Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Hola a todos! Este es el último post de mi blog, y como ya tenía bastante tiempo de no postear algo en Taringa, lo pongo acá también. Espero les guste.

Si bien durante mis años viviendo en China viajé por varias ciudades, había un lugar adonde yo vivía, mi casa, mi punto central, la ciudad adonde trabajaba y a partir de la cual me movía y volvía. Esta ciudad se llamaba Changsha, un lugar muy poco conocido por estos lados. De hecho esta ciudad es tan poco conocida por acá que cuando compré mi pasaje en una empresa, la chica que me atendió tuvo que buscar en su computadora para ver si había alguna conexión o algo que me pudiera llevar desde Buenos Aires hasta allá porque en su vida la había escuchado nombrar. Es curioso porque en dicha ciudad estudió la universidad Mao Tse-tung, el padre del comunismo chino y también yo. Obviamente no voy a pretender que sea conocida por mí, aunque muy probablemente luego de esto algunas personas la van a buscar en Google. Las curiosidades de la vida.


En Changsha las estatuas de Mao pululan



Obviamente en China sí es muy famosa ya que Mao es su prócer más famoso, respetado por el noventa por ciento de los chinos y llevado al nivel de un semidiós (sin exagerar) por las generaciones de antes y los más nacionalistas. Es algo parecido a lo que pasa con Messi, pero eso es otra historia.


Esta, cuyo tamaño es indescriptible, tal como se ve en la foto, la pusieron en medio de un parque de varios kilómetros de largo el cual no demoró más de seis meses de construcción



La tal mencionada Changsha hace honor a esa frase que dice “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, y con esto me refiero a que es una ciudad que crece a ritmos acelerados, como muchas otras en el país. Es realmente impresionante ver como se construyen rascacielos y barrios ultra modernos por todos lados. Ya tenía obviamente estación de tren (el principal transporte de China con el cual se puede viajar a cualquier provincia y llegar a esos pueblitos que nos muestran en National Geographic) pero faltaba el subterráneo, así que se pusieron manos a la obra y en tan solo tres años inauguraron más de quince estaciones ultra modernas, al igual que los trenes, y se siguen agregando más líneas. Por supuesto, ante semejante crecimiento las personas no van a andar a pie, y cada día más y más autos de marca Audi, Mercedes Benz o Toyota, entre otras, se ven por las calles. Y para aquellos idealistas que aún siguen creyendo que en China el comunismo es como el que decía el Che Guevara, no es exageración, todos los meses se abren nuevos barrios privados, algunos de los cuales llegan a costar más de diez mil yuanes por un metro cuadrado de tierra. Aclaremos, un sueldo promedio en China es de tres mil y pico de yuanes. No obstante esta es la situación de muchísimas ciudades del gigante asiático, crecen y crecen sin parar, y por más moderna y linda que sea, nunca va a ser la capital. Por eso lo de la mona. Yo recomiendo muchísimo vivir en ciudades medias como esta al menos por un año ya que ahí es donde se vive el verdadero cambio, esa adrenalina de modernización, y al mismo tiempo, gracias a que aún no hay tantos extranjeros, porque se puede saborear una mezcla de cultura bien tradicional con vida moderna. Una situación muy parecida sucede en Hong Kong, aunque ahí la mezcla producida es entre la cultura oriental y la occidental, y es espectacular. Y hablando de saborear, Changsha tiene una disputa con otra provincia llamada Sichuan acerca de cual tiene comida más picante. En lo que a mí respecta creo que Changsha es la ganadora y fue lo que me jugó en contra ya que no me gusta la comida picante. Es decir, aclaremos lo de la comida picante. A mí me gusta la comida picante, pero lo que se come en Changsha es fuego, es como agarrar un carbón encendido y ponérselo en la boca. De hecho, en algunos casos creo que el carbón sería menos caliente.


Un claro ejemplo de los edificios que crecen y crecen


Yo soy una persona que le encanta explorar nuevas ciudades y cada vez que viajaba raramente tomaba un colectivo o un taxi, casi siempre me iba caminando ya que eso me hacía sentir más en conexión con la vida local, algo que no tiene precio.

