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A la hora de escribir nuestras historias, una de las partes más importantes es la de la creación de los personajes, que al fin y al cabo son los que, con sus motivaciones, acciones y reacciones, van a llevar el peso narrativo de nuestra historia.



Si analizamos los personajes más conocidos, esos de los que todos hemos oído hablar, desde la obra Homérica hasta las más recientes novelas para adolescentes (sin entrar a valorar su calidad artística o narrativa), podemos observar una serie de componentes que están presentes en ellos desde hace más de dos mil años. Estos componentes comunes, además de ofrecer un carácter universal a tales personajes, los hace de alguna forma cercanos y comprensibles incluso para los lectores actuales. Y esto es así, porque estos personajes representan lo que Carl Gustav Jung (1875-1961) denominó ARQUETIPOS. Ahora veremos qué son estos arquetipos.



Jung estableció una división de la psique humana en tres partes: el consciente, el inconsciente y el inconsciente colectivo.
En esta última es en donde aparecen los arquetipos. Podemos definir los arquetipos como patrones de comportamiento. Son las formas en las que la consciencia humana experimenta el mundo y se percibe a sí misma. Así, todos, en algún momento, representamos, vivimos, un arquetipo concreto, que nos dota de ciertas características que en ese momento necesitamos para desarrollarnos. No quedarnos “atascados” en un único arquetipo es un punto importantísimo en nuestro crecimiento personal.



Los arquetipos actúan en todos los hombres, son universales y comunes a todos, y están determinados por símbolos que podemos observar en los sueños, el arte, la religión y la mitología…Si observas los arcanos del tarot en un mazo clásico (recomiendo observar el de Marsella, los mazos más modernos pueden ser más estéticos, pero casi todos carecen de valores simbólicos relevantes) verás un motón de símbolos representados no sólo por las figuras, sino por los colores, la posición y gestos, los grupos numéricos… ¡Puede ser un ejercicio muy interesante para fomentar la ensoñación y, con ella, la creatividad! Al fin y al cabo, estaremos “alimentando” el inconsciente con imágenes oníricas.

Algunos de los arquetipos que aparecen comúnmente, además de en nuestros sueños, en las obras narrativas, y muy fuertemente en los cuentos clásicos son:

- El Senex (viejo sabio): Padre sabio, místico, que a veces habla a través de historias y cuentos o nos regala frases confusas similares a las de un profeta o a las de un loco. Puede ser un profesor algo patoso o estrafalario, un extranjero, un hechicero similar al mago Merlín, un médico, un abuelo… ¿Qué tienen todos en común? Son hombres, adultos y dotados de autoridad que ofrecen un guía o una clave al héroe. En los cuentos clásicos pueden ser un animal que aporta una visión, comprensión, buen consejo, etc. a nuestro héroe (cuervos, serpientes, lobos, palomas y cisnes… animales todos ellos muy simbólicos)

- El padre

- La madre

- El niño eterno (puer aeternus): Un claro ejemplo es Peter Pan, el niño que no quiere crecer.

- El héroe

- El guerrero

- La doncella

- El demonio

- Y uno que ha generado muchos trabajos escritos: la sombra.

Vamos a quedarnos con este último.

La Sombra es el arquetipo que personifica los rasgos personales que nos hemos negado o que ignoramos de nosotros mismos. Es decir, si nos consideramos generosos, no nos consideramos egoístas, ¿verdad? Pues ese rasgo egoísta, que indudablemente tenemos y rechazamos porque es claramente deplorable, va a parar a la sombra. Así, vamos construyendo un negativo de nosotros mismos, una imagen especular que almacena todas aquellas cosas monstruosas que no nos gustan y que rechazamos. Y cuanto mejores nos creemos, más horrible es nuestro opuesto, pues ya se dice que, cuanto más fuerte es la luz, más oscura es la sombra. En un primer estadio, esta sombra puede aparecer como un ser monstruoso que nos acecha para hacernos daño (los dragones, gigantes, bestias marinas etc. de los cuentos) pero, una vez que nos percatamos de su existencia y la vamos aceptando se convierte en algo más cercano a un ser humano y cada vez se va pareciendo más a nosotros mismos, a quienes somos en realidad.

En la literatura, el antagonista arquetípico del héroe sería la sombra.
Pero vamos con un ejemplo que todos entenderemos.

