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Descartan que ondas celulares y antenas sean nocivas para la salud

Comité científico analizó 350 estudios sobre el impacto de este tipo de radiofrecuencias.
        



  

Las radiofrecuencias emitidas por las antenas de telefonía móvil, las de radio y televisión, los sistemas inalámbricos de Internet (wifi) -utilizados en el trabajo, el colegio o el hogar- y hasta las de los escáneres de los aeropuertos, no son perjudiciales para la salud humana, confirmó un metaanálisis del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) de España.


En un documento de 200 páginas presentado este martes en Madrid, el comité muestra los resultados del análisis a más de 350 estudios de todo el mundo que buscaban medir el posible impacto de estas ondas en los seres humanos y que, al final, no lograron demostrar consecuencias reales, según recoge ‘El País’ de España.
 
“Los niveles de exposición de la población a las radiofrecuencias de los dispositivos wifi, que están bien estudiados en condiciones realistas de funcionamiento, son muy inferiores a los recomendados por las agencias y comités científicos”, menciona el CCARS en su informe.


“Todos los estudios y sistemas de vigilancia de los niveles de exposición que se utilizan en nuestro país (España) y en Europa confirman, de forma reiterada, que están cientos o miles de veces por debajo de los recomendados por la Unión Europea, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP) y la legislación estatal”, concluye el informe. 
 

Esas entidades han aclarado, en repetidas ocasiones, que las radiaciones pueden ser de dos tipos. Primero están las ionizantes, que son de alta frecuencia y transmiten energía capaz de romper los enlaces químicos en las células, dañando el ADN y produciendo cambios permanentes. Los campos eléctricos más potentes que pueden producir este tipo de radiación son los lugares situados debajo de las líneas eléctricas de alta tensión, por ejemplo.


Por otro lado, están las no ionizantes, de baja frecuencia, de poca energía y que no son capaces de romper enlaces químicos, entre las que están las radiofrecuencias. La exposición a corto plazo a los niveles de los campos electromagnéticos presentes en el medioambiente o en el hogar no produce ningún efecto perjudicial, dice la evidencia.


El principal efecto de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia, como los emitidos por la telefonía móvil, es el calentamiento de los tejidos del organismo. Y sin embargo, los niveles de campos de radiofrecuencia a los que normalmente están expuestas las personas son mucho menores que los necesarios para producir un calentamiento significativo.


Sin embargo, el CCARS hizo claridad en dos usos puntuales de las radiofrecuencias. En primer lugar, que el uso del teléfono móvil “es seguro para los portadores de dispositivos implantables (marcapasos cardíaco), aunque debe mantenerse una distancia de seguridad de 15 centímetros”. 


Y en segundo lugar, los escáneres de los aeropuertos -explica el informe- “funcionan con bajos niveles de potencia, poca penetración y exposición superficial, y las dosimetrías realizadas demuestran que los límites de exposición son muy inferiores a los recomendados como seguros”.
  
 
¿Entonces por qué hay síntomas?
 
Uno de los llamados de atención que hizo el comité fue sobre los estudios observacionales que obtienen información sobre los supuestos riesgos de las radiofrecuencias (antenas de telefonía móvil y uso del teléfono móvil) mediante encuestas y entrevistas, “y los resultados de los mismos a menudo son subjetivos y parciales, carecen de evaluaciones objetivas de la exposición a los campos electromagnéticos y están sometidos a numerosos sesgos que invalidan sus conclusiones”.


En ese sentido, el informe menciona que las personas que llegan a presentar síntomas reales como fatiga, vértigo y náuseas, atribuidos a los campos electromagnéticos, en realidad pueden padecer de un síndrome. “Algunos estudios atribuyen estos síntomas a condiciones psiquiátricas preexistentes así como a reacciones de estrés como resultado de la preocupación acerca de los efectos en la salud de los campos electromagnéticos, más que a la exposición en sí misma”, dice el CCARS. 


“La mayoría de los estudios demuestra que las personas que dicen tener hipersensibilidad electromagnética no son capaces de detectar cuándo están expuestas a estas”, concluye.