Uno de mis primeros días, cuando aún no trabajaba ni hablaba media palabra de chino, le dije a mi novia que iría a comprar algo para preparar una buena cena en un supermercado grande al que habíamos ido una vez. ¿Pero estás seguro que sabés llegar me dijo? Pero claro, no te preocupes, ya fuimos una vez y me acuerdo perfectamente, son como quince minutos de viaje nada más le dije. Entonces, cuando ella salió para la oficina yo la acompañé y luego fui a la parada del colectivo. Si bien en China es conocida su superpoblación, por suerte los colectivos son muchos y pasan bastante seguido, así que a los quince minutos ya estaba arriba. Yo iba con cara de feliz cumpleaños pensando “mirame ahora, me puedo tomar un colectivo en China sin ayuda de nadie” contemplando las calles, los edificios, todo. Pero de repente miré mi reloj y el viaje pareció más largo que la última vez. Mi corazón ya comenzaba a latir más rápido pero traté de no preocuparme. Sin embargo el tiempo pasaba y pasaba y el supermercado nunca llegaba. Un momento, la última vez no habían tantos árboles y el viaje duraba quince minutos, no cuarenta pensaba yo. De a poco la gente se fue bajando hasta que quedamos solo yo y otro hombre, y las calles lindas y modernas fueron dejando lugar a otras muy feas por las cuales los autos ya escaseaban y, curiosamente en China, la gente también. Obviamente me había tomado el colectivo equivocado. En un punto el hombre que quedaba también se bajó y yo hice lo mismo pensando que para volver tendría que cruzar la calle y por ahí pasaría, en sentido contrario, el colectivo de regreso. Pero no señor, eso era China y nuestro sentido común muchas veces no se aplica por aquellos lados. Crucé la calle entonces y cuando encontré la primera parada tenía un montón de números menos el del colectivo que yo buscaba. Mi frente comenzó a traspirar a pesar de que hacía frío y con calma metí la mano en mi bolsillo para ver cuanta plata tenía. Al palpar solo un papel me di cuenta que tenía solo un billete de un yuan (el precio de un boleto) y al meter la mano en el otro bolsillo me di cuenta que tampoco tenía mi celular, el cual era mi gran arma de ayuda. Luego me puse a pensar y de todas formas por más que pudiera llamar a mi novia solo podría haberle dicho que me encontraba en una calle por la cual pasaban autos y habían unos edificios, algo así como lo que pasa en el minuto 18:10 del siguiente video. Dentro de mí pensaba que habían dos opciones: o me habían robado todo o me había olvidado las cosas en mi casa al salir.

http://www.lossimpsonsonline.com.ar/capitulos-online/espanol-latino/temporada-5/capitulo-6

Sin más opción seguí caminando puramente por instinto y tras varias cuadras miré a mi derecha en una esquina y vi a varias personas esperando en otra parada. Me acerqué y vi que estaba escrito el número del colectivo que buscaba yo, ¿pero sería ese verdaderamente el que me llevaba de vuelta o me llevaría a cualquier otro lugar? Quería preguntar a las personas pero yo era sordo y mudo, no hablaba ni entendía chino, y en la parte adonde me encontraba, esas personas ahí paradas dudosamente hubieran entendido inglés. Así que ahí estaba yo, sin plata, sin comunicación y perdido en una callecita de una ciudad china esperando el colectivo que con suerte me llevaría a mi destino.

Cuando el vehículo llegó me subí, pagué el boleto con el único billete que tenía y me senté en la parte de atrás. Sabía que era mi única chance y no podía haber error ya que de haberlo me iría quien sabe adónde. Un poco nervioso miraba por la ventana pero absolutamente nada me era familiar. Todas las letras, todos los locales, todas las calles eran iguales.


Cuando uno está perdido y ve carteles como estos no puede evitar preguntarse ¿Quién me mandó a a venir por acá?


Alrededor de cuarenta minutos y tras dar vueltas quien sabe por donde el colectivo llegó a un puente y minutos más tarde al centro de la ciudad. Para no tomar más riesgos decidí bajarme ahí ya que si bien estaba lejos, desde ese punto ya sabía cómo volver caminando. Al llegar a mi casa abrí la puerta y vi en el escritorio adonde apoyaba la computadora mi billetera y mi celular. Es verdad, suelo ser un poco despistado. Días más tarde fui con mi novia al mismo supermercado y me di cuenta que de entrada había tomado el colectivo en otra esquina con carteles y letras parecidas. Bueno, al menos para mi ojo occidental.

Cuando mi novia volvió a la tarde me preguntó que había comprado para la cena, y yo le respondí no te preocupes, hoy comemos afuera.


En China muchos colectivos tienen tele, ideal para esos viajes largos. Por supuesto, usted tendrá que hablar chino, de lo contrario, siga mirando por la ventana.


Si quieren visitar mi blog, la dirección es: Hernanporelmundo.com