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Por momentos desencajada, la Presidente de la Nación habló en vísperas del paro y movilización de su ex socio Hugo Moyano. Ella incurrió en groseras contradicciones, omisiones y tergiversaciones.



por EDGAR MAINHARD

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Lo de Cristina Fernández de Kirchner, en su regreso al atril, fue de mala fe. Por ejemplo:

1. Mala fe al decir que los gobernantes extranjeros no podían creer, durante su viaje al exterior, que en la Argentina hay convenciones colectivas de trabajo en las que a muchos sindicatos de trabajadores les parece poco un ajuste del 20% nominal. ¿Y la tasa de inflación de cuánto es? Sin duda mucha más incredulidad deberían manifestar sus interlocutores extranjeros por la tasa de inflación que tolera la Presidente de la Nación.

Luego, los gobernantes extranjeros tienen representaciones diplomáticas en la Argentina, que les informan sobre los acontecimientos. Ellos sin duda conocen que la tasa de inflación no se puede conocer porque Cristina Fernández de Kirchner permitió la intervención de Guillermo Moreno en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, organismo que perdió neutralidad y credibilidad, y por eso la tasa de inflación en la Argentina es incierta aunque se sospecha que es muy superior al 20% anual. Cristina insiste en ignorar la inflación y su perversidad sobre las relaciones económico-sociales. Así, la mandataria demuestra un desinterés notable por la calidad de vida de aquellos a quienes dice defender.

2. Mala fe al sostener que la crisis global pone en riesgo a la Argentina y culpar a sus adversarios por negarlo. Desde el último viaje del matrimonio Kirchner a New York City, en 2008, luego de la caída de Lehman Brothers, la Presidente de la Nación siempre negó el impacto externo sobre la economía doméstica.

Ahora, en algunos días ella afirma que la Argentina sigue blindada; y en otros días justifica ciertas decisiones controvertidas en la vigencia de la crisis. La verdad es que no se sabe qué opina la Presidente de la Nación, cuya única reacción concreta ante los acontecimientos externos ha sido intentar que el Estado Nacional -vía impuestos o vía inflación- obtenga más dinero, con la teoría de que es virtuoso volcarlo en forma de gasto público porque así se sostiene la demanda agregada.

Así, en verdad, la Presidente solamente traslada al sector privado el esfuerzo de la crisis, no existiendo ningún aporte del sector público, que se limita a gastar el dinero que recauda de los privados, sin permitirles a estos alguna fiscalización acerca de cómo se asigna, y rechazando las críticas acerca de que es muy ineficiente el destino de los recursos.

3. Mala fe al recordar recién ahora la importancia del ferrocarril en el transporte de cargas. Mientras duró la sociedad entre los Kirchner y Hugo Moyano, siempre se ignoró a ese medio de transporte para el transporte de grandes volúmenes en distancias considerables. Es más: hasta se autorizó a que Moyano participara de la administración del Belgrano Cargas, que desde hace años se encuentra frenado. Peor aún: Cristina Fernández defendió el fallido proyecto del tren veloz (de pasajeros) a Rosario y Córdoba, en vez de priorizar en ese momento la modernización del ferrotransporte de cargas, necesaria para el negocio de exportación agrícola, del que recibe tantos beneficios el Estado Nacional.

4. Mala fe en pretender que la sociedad ignore que los Kirchner y Hugo Moyano fueron socios. Los Kirchner permitieron la homologación de los convenios laborales del Sindicato de Choferes de Camiones, y los Kirchner se negaron a escuchar a quienes afirmaban que eran abusivos. Los Kirchner le entregaron a Moyano una presencia superlativa en la administración de los recursos de las obras sociales (el famoso APE o Administración de Programas Especiales) y de los subsidios al Transporte. Los Kirchner le permitieron a Moyano, durante 8 años, administrar miles de millones de pesos de recursos del Estado (dinero de los contribuyentes), y recién ahora Cristina 'descubre' que la escala salarial que ella permitió... no depende de la calificación de la mano de obra sino de la capacidad de presión del sindicato demandante.

5. Mala fe en intentar una permuta entre el gravámen del Impuesto a las Ganancias para la 4ta. categoría y los subsidios del Estado en las tarifas de transporte, agua, electricidad y gas. Por un lado, no todos los usuarios del país reciben esos subsidios. Luego, si esos subsidios se pagan con el gravámen cuestionado (que ella dijo que se aplican exclusivamente a los ingresos altos), ¿por qué no discutir en que se gasta la recaudación de los otros impuestos? Porque si con Ganancias sobre la 4ta. categoría se pagan los subsidios de servicios públicos, entonces habría que revisar los otros impuestos. Una mayor presión tributaria les ha permitido a los Kirchner malgastar US$ 300.000 millones desde 2003 a la fecha.

6. Mala fe al afirmar que la crisis de 2012 se asemeja a la de 2009, año en el que no se ajustó el mínimo no imponible. La única economía en problemas en la región es la de la Argentina. La escasez de dólares estadounidenses que padece Cristina no es el resultado de la crisis global sino de errores de política económica que cometió Cristina, pero ella no se hace cargo de sus desastres como tampoco de la tasa de inflación que provoca.

7. Mala fe en desconocer la necesidad de abordar de una buena vez el debate sobre la injusta matriz tributaria argentina, que se encuentra fuera de época, arrasada por superposiciones irracionales, 2 hiperinflaciones y varias crisis financieras. Eso sería progresismo. El Estado demanda mucho más de lo que devuelve al contribuyente, y lo más grave es que hoy día puede justificar su presión en la permanencia de los subsidios pero ¿qué hará cuando recorte o elimine esos subsidios, situación que tendrá que ocurrir en breve? Así como Cristina afirma que las escalas salariales no reflejan la eficiencia ni la calidad de la mano de obra sino el abuso de un sindicato, la matriz tributaria argentina refleja el abuso del Estado Nacional sobre las provincias y los municipios.

8. Mala fe al intentar arrojar sospechas de una conspiración política en el paro y movilización. Es una tradición de los Kirchner encontrar conspiraciones cuando la realidad les resulta adversa o no los satisface. Y ya es una tradición de Cristina Fernández intentar lloriquear desde el atril: en 2 ocasiones le ocurrió durante su discurso de hoy martes 26/06. Por un lado, cuando leyó los nombres de los gendarmes fallecidos en el sur, acción demagógica que intentaba direccionar el enojo popular hacia "los Dragones" (aunque luego se perdió en la ensalada, al involucrar a un juez y también a la empresa petrolera por no satisfacer el reclamo o no hacerse cargo de la seguridad). Por otra parte, cuando ella expresó su verdadero enojo: sufrir un paro y movilización de parte de su ex socio, Hugo Moyano. Entonces ella habló de Néstor Kirchner, de la Argentina 2003 (que era bastante mejor que la de 2002 pero no lo mencionó), de su esfuerzo por recuperar el salario y de lo mal que le retribuyen quienes adhieren al paro de Moyano. Todo mentira. Si ella se interesara realmente por el trabajador, lo primero que debería hacer es bajar la tasa de inflación.