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Como sabemos en Argentina el cambio de horario en verano ya es cosa del pasado pero en el hemisferio norte, el horario de invierno, ya ha empezado oficialmente. En la madrugada del pasado domingo 27 de octubre, 75 países y más de 1.500 millones de personas retrasaron sus relojes una hora. A las 03:00 de la madrugada, las agujas tenían que marcar las 02:00. Esta iniciativa, que se lleva haciendo desde 1974, busca conseguir un mayor ahorro energético aprovechando al máximo las horas de luz natural y consumiendo de esta manera menos electricidad.


Ventajas del cambio de horario

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5 por ciento del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles (lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar) mientras que los otros 210 millones de euros se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria. Eso sí, el IDAE insiste en que este ahorro será posible siempre y cuando vaya acompañado de un “comportamiento racional” y el uso de “tecnologías de ahorro en iluminación“.



El Parlamento Europeo y Consejo de la Unión aprobaron en enero de 2001 la Novena Directiva, otorgando a este cambio horario un carácter indefinido. Dos años antes, en 1999, un estudio realizado por la Comisión Europea concluía que la medida tiene impactos positivos no sólo sobre el ahorro sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.

Inconvenientes del cambio de horario

El hecho de tener dos horarios -uno de verano y otro de invierno- no parece convencer a todo el mundo. Países como Estados Unidos, Japón y la India no aplican la medida y muchos estudios cuestionan la eficacia del ahorro energético. Según la organización Ecologistas en Acción, “mover las agujas del reloj dos veces al año no implica necesariamente un ahorro de energía“. Con el cambio de invierno “la oscuridad llega una hora antes de lo habitual, y dado que la rutina horaria se mantiene, se gastará por la tarde esa hora de iluminación ahorrada (o no ahorrada) por la mañana“.

Los detractores del cambio horario consideran esta medida antinatural y argumentan que altera el carácter de las personas y provoca una pérdida de calidad de vida, afectando sobre todo a niños y a personas de edad avanzada con trastornos del sueño, ansiedad, falta de concentración o enfermedades cardiovasculares. Según Ecologistas en Acción, “resulta claro la importante cantidad de trastornos que ocasionan los cambios horarios, casi siempre relacionados con la alteración del reloj biológico de las personas“.

Por ahora, y dejando a un lado el debate sobre el cambio horario, tendrán que pasar seis meses (hasta el último domingo de marzo) para que adelantemos una hora las agujas de nuestros relojes y demos de nuevo la bienvenida al horario de verano.