Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Ritual de origen afrobrasileño donde se homenajea a la diosa del mar, donde se congrega una gran multitud en la playa Ramírez durante todo el día. Parte del ritual consiste en armar barcazas de madera o fibras sintéticas, adornarlas con los colores blanco y celeste principalmente, llenarla de ofrendas y lanzarlas al mar cuando cae el sol. El resto de la jornada transcurre entre danzas y ritmos afrobrasileros, limpiezas espirituales, incorporaciones (los dioses del culto entran en el cuerpo de varios de sus fieles), pero también miles de curiosos y turistas que tradicionalmente también acompañan.


Su celebración posiblemente haya comenzado entre los años 1930 y 1940.
A pocas horas de un nuevo 2 de febrero, los uruguayos se preparan para ser testigos ­ y en muchos casos protagonistas ­ de la cada vez más creciente devoción que se realiza a Iemanjá. El fervor con que es adorada esta diosa de origen africano, tanto por umbandistas como por el público en general, hace que nos acerquemos un poco más a este fenómeno, para conocer más sobre sus orígenes, protagonistas y encantos. Junto a ellos, compartir una galería de imágenes que de por si evidencian lo que es para muchos esta jornada única que está por vivirse en la Playa Ramírez de Montevideo y en otros puntos del país.


¿QUIÉN ES IEMANJA?

Iemanjá (o Jemanjá, o Yemanyá), orixá femenino del panteón yoruba originario de Nigeria y trasladado al continente americano en el período del tráfico de esclavos junto con el resto de sus religiones y costumbres. Es la deidad Patrona de la ciudad de Abeokutá en Nigeria y de la ciudad de Río de Janeiro en Brasil. Habita en las aguas saladas es decir en los mares y océanos del mundo, representa el misterio de lo profundo que envuelve a la tierra, rodeada de mares y océanos. De acuerdo a la mitología yoruba, Iemanjá es esposa de Oxalá y la madre de todos los Orisas, por lo cual simboliza la maternidad por excelencia.

Siguiendo las prácticas del sincretismo, se identificó con ella a la Virgen María bajo su advocación de Stella Maris, patrona de los navegantes, marineros y pescadores, que quedó así trasformada para los afroamericanos en Iemanjá, diosa que reina en el mar, madre generosa que representa también la fertilidad, con muchísimos hijos propios y adoptados, protectora de los barcos y de los pescadores y dueña de los frutos del mar.

En su forma original esta deidad es venerada desde remotos tiempos por millones de africanos. Posteriormente, en América, personas de todas las razas, negros, mulatos y blancos, se han adherido a su culto, movidos muchos por la fe, otros por superstición o curiosidad, y también un gran número en las últimas décadas por razones comerciales.



El comienzo de una tradición

El día 2 de febrero se festeja en todos los países americanos del Atlántico Sur el día de Iemanjá. Estas fiestas tuvieron su comienzo en el año 1924, cuando unos pescadores (que en ese entonces eran 29 en Bahía – Brasil) tuvieron la iniciativa de ofrecer presentes a Iemanyá por la falta de peces, que dejaba sus redes vacías desde hacía mucho tiempo – aunque su adoración proviene de África y es más antigua aún -.

El resultado de la pesca fue tan productivo que, a partir de entonces, los pescadores nunca dejaron de agradecer a la Reina de las Aguas.

El 2 de febrero todos van a reverenciar a Iemanyá: pobres y ricos, negros y blancos, católicos y devotos del candomblé y la umbanda. Independientemente de creencias o religión, raza o posición social, todos se mezclan en las playas para hacer esta fiesta.

Entre las ofrendas hay de todo: muñecas, maquillajes, anillos, flores, jabones, perfumes, talcos, espejos de mano, rosas blancas etc., porque todos saben que Iemanyá es muy maternal y muy coqueta. También hay muchos mensajes escritos en todo tipo de papel. Mensajes de amor, de agradecimiento o para pedirle una gracia. Según los creyentes, Yemanyá los atiende a todos, siempre que sea entregado con fe.



Una fiesta única

Esta fiesta es de tal magnitud que esa noche, visto desde una nave espacial, aparecería iluminado como una sola guirnalda de luces intermitentes el contorno atlántico de nuestro continente. Desde la madrugada del día de la Virgen, largas procesiones de creyentes y no creyentes, con sus carpas, grandes trajes, cintas blancas y celestes, gigantescas fuentes de ofrendas y barcas se trasladan a las arenas de las playas, donde se cavan grandes hoyos en la arena para proteger las llamas del viento y se prenden cientos de velas celestes y blancas.

