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EL ARTE DEL MATE




El compartir el mate es uno de los símbolos sudamericanos de comunicación. Hay gente que ha adquirido el "arte de cebar mate" y cada uno le introduce ciertas variantes propias de su gusto particular. A ese modo de cebar se le han adjudicado significados diversos, por demás simpáticos.



Como curar un mate



Los mates pueden ser de calabaza, alpaca, madera, plata, hueso caña, plástico, vidrio, metal, loza, etc.



Cuando “curamos un mate”, no solo evitaremos las clásicas rajaduras, sino que también ayudaremos a evitar la formación de moho y malos olores.

Primero hay que saber que hay mates que se curan y otros que no. Los mates que deben curarse son los de calabaza, los de madera y los de hueso. Los de metal, aluminio, plástico o vidrio no es necesario realizar esa tarea, con lavarlos antes de comenzar a usarlos será suficiente.

Existen variadas formas de curarlos, aquí te presentamos algunas técnicas que guardan relación con el uso que le daremos al mate.



Mate de Calabaza


Lave bien el mate con agua caliente, llenelo con la yerba mojándola totalmente con agua tibia, déjelo reposar 24 hs, luego tire la yerba, elimine las adherencias y sin lavar el mate repita el proceso dos o tres dias para que se impregne y queden taponados sus poros.

Mate de madera:




Algunas personas suelen untarlo con una capa de aceite o manteca para sellar sus poros y alargar su vida. Otra técnica es lavarlo y llenarlo con yerba húmeda (usada de la última cebada de un mate viejo) e ir mojándolo constantemente con agua tibia, sin permitir que se seque en ningún momento. Este proceso se lleva a cabo durante 24 horas o inclusive se puede cambiar la yerba y repetir la operación durante varios días.


Mate de hueso




A este tipo de mate es conveniente dejarlo durante 24 horas en remojo en agua con detergente, para eliminar la gratitud del mismo, ya que produce un sabor desagradable.

Un consejito: si tomas solo mate amargo, úsalo únicamente para este tipo de mate. Si a un mate amargo se le echa azúcar en alguna ocasión, notaremos un cambio de sabor al querer usarlo nuevamente como amargo.



Un buen cebador




Cualquier persona puede servir o hacer un mate pero no es fácil encontrar buenos cebadores de mate.
Cebar no es simplemente servir o verter agua caliente al mate sino mantener el mate en condiciones agradables para ser tomado.

Ese trabajo, en la época de la colonia, estaba reservado para sirvientes especializados: las cebadoras de mate.

En la actualidad, entre los gauchos y arrieros o entre un grupo de amigos, sea en un taller mecánico, una oficina o un banco, siempre hay alguien que se especializa en hacerlo.



Preparación y cebado del Mate



Poner agua a calentar y retirarla antes de que entre en ebullición (en lo posible, ponerla en un termo para que no pierda la temperatura).
Llenar 3/4 parte del mate con yerba.
Tapar el mate con la mano, darlo vuelta, golpear suavemente la base - para que el polvillo de la yerba quede en la superficie.
Inclinar el mate unos 45 grados, e introducir la bombilla hasta el final.
Si se desea tomarlo dulce, introducir una cucharadita de azúcar dejándola caer sobre el extremo de la bombilla.
Luego verter el agua suavemente hasta que alcance el borde del mate (después de unos segundos, el agua será absorbida por la yerba y bajará su nivel)
Volvemos a verter mas agua hasta que llegue nuevamente al tope.
Tomar el primer mate, volver a cebar y convidar al invitado si lo hay.

Tambien esta el:




Algunos consejos




Cuidado con el azúcar. Hay personas que toman el mate con azúcar, pero si usted es invitado a una mateada el mate será dulce o amargo según el gusto del cebador o de la mayoría de los participantes.

No tarde mucho en tomar el mate. Debe tomar toda el agua hasta que escuche el sonido que señala que el mate está vacío.
No revolver el mate.

No cambiar el orden. Respetar siempre la vuelta del reloj, y el orden de la persona que le toca tomar el mate.

El cebador debe tomar el primer mate. El sabor del primer mate es el más fuerte y no a todos les gusta.

No agradecer antes de tiempo. Sólo hay que decir gracias cuando uno ya no quiere seguir mateando.

Si la bombilla se tapara una de las formas de destaparla es poner la palma de la mano mirando hacia arriba y luego apoyar el mate sobre ella, con movimiento uniforme girar el mate en círculos, (4 ó 5 veces aproximadamente), luego aspirar por la bombilla a ver si se destapó.



Gracias

Es la palabra indicadora de que se ha satisfecho el deseo de tomar mate, pero al mismo tiempo refleja el reconocimiento del matero hacia el cebador por eso nunca debe decirse simplemente "no quiero más".



Yapa (si tenes ganas de seguir leyendo)



El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si
estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda '¿unos mates?'.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.

Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde: 'Como tomes vos'.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate..
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma
y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de
encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir.


Espero que les haya gustado