados Unidos como una religión más que cuenta con sus sacerdotes, su biblia, sus ritos y hasta sus mandamientos. A ella se entra por un pacto con el diablo, que consiste en un rito de venta de la propia alma a cambio de riqueza, poder, placer y conocimiento. A este acto hacen numerosas referencias las obras de Faust, quien declara haber vendido su alma.



 Para mantenerla legal, los dirigentes de la secta obran correctamente, sin realizar sacrificios humanos ni violencia sexual y se dedican simplemente a difundir su ideología satánica cuya negatividad se ve reflejada claramente en sus 9 mandamientos:


1. Satanás representa el abandono al placer, en lugar de la abstinencia.
2. Satanás representa la existencia vital, en lugar de la ilusión espiritual.
3. Satanás representa la pura verdad, en lugar de los hipócritas autoengaños.
4. Satanás significa bondad para los que la merecen y no amor desmedido a los demás.
5. Satanás representa la venganza, en lugar de poner la otra mejilla.
6. Satanás significa dar responsabilidad a los responsables, en lugar de preocuparse por los vampiros de la psique.
7. Satanás significa que el hombre es simplemente otro animal, a veces mejor, con frecuencia peor de los que caminan con cuatro patas, el cual, en gracia de su “desarrollo divino, espiritual e intelectual”, se ha hecho más cruel que los animales.
8. Satanás representa a todos los, así dichos pecados; porque estos conducen a todos a una gratificación física, mental y emotiva.
9. Satanás ha sido el mejor amigo que la Iglesia haya jamás tenido, visto que le ha dado trabajo todo este tiempo.


El hacer la propia voluntad es una tentación para todos: niños y adultos, pecadores y santos. Pero ¿cómo se ha expandido tanto? y ¿por qué encuentra acogida sobre todo entre los jóvenes? La respuesta se ve cuando se observa la conducta juvenil. El período de adolescencia es un tiempo de maduración en que la persona comienza a darse cuenta de su libertad y autonomía frente a sus papás y cualquier autoridad. El adolescente cuestiona todo y busca un fundamento para su vida, cayendo naturalmente en un estado de rebelión propia de la edad. Con este cuestionamiento y la ausencia de una verdad que le de seguridad, el joven se siente vacío y busca llenarse de lo que el mundo le ofrece.

El demonio, aprovechando este vacío interior, no duda en salir al encuentro y ofrecer alternativas opuestos a Dios. Se presenta como un Lucifer rebelde que anima sus sentimientos de rebelión con la idea de una falsa libertad. Ofrece una vida de placer, una vida de apariencia y una vida de dispersión. Pero no hace sus ofertas encendido en llamas y humos, como ya dijimos al inicio. Para hacerse atractivo y no temible; para ponerse guapo y agradable, se esconde en un aliado amigo de todos los hombres. Se esconde en un ser que todos buscan y tienen por amigo: el dinero. En efecto, el diablo se basa en la avaricia humana para promover sus anti-valores. Así, funda y dirige empresas que se dediquen a sembrar su mala hierba y llenar el vacío de los jóvenes de comida chatarra que no les lleva a la felicidad, sino a un profundo vacío y hastío por la vida.

Como ejemplo de esto se podrían mencionar la cantidad de empresas que, con revistas, películas y páginas de Internet promueven la pornografía, destruyendo el valor del matrimonio y manipulando el significado del sexo para convertirlo en sinónimo del placer; los grupos de música rock y públicamente satánica, que promueven el sexo y la droga como vía de felicidad; las que promueven juegos espiritistas, las editoras de mensajes subliminales, las productoras de imágenes, tatuajes y vestidos diabólicos, las que difunden supersticiones y creencias en el poder de las piedras o las estrellas y no se diga de aquellas que elaboran bases de datos de blasfemias contra Dios, la Virgen y el Papa, permitiendo al visitante de la página introducir las propias. Todas éstas, ¿Qué son sino obras que promueven el abandono de Dios para meterse a uno mismo o a otro en su puesto? ¿Y quién está detrás? Un hombre que viste Armani, detrás de un escritorio y goza de la vida sacando provecho del juvenil deseo de felicidad. Y más detrás aún, “un caballero que viste de traje, capa de ópera y corbata blanca.”

“Haz lo que quieras.” “Busca el placer.” “Que nada ni nadie te condicione” “No te dejes engañar por una moral represiva”… Todos estos son mensajes que roban a Dios su puesto falseando y reduciendo la libertad. La falsa libertad satánica es, lamentablemente, el concepto de libertad que se tiene hoy en día. Es una libertad egoísta y absoluta que no deja espacio ni a Dios ni a los demás. Es una aparente libertad para hacer la propia voluntad y satisfacer los propios deseos, porque todo es lícito. Pero es un esclavizadora de los propios caprichos, que encierra al hombre en sí y rompe con la paz de una sociedad que debe vivir en armonía.


Para volver a una verdadera libertad, es necesario que el hombre no sea su propio centro. Hace falta una referencia. “Ama y haz lo que quieras” -decía San Agustín-. Ésta es la respuesta. Ésta es la verdadera libertad. Si la curiosidad sobre el satanismo te movió a leer estas líneas, indaga ahora su contrario. Toma los Evangelios y conoce al enemigo del diablo. Compara las obras de Cristo y del diablo, compara la Iglesia de Satanás y la de Cristo, compara lo que cada uno te ofrece y la libertad que te propone. “No se puede servir a dos señores.” (Mt 6;24) ¿Cuál líder es más fácil de seguir? La respuesta te la he dado en éstas líneas pero, juzgando sus efectos, si la felicidad en la que crees es la misma en la que creo yo ¿Quién de ellos te la puede dar?