Un mal moderno
Tener un televisor más grande que el del vecino da felicidad
Disyuntiva ... ¿ 32" wide o 29 " flat , cual es mas grande ?
Un estudio muestra que adquirir más bienes que los demás otorga estatus y prestigio. "El hombre siempre está insatisfecho", dice una psicóloga. La competencia por comprar más y más puede generar adicción.
"El dinero no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que sólo un auténtico especialista podría verificar la diferencia", opinaba el cineasta Woody Allen sin pensar demasiado en cuanta razón llegaría a tener esta afirmación. Muchos especialistas sostienen que el dinero y la adquisición de bienes se convirtieron en el foco de los que se consideran "felices".
Varias investigaciones han demostrado con certeza que el poder adquisitivo de una persona es un componente importante para su felicidad, siempre y cuando supere el de aquellos que los rodean.
El psicólogo británico Chris Boyce advierte: "no se trata de tener demasiado dinero, sino sólo más que el resto". Para él, la plata y los bienes por sí solos no aseguran la felicidad, sino que ésta se vislumbra al hacer la comparación con los demás. "Al compararse con vecinos, compañeros de trabajo, de universidad o familiares advierten que cuando tienen mejor sueldo, esto les produce satisfacción. Comprar una Ferrari nos hace felices, pero sólo si no se la compra todo el barrio".
Este tipo de estudios lleva a las personas a cuestionarse su realidad y los motivos de su felicidad. Algunos tucumanos coinciden con este postulado, pero se sorprenden al saber que esto es una realidad y que nunca se percataron de ello. El estudiante, Fernando Gómez Omil, opina que muchísimos hombres y mujeres "siempre andan mirando el `tacho´ ajeno. La mayor parte del tiempo están más pendientes de los otros que de ellos mismos. Se preocupan en observar en qué pueden superar a los demás".
"A veces se mira a los demás para compararnos, pero se trata más que nada de una competencia sana. Mirar qué tienen los demás, muchas veces funciona como un estímulo para adquirir más cosas. A pesar de eso, no me hace ni más ni menos feliz si el otro tiene más que yo", opina Lourdes Fernández.
Entre las causas de este modo de vivir, la psicóloga Romina Rodríguez Leal señala: "vivimos en una sociedad consumista, en la que cuando una necesidad está cubierta se generan nuevas necesidades. Por ello, el hombre siempre está insatisfecho".
Para la especialista, esta situación es frecuente y se da cada vez más en Tucumán. A su entender, algunas de las causas tienen estrecha relación con una cuestión cultural. "Está impuesto socialmente que adquirir bienes da prestigio. Por eso, uno mira a los lados para buscar qué necesitar. Si el vecino tiene un televisor plasma, el mío tiene que ser un plasma más grande. Y así comienza el círculo vicioso", añade.
Se valora poco lo interno.
La falsa necesidad de tener mejores objetos que los demás se genera, entre otras cosas, con las publicidades y los estereotipos de personas felices que desfilan por la pantalla. De esta manera, se convierten en modelos del ser y del tener que el consumidor asimila junto con el producto. "La mente humana trabaja de un modo muy particular y tiene un respaldo cultural que la va moldeando", explica Rodríguez Leal. En su criterio la solución para evitar la "felicidad esporádica" es comenzar a revertir los valores de la sociedad. "Se tiene que valorar más lo interno. La escuela y la familia no deben desatender esto".
Paulatinamente, todo se convierte en una competencia con los demás. La necesidad de consumir constantemente -explica la psicóloga- puede disparar varias patologías, como el consumismo, las adicciones y hasta puede generar trastornos alimentarios.
Ricos, pero tristes.
No sólo los hombres miran por la ventana a la hora de medir su felicidad. La autora del libro Felicidad en el Mundo: La paradoja de campesinos felices y millonarios miserables (2009), Carol Graham, analiza la relación que existe entre los ingresos de un país y su situación financiera, con la felicidad de sus habitantes. La escritora dice que Chile es un buen ejemplo de esta situación. Ella realizó una encuesta sobre calidad de vida en Latinoamérica, y los chilenos resultaron tener un índice mucho menor de felicidad que otros países más pobres. "Pese a que su ingreso per cápita es de más de US$ 14.000, Chile tiene una población crítica, súper ambiciosa y se compara mucho con las de otros países", señala Graham. Acotó que el hecho de que se manifiesten más o menos felices, depende del país con el que se comparan.