Durante el día y la noche siguiente se realizan bailes religiosos, suenan los tambores y los cánticos, se hacen ofrendas de sandía, palomitas de maíz y caracoles. Muchísimos caracoles, preferentemente de color rosado, son devueltos al mar y también flores: millones de rosas y claveles, y se hacen a la mar barcas iluminadas con velas y cargadas con perfumes y conchas de caracoles.

Miles de cartas de enamorados, de madres, de enfermos, de gentes que agradecen y gentes que piden salen ese día al mar en busca de protección y de esperanza. Dice la leyenda que aquellas que son devueltas a la orilla no fueron atendidas por la santa…

Durante todo el 2 de febrero salen los cortejos formados por barcos de todo tipo y calado, en todas nuestras playas, llenos de canastas repletas de ofrendas. Hay canoas, barcos, veleros, lanchas, yates, balsas.

La procesión marítima va capitaneada por un barco director que conduce el gran regalo principal.

Todo el tiempo cánticos y toques de los atabaques (tambores de ritual) Puntos cantados (canciones) ejecutados por integrantes de diferentes terreiros de candomblé. Cánticos y batucada que también salen hacia el mar y se apagan lentamente en el murmullo de las olas.



IEMANJA EN AMÉRICA

- En Brasil, Iemanjá es sincretizada con Nuestra Señora de los Navegantes, en Haití se la conoce con el nombre de Agwe y está sincretizada con San Ulrico y en Cuba se la conoce con el nombre de Yemanyá y está sincretizada con la Virgen de la Regla.

- En Bahía la fiesta del día 2 de Febrero es una de las más populares del año, atrayendo a la playa una multitud de fieles y admiradores de la madre de las aguas. Se prepara una enorme cesta donde las personas dejan ramos de flores, platos de comidas, frascos de perfumes, jabones, muñecas, telas collares y pulseras. Al caer la tarde, el presente es colocado en una barca, llevado a alta mar, y depositado sobre las olas.

- En Río de Janeiro, Santos y Porto Alegre, en la última noche del año, centenares de miles de adeptos van cerca de medianoche a encender velas a lo largo de las playas y ofrendan flores y presentes al mar.

- En Cuba el día 8 de Septiembre se la venera como una de las fiestas populares, los Santeros van en procesión a la playa donde dejan todo tipo de ofrendas y beben tres sorbos de agua salada, caminan al son de los Batás – tambores – y llevan imágenes de la Virgen de la Regla.



EL ORISA ORI

En las siguientes líneas, Baba Egbe Odégbamí, del Centro de difusión de la cultura Yoruba – Orisá e Ifá nos presenta a Ori, el Orisá del hombre por excelencia. Veremos su significado, importancia y las vinculaciones que tiene con nuestro presente y futuro.



Ori y el hombre

Etimológicamente la palabra ORÍ proveniente del idioma Yorubá, significa “Cabeza”, espiritualmente Orí significa mucho más que la región del cuerpo humano a la que llamamos cabeza.

Para los Yorubá tradicionales Orí es el Òrisá más importante en la vida de los hombres. Los tradicionistas entendemos que en Orí se encuentra la esencia de OLODUNMARE, la porción de dios que portamos cada uno de nosotros.

Es Orí el único Orisá que ha de acompañar a su devoto en el largo viaje atravesando el mar sin retorno, cuenta Ifá, haciendo hincapié en que Orí es el Òrisá del hombre por excelencia y aquel a quien le importa sobremanera lo que nos suceda, dado que nuestra felicidad o grado máximo de plenitud a ser gozado en nuestra vida terrena se encuentra almacenado en los niveles de conciencia de ORÍ.



A no confundirse

Es muy común en las tradiciones de Orisá en América, que se confunda al ELEDA (Òrisá custodió de Orí) con ORÍ. Sucede que ambos dos reciben sus fundamentos en la misma región del cuerpo humano, con la diferencia que los EBORA o IRUNMOLES son los Òrisá que proporcionan apoyo y cuidado a nuestro ORÍ para que éste en el tránsito por la tierra cumpla con lo estipulado en su destino.

Cuenta Ifá en el Odú OTURA MEJI, “Ko si Òrisá ti da nigbe leyin ORI eni”. No existe un Òrisá que apoye al hombre más que su propio ORÍ.



Nuestro destino y Ori

Orí es el portador de nuestro destino, aquel que nosotros mismos hemos escogido en la instancia en la que nos arrodillamos en el ORUN para solicitarle a I
JALA MOPIN, el modelador de las cabezas con destinos, que nos diera una buena cabeza.

La predestinación en Yorubá / Ifá, es conocida como à yánmo (la opción), ìpín (Destino), Kà dà rá (la porción divina que dios nos ha dado a los hombres), ìpòrí (la cabeza interna y su gemela en orun).

