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Estar rodeado de personas a quienes les gustas es una sensación muy agradable, incluso dicen que te hace más persuasivo y hasta exitoso. Por supuesto, ser un individuo popular puede representar un desafío, especialmente en un ambiente desconocido. Pero debes saber que la psicología tiene unos pequeños “hacks” que nos ofrecen el camino más corto en esa difícil misión de caerle bien a todo el mundo.



Maggie Zhang, colaboradora de Business Insider, compiló una serie de estudios científicos que, bien aplicados, podrían hacerte pasar por una persona simpática en cualquier situación, obviamente resumidos en unos cuantos párrafos. Que no les parezca extraño, algunos de estos puntos los abordamos en aquella publicación sobre cómo convencer a las personas.
 
1 – Haz acto de presencia.
El primer truco no implica nada más que hacer acto de presencia. Existe un fenómeno conocido como “efecto de la mera exposición”, que explica porque las cosas que te son familiares te hacen sentir esa sensación de calidez en el corazón. Entre más te acostumbras a la presencia de algo, mayor es la tendencia a que te guste.

Un estudio conducido por la Universidad de Pittsburgh contrató a cuatro actrices para que frecuentaran de forma aleatoria algunas clases de psicología. Después preguntaron a los universitarios varones con cuál de estas actrices sentían más afinidad. Cabe aclarar que los sujetos jamás llegaron a hablar con ninguna de las cuatro mujeres. La mayoría de las veces, los participantes elegían a la que había asistido más veces a las clases.
Se trata de una reacción completamente pasiva: el hecho de que algo o alguien forme parte de tu rutina diaria crea interacciones constantes (aunque no sean verbales), mismas que forman cierta intimidad y aumentan las probabilidades de que se produzca una amistad.
No importa que tan aburrido o genial seas, si haces acto de presencia ya tienes medio camino recorrido hacia la meta de ganarte a las personas.
 
2 – Elogia para que te elogien… pero no tanto.
Hablar bien de otra persona tiene el efecto de un bumerang: quien escucha un elogio pasa a asociar los adjetivos empleados con la persona que los dijo. Esta transferencia ocurre incluso cuando el cortejo no es de lo más sincero. Es decir, cuando le dices a alguien que es divertido, inteligente y animado, esa persona empieza a asociarte con la diversión, la alegría y la animosidad. Y lo contrario también ocurre: si empiezas a hablar mal de los demás, la mala impresión recae sobre ti.

El problema es que nadie le da mucho crédito a los elogios que se hacen de forma insistente. Un estudio convocó a ochenta universitarias para que conversaran en parejas. Después se les separaba y una podía “espiar” mientras su pareja conversaba con los investigadores.
Algunas mujeres se limitaron a hacer solo buenos comentarios sobre su pareja, otras solo malos y un tercer grupo mezcló ambos tipos de comentarios. Al final, las participantes se mostraban satisfechas cuando su pareja empezaba hablando mal de ellas y terminaba elogiándolas – en este caso, sentían satisfacción por “conquistar” a la otra durante la charla, de ahí que dieran más valor a la parte buena.
 
3 – Descubre conexiones en común.
No importa la red social, la cantidad de amigos en común siempre termina llamando la atención. Y no es para menos: cuando dos personas tienen un amigo en común, la relación entre ellas se hace más cercana.

La teoría tras este factor se conoce como “proximidad de la tríada”. Un grupo de estudiantes de la Universidad de British Columbia, en Canadá, demostró que la probabilidad de aceptar a una persona en las redes sociales es de un 80% cuando se tienen más de 11 amigos en común. Cuando no existe esta conexión previa, permites que dicha persona solo forme parte de tu red de contactos el 20% de las veces.
 
4 – Hay que ser afables y después competentes.
Amy Cuddy, una psicóloga de Harvard, basó su obra “Presence” en solo dos factores que ayudan a determinar si le caerás bien a alguien o no. Según Cuddy, una buena primera impresión depende de que tan confiable parezcas y que tanto respeto impongas.

Transmites confianza cuando te muestras como una persona cálida desde el principio. Mientras que el respeto tiene que ver con demostrar competencia, estatus intelectual y económico. Pero el orden de dichas impresiones es esencial – debes mostrar que eres competente solo cuando hayas demostrado el afecto suficiente.
Según Cuddy, esto tiene una explicación evolutiva: para sobrevivir, resultaba crucial saber si el otro era digno de confianza antes de conocer, por ejemplo, si era fuerte (después de todo, esa fuerza podría volverse contra ti).
 
5 – Haz algunas tonterías.
Hablando de competencia, nada hace que las personas sientan afinidad por alguien exitoso como verlo cometer un errorUn estudio grabó a un grupo de voluntarios haciendo un examen oral y después replicó el audio a otro grupo de voluntarios a quienes se les preguntó por el participante que más les había agradado. Los favoritos fueron aquellos que hicieron bien el examen, pero terminaron tirando el café al final – a las personas les caen mejor este tipo de individuos que los inteligentes que aparentan perfección.

