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Como también sucederá con dos de sus hermanos mayores, Louis Corbett, de 12 años de edad, se quedará ciego algún día.
Los tres jóvenes neozelandeses tienen retinitis pigmentosa; una enfermedad progresiva que finalmente deteriorara la visión en el transcurso de décadas.
Pero para el más pequeño de los cinco hijos en la familia Corbett, ese día llegará mucho antes.
"El año pasado fue duro para el pobre Louie", dijo por teléfono su madre, Catherine Corbett, a CNN desde su casa en Auckland. "Fue entonces cuando descubrió que su caso se había acelerado".
Aunque pueda parecer una coincidencia de probabilidades extraordinarias que tres jóvenes hermanos sean afectados por retinitis pigmentosa, en realidad no lo es. Aunque poco común, la enfermedad es hereditaria.
Al enfrentarse a la triste realidad de que Louie pronto perderá su capacidad para ver el mundo que lo rodea, los Corbett decidieron embarcarse en un viaje de turismo internacional. "Este año vamos a tratar de llenar su mundo con la mayor cantidad de imágenes hermosas que podamos", dijo su madre a CNN.
Tras recibir el consejo de hacer una especie de lista de cosas por hacer con relación a la vista -cosas y lugares que le gustaría ver, por primera, única y probablemente última vez- Louie eligió lugares como el Gran Cañón, las Cataratas del Niágara, el edificio Empire State y, en un signo de los tiempos, la sede de Google en California.
Pero por sobre todo, lo que Louie quería ver con sus propios ojos no era un monumento histórico o un parque nacional; quería disfrutar de un partido, porque al igual que muchos chicos de su edad, Louie es un fanático de los deportes. Pero a diferencia de la mayoría de niños de Nueva Zelanda que se inclinarían por los populares deportes nacionales como el rugby y el cricket, el deporte que Louie eligió es un poco fuera de lo común.
"Por alguna razón, él realmente se enganchó en el baloncesto estadounidense", comentó su mamá. "No le interesa nada más. Realmente le apasiona".
El deseo número uno de Louie era ir a Boston a ver un partido de sus queridos Celtics.
Hacer la lista fue la parte sencilla. Llevarla a cabo, sin embargo, iba a ser un poco más complicado. Debido a que Louie estaba perdiendo la vista rápidamente -había llegado al 50% solo el año pasado- el viaje tendría que ser pronto. Es decir, en cuestión de semanas.
Fue entonces cuando Warren Casey, director ejecutivo de una compañía de software con sede en Boston, intervino con una fuerte donación y la promesa de recaudar aún más fondos. El hecho de que la compañía de Casey tenga su sede en Boston -el mismo lugar a donde Louie se dirigía- no tenía nada que ver con la razón por la cual Casey se involucró. "Esa fue una simple coincidencia", le dijo a CNN. "Lo hice porque los Corbett son mis vecinos de al lado".
Casey hace el recorrido de más o menos 24 horas desde su hogar en Auckland hasta su oficina en el centro de Boston cada seis semanas. Logró que Air New Zealand cubriera el precio del pasaje de Louie, y donó sus propios puntos también.
Gracias a la generosidad de Casey y sus socios en Ceiba Solutions -quienes acordaron cubrir los gastos del viaje sin importar cuánto se recaudara- así como a la generosidad de amigos y desconocidos de lados opuestos del planeta, más de 25.000 dólares fueron recaudados en solo cuatro semanas.
"Es tan conmovedor", dijo Catherine Corbett. "Las personas nos han apoyado mucho".
La campaña de recaudación de fondos pronto ganó auge en los medios sociales, y fue así como Corinne Grousbeck se enteró del caso de Louie hace dos semanas.
"Alguien compartió en mi cuenta de Twitter un artículo sobre este chico de Nueva Zelanda y me dijo que debería leerlo", dijo Grousbeck, quien vive en fuera de Boston. Grousbeck es la presidente entrante del consejo de administración en Perkins School for the Blind, la escuela más antigua para quienes tienen un impedimento visual en el país. Su propio hijo, Campbell, de 21 años de edad, perdió la vista a causa de una condición similar a la de Louie.
"Entendí completamente la intención que los Corbett tenían de crear un banco de memoria visual para Louie", dijo Grousbeck. "Por lo que ellos están pasando es algo increíblemente difícil".
Pero esa no fue la única coincidencia; el esposo de Grousbeck resulta ser el dueño de los Boston Celtics.
"Por supuesto, cuando leí que era un aficionado de los Celtics supe que teníamos que traerlo a ver un partido", dijo.
Las coincidencias no se quedaron ahí.
Cuando Grousbeck se enteró de que los Corbett viajarían a Boston para presenciar su partido el 5 de marzo, se dio cuenta de que desafortunadamente no podría darle a Louie los mejores asientos en el estadio -sus asientos- porque ya los había dado a alguien más.
"Casualmente, el 5 de marzo había sido programado como la noche de Perkins School for the Blind en el estadio TD Garden (hogar de los Celtics)", dijo. "Ya le habíamos dado nuestros asientos a los estudiantes, familias y donantes de la escuela".
Si bien Grousbeck se encargará de que Louie en realidad tenga excelentes lugares para ver jugar a los Celtics por primera vez, ella cree que el verdadero espectáculo ocurrirá antes del inicio del partido; el coro de Perkins entonará el himno nacional esa noche.
"Creo que para un niño de 12 años, poder ver a otros niños con impedimentos visuales entonar el himno en un escenario nacional, poder ver lo que las personas ciegas pueden lograr... eso le dará un recuerdo duradero", dijo.
Y si hay lugar para una coincidencia más para Louie en la última etapa de su tour, ver a los Celtics no será su única parada durante su estadía en Boston. Pasará un día en el hospital de renombre mundial Massachusetts Eye and Ear Infirmary, donde se está llevando a cabo una investigación innovadora que un día podría transformar el tour de "adiós a la vista" de Louie simplemente en un viaje genial que hizo cuando tenía 12 años.
Esto podría no suceder sino hasta dentro de mucho tiempo, pero nadie apostaría en contra de Louie, ya que parece que la casualidad está de su lado.