FUENTE : http://www.diariopanorama.com/diario/noticias/2011/01/17/a-81849.html
Tener un televisor más grande que el del vecino da felicidad
Disyuntiva ... ¿ 32" wide o 29 " flat , cual es mas grande ?
Un estudio muestra que adquirir más bienes que los demás otorga estatus y prestigio. "El hombre siempre está insatisfecho", dice una psicóloga. La competencia por comprar más y más puede generar adicción.
"El dinero no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que sólo un auténtico especialista podría verificar la diferencia", opinaba el cineasta Woody Allen sin pensar demasiado en cuanta razón llegaría a tener esta afirmación. Muchos especialistas sostienen que el dinero y la adquisición de bienes se convirtieron en el foco de los que se consideran "felices".
Varias investigaciones han demostrado con certeza que el poder adquisitivo de una persona es un componente importante para su felicidad, siempre y cuando supere el de aquellos que los rodean.
El psicólogo británico Chris Boyce advierte: "no se trata de tener demasiado dinero, sino sólo más que el resto". Para él, la plata y los bienes por sí solos no aseguran la felicidad, sino que ésta se vislumbra al hacer la comparación con los demás. "Al compararse con vecinos, compañeros de trabajo, de universidad o familiares advierten que cuando tienen mejor sueldo, esto les produce satisfacción. Comprar una Ferrari nos hace felices, pero sólo si no se la compra todo el barrio".
Este tipo de estudios lleva a las personas a cuestionarse su realidad y los motivos de su felicidad. Algunos tucumanos coinciden con este postulado, pero se sorprenden al saber que esto es una realidad y que nunca se percataron de ello. El estudiante, Fernando Gómez Omil, opina que muchísimos hombres y mujeres "siempre andan mirando el `tacho´ ajeno. La mayor parte del tiempo están más pendientes de los otros que de ellos mismos. Se preocupan en observar en qué pueden superar a los demás".
"A veces se mira a los demás para compararnos, pero se trata más que nada de una competencia sana. Mirar qué tienen los demás, muchas veces funciona como un estímulo para adquirir más cosas. A pesar de eso, no me hace ni más ni menos feliz si el otro tiene más que yo", opina Lourdes Fernández.
Entre las causas de este modo de vivir, la psicóloga Romina Rodríguez Leal señala: "vivimos en una sociedad consumista, en la que cuando una necesidad está cubierta se generan nuevas necesidades. Por ello, el hombre siempre está insatisfecho".
Para la especialista, esta situación es frecuente y se da cada vez más en Tucumán. A su entender, algunas de las causas tienen estrecha relación con una cuestión cultural. "Está impuesto socialmente que adquirir bienes da prestigio. Por eso, uno mira a los lados para buscar qué necesitar. Si el vecino tiene un televisor plasma, el mío tiene que ser un plasma más grande. Y así comienza el círculo vicioso", añade.
Se valora poco lo interno.
La falsa necesidad de tener mejores objetos que los demás se genera, entre otras cosas, con las publicidades y los estereotipos de personas felices que desfilan por la pantalla. De esta manera, se convierten en modelos del ser y del tener que el consumidor asimila junto con el producto. "La mente humana trabaja de un modo muy particular y tiene un respaldo cultural que la va moldeando", explica Rodríguez Leal. En su criterio la solución para evitar la "felicidad esporádica" es comenzar a revertir los valores de la sociedad. "Se tiene que valorar más lo interno. La escuela y la familia no deben desatender esto".
Paulatinamente, todo se convierte en una competencia con los demás. La necesidad de consumir constantemente -explica la psicóloga- puede disparar varias patologías, como el consumismo, las adicciones y hasta puede generar trastornos alimentarios.
Ricos, pero tristes.
No sólo los hombres miran por la ventana a la hora de medir su felicidad. La autora del libro Felicidad en el Mundo: La paradoja de campesinos felices y millonarios miserables (2009), Carol Graham, analiza la relación que existe entre los ingresos de un país y su situación financiera, con la felicidad de sus habitantes. La escritora dice que Chile es un buen ejemplo de esta situación. Ella realizó una encuesta sobre calidad de vida en Latinoamérica, y los chilenos resultaron tener un índice mucho menor de felicidad que otros países más pobres. "Pese a que su ingreso per cápita es de más de US$ 14.000, Chile tiene una población crítica, súper ambiciosa y se compara mucho con las de otros países", señala Graham. Acotó que el hecho de que se manifiesten más o menos felices, depende del país con el que se comparan.
FUENTE : http://www.diariopanorama.com/diario/noticias/2011/01/17/a-81849.html