Pero el efecto solo funciona si la persona da la impresión de ser alguien competente. Aquellos que resultaron mal en la prueba y también tiraron el café no transmitieron ninguna impresión positiva. Mostrarte vulnerable ayuda a que los demás se identifiquen contigo, pero nadie quiere reflejarse en alguien a quien todo le sale mal siempre.
 
6 – Haz contacto con las personas (de forma respetuosa, por supuesto).
¿Recuerdas esas palmaditas en la espalda cuando felicitas a alguien, o ese toque rápido en el brazo cuando entiendes la broma de la persona? Si estos contactos físicos son lo suficientemente rápidos y respetuosos, puedes anotarte unos puntos con tu interlocutor.

En un estudio de la Universidad de Mississippi, a algunos meseros se les instruyó para que tocaran rápidamente la espalda o el hombro de los clientes cuando regresaban con los pedidos – los que hicieron esto obtuvieron mayores propinas que los que no tocaron a sus clientes. Ahora, claro, todo tiene su modo: tocar a una persona que a todas luces prefiere mantener su distancia es un camino directo hacia el fracaso.
 
7 – Sonríe.
Aquellos que sonríen más resultan mayormente “agradables”. Esto según un estudio de la Universidad de Wyoming, en los Estados Unidos, en el que una decena de participantes femeninas observaron fotos de varias otras mujeres en cuatro poses distintas – sonriendo con una postura corporal “receptiva” (columna recta y brazos sin cruzar), sonriendo en una postura “evasiva” (de brazos cruzados), rostro serio con postura receptiva y no sonriendo con una postura evasiva. Entre todas las fotos, las mujeres que sonreían, independientemente de su postura corporal, fueron consideradas amigables. Otro estudio, esta vez de la Universidad de Florencia, en Italia, sugiere que sonreír cuando se conoce a alguien hace que esta persona te recuerde más tarde.

Finalmente, una tercera investigación llegó a la conclusión de que inconscientemente podemos percibir las emociones de las personas que están cerca. Así, estar de buen humor provoca que todo mundo sienta esa buena vibra y se contagie de felicidad.
 
8 – Comparte un secreto.

La lógica es muy sencilla: si le dices un secreto sobre ti a otra persona, ella se sentirá especial – y creará simpatía por ti. La conclusión proviene de una investigación de la Stony Brook University, que utilizó la siguiente metodología: un grupo de personas fue dividido en parejas que conversaron durante 45 minutos. Pero no se trataba de una conversación cualquiera – cada pareja seguía una guía de preguntas, y había dos tipos de guía: una extremadamente personal (con preguntas como “¿cuál es la relación con tu madre?”), y otra una conversación de elevador (“¿hace frío, no?”).
Al final del proceso, las parejas que se preguntaron cosas más personales se declararon amigas, mientras que las otras dijeron que no podían afirmar una amistad.
 
9 – Espera cosas buenas de las personas.
Únete a la magia: si consideras que una persona es aburrida, probablemente actuarás de una forma más defensiva con ella – lo que, por su parte, provocará que la persona te considere un idiota. Ella también querrá protegerse y, a final de cuentas, su forma de actuar terminará confirmando tu mala opinión sobre ella.

Eso se conoce como efecto Pigmalion (o efecto Rosenthal), y también funciona a la inversa: si esperas un trato amigable de alguien más, probablemente te abras más, y cuando la persona sienta esta apertura probablemente se comporte amigable contigo. Bueno, así lo afirma un artículo publicado en Harvard Magazine. ¿Pero tiene lógica, no?
 
10 – Conserva el sentido del humor.
Una investigación realizada por la Universidad de California en colaboración con la Universidad de Illinois reveló que un buen sentido del humor es la característica que las personas más valoran de sus amigos, muy por encima de cualquier otro rasgo positivo – incluso empatía, belleza o gustos afines.

Por otra parte, no tener un buen sentido del humor (especialmente en el ámbito laboral) puede resultar desastroso: en un estudio de la Universidad de Washington, que analizó las relaciones entre 140 colegas de trabajo entre 26 y 35 años, quedó claro que las personas con menos sentido del humor eran las menos populares – pese a que fueran buenos trabajadores, seres humanos éticos o personas educadas.
 
11 – Deja que la otra persona hable sobre sí misma y escucha.
Hablar sobre uno mismo, según un estudio realizado en Harvard, resulta tan compensador como ganar dinero, tener sexo o comer. Pero según Stuart Diamond, un profesor de la Universidad de Pensilvania, hacer un espacio para escuchar hablar al otro sobre sí mismo – aunque sea solo un poco – puede impulsar una relación, aunque no se trate de la relación más profunda del mundo.

Una vez, requirió un favor de una empleada de ventanilla en una compañía aérea – la mujer estaba cansada y de mal humor, y no parecía dispuesta a ayudar. Diamond se acercó y le preguntó si todo estaba bien: “ella sabía que yo quería un favor. Pero solo me detuve 10 segundos a preguntarle cómo se sentía”, dice él – a final de cuentas, el investigador obtuvo el favor.