Cualquiera sea el nombre que le sea dado, siempre es asociado a la existencia de ORI INU la cabeza interna portadora de todos los conocimientos de nosotros mismo, y de nuestro mejor destino.

En un ITAN de Ifá Òrúnmìlá dice, que habría de crear a sus hijos (la humanidad) como seres individuales, que a los ORI de cada uno le daría facultades diferentes y que solo el sabría el porque daría a cada cual, tal rol o facultad; continúa diciendo Ifá que sería nuestra habilidad el que nos relacionemos para que cada uno de nosotros en conjunción y funcionando en paralelo con los demás formemos un cuerpo único, y una estructura en funcionamiento diversificado y funcional. Explica así Òrúnmìlá, que es inútil perseguir el destino o la vida de otros, creyendo que tal vez si estuviéramos viviendo lo que vive ese otro nuestra vida sería más llena de dicha o amor, pues Ifá enseña que cada uno nació para ejercer una función especifica, que la función de cada uno es muy importante en lo que refiere a los engranajes de un gran macro sistema comunal. Aquel que nació para ser sacerdote que lo sea, y quien nació para ser arquitecto que lo sea y que estos dos casos no cambien de vida de uno por el otro porque ninguno acabará siendo realmente feliz.



SU MONUMENTO EN LA PLAYA RAMIREZ

La característica dominante de las representaciones de Iemanjá estuvo y está siempre vinculada al simbolismo de la maternidad, que también tiene presencia dominante y esencial en la estatua que se instaló frente a la Playa Ramírez.

Así la vio y la plasmó Ulrico Habeger Balparda, el mismo artista uruguayo que esculpió a José Artigas, Luis Alberto de Herrera, José Batlle y Ordóñez, Eduardo Fabini, Aparicio Saravia y Carlos Gardel. Fruto de grandes esfuerzos del Pai Armando Ayala ­ fallecido en 2004 ­ su obra fue emplazada en el Parque Rodó frente a la mencionada playa, constituyéndose éste en un logro de gran relevancia para el movimiento afroumbandista.

Este monumento, orgullo para Uruguay, muestra a Iemanjá con los brazos abiertos en el típico gesto y la cariñosa actitud con que toda madre recibe a sus hijos. Así la imagen de la orixá subraya en el bronce la naturaleza y el significado maternal de la orixá, considerada matriz y origen de la vida, y fuente de la fecundidad por las religiones tradicionales de Africa.

En el monumento además figuran otros símbolos importantes. Uno es el espejo en la mano de Iemanjá. Este espejo es el que ilumina los caminos, idea que aparece perfectamente plasmada en la obra del escultor Ulrico Habegger. La estatua incluye también dos estrellas. Una ubicada en la frente de Iemanjá, es la que guía la vida. La otra es la que se abre para dar nacimiento a la orixá, cuyo nombre significa “madre hija del pez”. Los caballitos de mar representan la fidelidad y aparecen enmarcando el espejo que ilumina los caminos.



LA ADORAN HASTA ILUSTRES ESCRITORES

Compartimos a continuación un texto de los muchos que está al pie del monumento a Iemanjá en Playa Ramírez. El mismo es escrito nada más y nada menos que por el brasileño Jorge Amado y dice lo siguiente:



Iemanjá de los cinco nombres

Iemanjá, que es la dueña del muelle, de los aveiros, de la vida de sus hombres, tiene cinco nombres, cinco nombres dulces que todo el mundo conoce.

Se llama Iemanjá, siempre se llamó así y ese es su verdadero nombre, de dueña de las aguas, de señora de los océanos.

Pero a los canoeros les gusta llamarla Janaína, y los negros, que son sus hijos predilectos, que danzan para ella y la temen mas que todos, la llaman Inae devotamente o, en sus súplicas, la Princesa de Aiocá, reina de esas tierras misteriosas que se esconden en la línea azul que las separa de las otras tierras. Y las mujeres del muelle, que son simples y valerosas, Rosa Palmeirón, las mujeres de la vida, las casadas, las muchachas que esperan novio, le dicen Señora María, por que María es un lindo nombre, el más lindo de todos, el más venerado y se lo dan a Iemanjá como un regalo, como si le regalaran una caja de jabones a su piedra del Dique.

Ella es una sirena, es la madre del agua, la dueña del mar, Iemanjá, Janaina, la Señora María, Inae, la Princesa de Aiocá.

Ella domina los mares, ella adora la luna, que viene a ver en las noches sin nubes, ella gusta de las músicas de los negros.










Respetemos identidades, en la naturaleza todo es diferente, una gota de agua no es igual a otra, una hoja igual posee grandes diferencias respecto de otra, por que nosotros como seres humanos nos denigramos? Respeta a tu igual, como deseas te respeten a ti.