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A la hora de comprar el bacalao, es mejor en piezas enteras, sobre todo por el precio, más asequible que si compramos los caros lomos. Las partes más gruesas las usaremos para sacar los lomos, en guisos como el bacalao al pil-pil, y el resto lo aprovecharemos para fritos, ensaladas y guisos al horno o sopas.


Una vez en casa, se pone la pieza en una bandeja grande bien cubierta de agua fría, cambiando el agua tres veces al día para ir eliminando la sal. Si hace calor es mejor ponerlo en la parte baja de la nevera, ya que con la temperatura elevada de la cocina podría estropearse. Hay que tener en cuenta que, aunque el bacalao seco se conserva mucho tiempo a temperatura ambiente, una vez rehidratado deberá consumirse pronto. En todo caso, una vez remojado debe guardarse en frío, y si no lo vamos a gastar en poco tiempo se puede congelar en bolsas herméticas, una vez bien escurrido, troceado y seco con un paño o papel de cocina.


El proceso de desalado dura unos 2-3 días, dependiendo del grado de secado. Un truco para acelerar el proceso es, una vez remojado unas 12 horas, cubrirlo con leche hirviendo durante 3-4 horas. Una vez remojado el bacalao aumenta bastante de volumen.



El bacalao tiene infinidad de usos culinarios, simplemente asado es una delicia, y participa de guisos modestos como los potajes de vigilia tradicionales, con garbanzos y verduras, o de platos mucho más elaborados, como la brandada o el bacalao a la veneciana, bacalao al horno, etc. Una de las formas más sencillas es cocinarlo en frituras. El bacalao frito es muy fácil de preparar, simplemente rebozado con huevo y harina, y frito en buen aceite de oliva virgen extra de buena calidad, cuidando de no añadir sal.


A nivel nutricional, el bacalao es un pescado muy sano y ligero, una fuente importante de proteínas animales desde tiempos remotos. La única salvedad es que, por su contenido en sal, no es muy recomendable en hipertensos, como es lógico.


Recordemos que, como norma general, aunque el bacalao haya sido desalado correctamente, siempre conserva parte de su sal, por lo que no pondremos sal o la añadiremos en poca cantidad a la hora de cocinarlo. Otro consejo es no cocerlo en exceso, una vez remojado es un pescado muy tierno, así que, según la receta, lo escaldaremos en leche o herviremos con agua durante pocos minutos, para que no pierda su sabor y textura particular. Otra curiosidad es que en muchas recetas se usa el agua del último desalado para preparar la salsa que acompaña al bacalao, o en alguna fase del plato, ya que este agua tiene parte de la sal y sabor del pescado. No dejes de disfrutar del delicioso bacalao.
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