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Dejian Zeng, un estudiante de segundo año de administración pública en la Universidad de Nueva York, pasó seis semanas trabajando en una fábrica china de iPhones en Shangai. El joven pasó seis días a la semana enroscando alrededor de 1.800 tornillos en 1.800 iPhones. Cada día. Una y otra vez.





¿Por qué hizo esto? No fue por el salario de 3.100 yuanes al mes (aproximadamente USD 450), que ni siquiera son suficientes para comprar uno de los teléfonos iPhone 6s que ayudó a producir. En su lugar, Zeng se asoció con la Universidad de Nueva York y la ONG China Labor Watch para investigar las condiciones de trabajo en una planta de fabricación china.



La entrada a la fábrica Pegatron.


El estudiante fue nombrado investigador, y su objetivo era el gigante de la electrónica taiwanés Pegatron. Zeng contó que conseguir el trabajo fue la parte fácil. “Acababa de llegar a la fábrica, y vi una gran cantidad de personas con equipaje esperando en la cola, por lo que me puse en la fila y esperé”, recordó. “Y entonces, cuando fue mi turno, me pidieron los documentos, solicitaron que mostrara mis manos, y pidieron que recitara el alfabeto inglés. Ese es básicamente el proceso de la entrevista, y luego ya estaba adentro.”

Su rutina diaria, que incluyó 12 horas pasadas dentro de la fábrica Pegatron ubicada cerca de Shanghai, fue igual de sencilla.

“Mi estación se llama ‘Estación 26: Fijar el Altavoz a la Carcasa’, contó Zeng. “Así que lo que hago es poner un tornillo a través del altavoz y fijarlo en el casco del iPhone, y esa es la única tarea que hago. Es sólo un tornillo por cerca de 12 horas en la fábrica”.



La línea de montaje en la que trabajaba Zeng emplea alrededor de 200 personas, y fue responsable de la elaboración de 3.600 celulares diarios. El trabajo no fue fácil, y Zeng señaló que sentarse en las sillas sin respaldo durante todo el día lo dejó con mucho dolor.

“Los primeros días estás muy concentrado porque no puedes alcanzar la velocidad de la línea de montaje. Tienes que ser muy rápido. Así que estás muy, muy enfocado. Te cansa. No tienes tiempo para pensar en nada más. Pero con el tiempo, podía poner el tornillo incluso cerrando los ojos”, explicó Zeng.





En la fábrica no está permitido entrar con objetos metalicos, por lo que los trabajadores no pueden llevar ni mp3 con música, ni sus propios móviles, así que el trabajo se hace (aún) más aburrido.

Dormía en un dormitorio que albergaba a ocho personas, con alrededor de 200 personas por piso. Cada piso tenía sólo un baño.



Dormitorios de la fábrica.


Mientras que el horario era extenso (trabajó un promedio de 10,5 horas cada día, con una hora y media para descansos y comidas), Zeng dijo que las condiciones físicas podrían haber sido peores.



“No es la fábrica de explotación tradicional que solemos imaginar”, explicó. “Es bastante limpia, bastante luminosa, y tienen aire acondicionado y todas estas cosas.”

Sin embargo, no era un fan de las horas extraordinarias obligatorias. “Lo que me chocaba era que las horas extraordinarias son involuntarias”, dijo. “Los trabajadores en realidad están prácticamente obligados a hacer horas extras”.



Baños de la fábrica.



Además de esto, los gerentes eran propensos a ataques de ira, de hecho, una vez cerraron toda la cadena de montaje con el único fin de reunir a todos los trabajadores y gritarle a un empleado supuestamente por bajo rendimiento.

Zeng especuló que los gerentes se sienten libres para actuar de esta manera, ya que cualquier denuncia que presentara iba directamente a la propia fábrica, y Pegatron podría evitar que esos informes lleguen alguna vez a Apple. No es así en Foxconn, otro fabricante taiwanés de iPhones, donde según contón Zeng, los trabajadores son capaces de reportar problemas directamente a Apple.



Campus de la fábrica.




Las seis semanas de Zeng pasadas en Pegatron no representan la primera vez que un reportero se mete dentro de una planta de ensamblaje de iPhone. Foxconn en particular ha visto su cuota de escrutinio después de una serie de suicidios de trabajadores entre 2009 y 2010, y un incendio mortal en 2011 en una planta que fabrica iPads.

En 2012, un reportero logró tomar fotos del interior de la fábrica de Foxconn Tai Yuan haciéndose pasar por un trabajador, y en 2012 un corresponsal de Marketplace’s China en Shanghai fue oficialmente admitido dentro de una planta de Foxconn.

Finalmente, Zeng dejó su trabajo en Pegatron y regresó a la universidad. Sin embargo, su tiempo en la planta dejó una fuerte impresión en él.

“Tenemos un montón de estereotipos para los trabajadores”, observó. “Creemos que son de zonas rurales, que no tienen educación. Pero resulta que muchos de ellos son personas muy interesantes, y muchos de ellos son gente muy capaz”.


“Antes de entrar en las fábricas daba un montón de cosas por sentadas”, agregó. “Creo que es muy importante recordar que hay personas detrás de estos productos que nos ofrecen un buen servicio.”

Zeng espera que se preste más atención a las condiciones de sus antiguos compañeros de trabajo, lo cual dará lugar a mayores salarios, un mejor sistema de quejas, y una mejor actitud de los gerentes.

“Tenemos que ser conscientes de que detrás de estos productos hay millones de trabajadores que lo producen.”