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Por las "libertades" de las que gozan, no estar ligado a compromisos de diferente índole y decidir la agenda del día tal como se les antoje, la creencia popular asocia a la soltería como un estado de felicidad. Esta apreciación está muy establecida en la sociedad, tanto que es la broma fácil de quienes no viven en pareja -y no planean hacerlo- a quienes comparten su vida con otra persona y no cambiarían ese estado civil por ningún otro.

A lo largo de varios años se fueron conociendo diferentes investigaciones que enfocaban los análisis en la relación del estatus social con el estrés psicológico. Si bien algunos prefieren la soledad, también están aquellos que se sienten a gusto con la alianza en la mano, el impacto en la salud general es distinto según el estado civil.



Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, en Pensilvania, Estados Unidos, señaló que las personas casadas se estresan que las solteras, ya que sus niveles de cortisol, la hormona se libera en situaciones de estrés, son considerablemente inferiores.



Del estudio formaron parte 572 adultos sanos, con edades entre 21 y 55 años y con cuatro estatus sociales diferentes: casados, solteros, divorciados y viudos. A ellos se les tomó muestras de saliva durante tres días no consecutivos. Después, varias muestras fueron recogidas durante un período de 24 horas y probadas.

Los resultados publicados en la revista Psychoneuroendocrinology mostraron durante el período de tres días que los participantes que estaban casados tuvieron niveles más bajos de cortisol que quienes nunca se casaron, o estuvieron casadas anteriormente. Poseer tal condición interfiere en la capacidad inmunológica del cuerpo, lo que puede promover el desarrollo y la evolución de diversas enfermedades.



Los investigadores también compararon típicamente los niveles pico de la hormona del estrés alcanzada en el ritmo diario con cada persona cuando se despierta y se reduce durante el día. Aquellos que estaban casados mostraron un descenso más rápido, un patrón asociado con menos enfermedades al corazón y una supervivencia más larga entre pacientes con cáncer.

"Estos datos proporcionan la importante penetración en la manera que nuestras relaciones sociales íntimas pueden internarse en la piel para influir en nuestra salud", dijo uno de los autores del informe, el psicólogo Sheldon Cohen.