En la Guerra de las Galaxias (Starwars), tenemos un claro protagonista sobre el que cae la tarea arquetípica del héroe: Luke skywalker

Luke comienza siendo un “niño”, un personaje sin desarrollar, con un sueño, pero sin haber dado un primer paso. Está a cargo de unos adultos, sus tíos, pero es joven, no tiene pareja… es un adolescente psicológico.
Este joven conoce a su Senex, Obi Wan Kenobi, un anciano sabio, pero ermitaño, que tan sólo entra en su vida cuando Luke da un paso hacia el cambio: desafía las órdenes de su tío y sale en busca de un robot algo rebelde. Al emprender una primera búsqueda manifiesta su intención de independencia, por lo que muestra que está preparado para el primer momento del cambio. Y es entonces cuando aparece la figura del Senex: El Maestro sólo aparece cuando el Discípulo está preparado para su llegada.

El inicio real del viaje surge cuando sus tíos son asesinados. Así, el héroe se ve libre de sus ataduras, las figuras arquetípicas del padre y la madre (sobre todo del padre) desaparecen y nuestro héroe emprende el viaje que le conducirá a su destino, aún desconocido, acompañado del anciano sabio.

Para éxito de este primer viaje, se necesitan la fuerza y el valor, el motor de empuje del arquetipo del Guerrero, encarnado por Han Solo y su nave, el Halcón Milenario.

El siguiente encuentro que se va a producir, es con la sombra: el malvado (y completamente negro, desde el casco hasta las botas) Darth Vader, que tiene un gran poder y una gran maldad. Luke no está suficientemente preparado, no es un héroe aún, por lo que debe huir. En este momento, Obi Wan “muere” para pasar a otro estado, que no es físico. El que produce este cambio es el propio Darth Vader, el “reverso oscuro” de Luke, como ya veremos.
Sin maestro, el héroe debe proseguir su búsqueda interior, ha de convertirse en su propio maestro. A lo largo de la trilogía vemos cómo el enfrentamiento entre Vader y Luke se va haciendo más y más personal, ambos se buscan y se complementan, pero Vader es aún más fuerte que el joven héroe. Por ello aparece un nuevo maestro: Yoda. Yoda y Obi Wan representan la misma figura, aunque este último es algo más paternal. Finalizado el entrenamiento, el héroe es forzado a enfrentarse, definitivamente, con su reflejo especular: Vader, complementado por el malvado Emperador.
Al final del enfrentamiento, descubrimos porqué Luke y Vader están tan unidos, tan predestinados: son padre e hijo. Vader se ha dejado arrastrar por “el lado oscuro” y pretende llevarse a su hijo con él, pero éste lucha y, aunque está a punto de morir, Vader se descubre a sí mismo en su joven contrincante y, finalmente, en un momento de redención magnífico, destruye al emperador. Antes de morir, Vader le pide a su hijo que le despoje de su máscara negra para poder verle con sus verdaderos ojos. Entonces comprendemos que el malvado Vader, esa sombra negrísima, impersonal, tan poco humana, tiene un rostro real, un rostro que podría pertenecer a cualquiera. En ese momento, el arquetipo de la sombra se convierte en el del padre, se redime y complementa definitivamente a Luke, que ahora llega al final de su viaje convertido en el gran héroe salvador del universo.

Un malvado poderoso y atractivo es aquel que complementa perfectamente a su héroe. La sabiduría tradicional dice que podemos medirnos por la calidad de nuestros enemigos, y es verdad. El universo literario está lleno de parejas fantásticas de héroes y villanos: Luke y Vader, Sherlock Holmes y Moriarty, Jekyll y Hide, Yago y Otelo, incluso en la reciente película El Caballero Oscuro vemos algo parecido, con Batman enfrentándose a un Joker puramente caótico, representante de todo aquello que Batman no puede ser.

En resumen: si quieres engrandecer a un héroe, debes poner a su lado o, mejor, frente a él, a un villano en su justa medida, que le ponga las cosas difíciles, a través del cual pueda definirse y crecer, una imagen especular o en negativo del propio héroe, aquello en lo que él mismo se convertiría si se dejara llevar… por el lado oscuro de la Fuerza.

Como tampoco quiero subir una entrada demasiado larga ni tediosa, si por cualquier motivo, aunque sea personal, deseas que profundice en algún arquetipo o quieres comentarme si alguno de ellos sale redundantemente en tus sueños o te interesa algo más de información, déjame un comentario. Estaré encantada de responderte.