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El pasado fin de semana, durante la celebración de las multitudinarias protestas en contra de la presidencia de Donald Trump y a favor de los derechos de las mujeres, un hombre anónimo golpeó a Richard Spencer mientras daba una entrevista.



La agresión, grabada por las cámaras en plena calle, ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales, generando opiniones favorables al acto. ¿El motivo? El cariz político de Spencer: líder de la alt-right, un grupo ideológico de posiciones filofascistas y de simpatías nazis. Desde entonces, las posturas se han enconado. Por un lado, quienes están a favor de "agredir a un nazi". Por otros, quienes consideran que toda agresión es denunciable.

La historia ha derivado en divertido meme, pero también en un debate que trasciende el chiste: ¿es correcto pegar a un nazi? La respuesta a esta pregunta está teñida, a menudo, de profundas valoraciones personales, y requeriría de una análisis profundo, pero no cabe duda de que es fruto del siglo XXI. Hubo una época donde pegar a un nazi, o resistirse a su opresión, era un requisito indispensable para sobrevivir o para salvar la vida a sus seres queridos.

Aquella época fueron los años '30, y mucho antes que el dudoso héroe encapuchado que agredió a Spencer, aquellos hombres y mujeres sí se enfrentaron al nazismo, en una época en la que hacerlo no aseguraba un meme, sino poner la propia vida en peligro. Estos fueron (algunos de) sus nombres.

Johann George Elser



Una de las muchas personas que trató de acabar con la vida de Hitler, sin éxito. En 1939, colocó una bomba en la célebre cervecería del golpe de estado fallido de 1923, en Múnich, con motivo de los fastos anuales del evento. Sin embargo, Hitler terminó su discurso antes de lo previsto, y la bomba, adosada a un contador temporal, estallaría una vez hubo partido de la taberna. Murieron 8 personas. Elser fue apresado y ejecutado en 1945.


Sophie y Hans Scholl



Hermanos, repartían propaganda anti-nazi durante la Segunda Guerra Mundial en su ciudad natal, Múnich. Pertenecían a la Rosa Blanca, un grupo de estudiantes e intelectuales, con raíces con los movimientos políticos cristianos de Baviera, que organizaba diversas acciones de resistencia (a menudo no violentas). Fueron descubiertos por el celador de la universidad y ejecutados por guillotina en 1943.


Herbert Baum



Activista judío y miembro de la resistencia interna contra los nazis. Miembro de la Liga de los Jóvenes Comunistas de Alemania, se dedicó a diversas actividades anti-nazis, como el reparto de propaganda por espacios públicos, hasta que en 1942 organizó un ataque contra una exposición antisemítica organizada por Goebbels. Fue apresado y torturado hasta su muerte.


Helmuth James Graf von Moltke



Uno de los miembros más destacados del Círculo de Kreisau, a su vez uno de los focos de resistencia contra Hitler dentro de Alemania más destacados de su época. Von Moltke (descendiente de ese otro Von Moltke) denunció de forma frecuente los abusos de derechos humanos de los nazis en los territorios ocupados y abogaba por una Alemania post-nazismo basada en los principios democráticos. Fue ejecutado por todo ello en 1945.


Maximilian Kolbe



Clérigo polaco, conocido históricamente por su decisión voluntaria de sustituir a un condenado a muerte en el campo de concentración de Auschwitz. Kolbe, además y como muchas otras personas hicieran en secreto durante la Segunda Guerra Mundial, se dedicó durante los años del conflicto a buscar cobijo y protección para judíos. Por ello fue enviado a Auschwitz.


Liselotte Herrmann



Activista comunista apresada por el régimen nazi, recién llegado al poder, en 1933. El partido había sido prohibido pero Herrmann continuó realizando labores de resistencia espiando planes industriales y de rearme de la Alemania nazi y enviando sus informes a las autoridades del Partido Comunista Alemán exiliadas en Suiza. Por estas y otras actividades, fue apresada en 1935 y ejecutada dos años después acusada de alta traición.


Maria Terwiel



Medio judía y licenciada en 1931, no pudo acceder a puestos de responsabilidad pública, funcionarial, por ese mismo motivo. Terwiel se unió años más tarde a la Orquesta Roja, la amplia red de espionaje y resistencia desarrollada en Berlín contra el nazismo. Junto a Libertas Schulze-Boysen y otras mujeres y hombres, Terwiel saboteó exposiciones de carácter nazi, difundió proclamas anti-nazi y participó en toda clase de actividades. Fue apresada y ejecutada en 1942.


Lisa Fittko



Nacida en Ucrania, cerca de la actual frontera con Hungría, Fittko se trasladó con sus padres a Berlín y decidió permanecer en la capital alemana cuando estos huyeron de Hitler en 1933. Participó, al igual que otros nombres citados más arribas, en diversas operaciones de propaganda y resistencia contra el nazismo, y fue pronto objeto de vigilancia de la Gestapo por negarle el saludo a Hitler. Pasó varios años entre varios países europeos (Chequia, Holanda), escapando de los nazis, hasta que en 1939 dio con sus huesos en París.

Durante la ocupación fue apresada, pero pudo liberarse, y organizó rutas de escape, en colaboración con Varian Fry, para los judíos que huían de Francia en dirección a España, trazando ella misma las rutas a través de las montañas. Uno de ellos fue Walter Benjamin. Ayudó a escapar a tanta gente que los nazis terminaron dándose cuenta, pero pudo escapar con ayuda americana primero a Cuba y luego a Estados Unidos, donde murió en 2005 a los 95 años.


Magda Trocmé



Junto a su marido, André, un pastor protestante afincado en el centro de francia, Magda logró salvar la vida de incontables judías al ofrecerles asilo y protección ante las persecuciones nazis. Entre 1940 y 1944 lograron esquivar con éxito, ofreciendo medicinas, comida y ropa, a un número altísimo de judíos gracias a una extensa red de colaboradores en la comarca. Ambos murieron años más tarde, sobreviviendo a la guerra.