¿Por qué la Psicología no es una ciencia exacta?
Daniel Omar Stchigel
A pesar de los intentos de la psicología experimental por introducir exactitud en el
estudio del campo de las representaciones, la Psicología nunca alcanzó el
estatuto de una ciencia exacta.
El primer intento por llevar exactitud a esta disciplina fue el del filósofo alemán
Herbart. Si bien para él la psicología seguía siendo la ciencia del alma, es decir,
un capítulo de la metafísica, Herbart se propuso elaborar una mecánica de las
representaciones. A diferencia de Kant, para el quela psicología sólo podía ser
descriptiva, cualitativa, y servir de auxiliar a la antropología empírica, Herbart
sostuvo la hipótesis de que las representaciones poseen una magnitud que se
puede medir. Como era claro para él que no se trataba de magnitudes extensivas
como longitud o volumen, supuso que se caracterizaban por una magnitud
intensiva, a la que trató como una fuerza inhibitoria. Eso le permitió importar en
este ámbito conceptos tomados de la mecánica newtoniana.
Sabemos que para Newton un cuerpo con masa sólo se pone en movimiento si
otro cuerpo con masa ejerce sobre él una fuerza. De la misma manera, para
Herbart una representación saldrá fuera del ámbito de la consciencia si otra
representación la reemplaza. Eso supone que haya algo del orden de la masa en
las representaciones, para que su desplazamiento requiera de la mencionada
fuerza inhibitoria. Ello llevó a Herbart a suponer que de las representaciones vale
el principio de inercia, según el cual un objeto tiende a mantener su estado a
menos que una fuerza externa altere su reposo o su movimiento uniforme.
No conforme con introducir las nociones de fuerza yde inercia, para asegurarse
de la existencia de alguna ley que regule el movimiento de las representaciones,
Herbart agregó un principio de conservación. Supuso, de manera nada intuitiva,
que nuestra alma está formada por representaciones atómicas, y que ellas son en
un número constante, desde el nacimiento hasta la muerte. Eso lo obligó a pensar
que, si alguna representación fuera totalmente inhibida, eso no implicaría su
extinción, pues eso es imposible. Al igual que la materia, las representaciones
pueden unirse formando complejos o separarse nuevamente, pero su cantidad
debe ser constante, o todo sería posible. En conclusión, si una representación, en
competencia con otras más fuertes, queda inhibida, no pudiendo desaparecer,
debe ir a parar a algo que debemos llamar “lo inconsciente”. Herbart intentó ser
aún más exacto, estableciendo que dadas tres representaciones con fuerza
inhibitoria a, b y c, de modo tal que a>b y b>c, suponiendo que el total de
inhibición fuera en este caso b+c, la inhibición b se repartiría entre a y b, mientras
que la inhibición c inhibiría a c totalmente. Con ello, a y b quedarían asociados,
aunque debilitados en su fuerza, mientras que c iría a parar a lo inconsiente, del
cual un nuevo cambio en la relación de fuerzas podría permitirle retornar.
El intento de Herbart quedó trunco, pues, aunque introdujo el cálculo matemático
en el ámbito de la psicología, no pudo enlazar el ámbito de la mente con su lugar
en la escala de las formas de organización de la materia, que va de los átomos y
las moléculas a los tejidos y los órganos, y eso leimpidió encontrar un patrón de
medida para la fuerza inhibitoria. Más tarde, el joven Freud, en su inédito texto de
psicología para neurólogos, después de los descubrimientos de Helmoltz sobre la
velocidad de circulación del impulso nervioso, y del descubrimiento de la neurona
por Ramón y Cajal, iba a intentar un acercamiento entre la psicología y la
neurofisiología, al identificar la fuerza inhibitoria con el investimiento de las
neuronas con el paso del impulso nervioso. No pudiendo hallar tampoco una
unidad de medida para la energía psíquica. Freud se resignó a un tratamiento
cualitativo de lo que llamó la cantidad de afecto ligada a las representaciones. Más
adelante, Kurt Lewin volivió a la carga con el tema, hablando de vectores con
determinada magnitud que orientan el campo de las relaciones topológicas entre
individuo y medio, pero tampoco encontró la unidad de medida tan buscada para
la energía psíquica. El intento fantástico del psicoanalista Wilhelm Reich por medir
el llamado orgón tampoco llegó muy lejos. Sólo con la sustitución del modelo
mecánico por el modelo informacional del funcionamiento cerebral parece posible
intentar un nuevo acercamiento a la introducción dela medida en el ámbito de la
Psicología.
BIBLIOGRAFÍA
Klemm, Otto (s/f). Historia de la Psicología: México: Ediciones Pavlov.
Daniel Omar Stchigel

A pesar de los intentos de la psicología experimental por introducir exactitud en el
estudio del campo de las representaciones, la Psicología nunca alcanzó el
estatuto de una ciencia exacta.
El primer intento por llevar exactitud a esta disciplina fue el del filósofo alemán
Herbart. Si bien para él la psicología seguía siendo la ciencia del alma, es decir,
un capítulo de la metafísica, Herbart se propuso elaborar una mecánica de las
representaciones. A diferencia de Kant, para el quela psicología sólo podía ser
descriptiva, cualitativa, y servir de auxiliar a la antropología empírica, Herbart
sostuvo la hipótesis de que las representaciones poseen una magnitud que se
puede medir. Como era claro para él que no se trataba de magnitudes extensivas
como longitud o volumen, supuso que se caracterizaban por una magnitud
intensiva, a la que trató como una fuerza inhibitoria. Eso le permitió importar en
este ámbito conceptos tomados de la mecánica newtoniana.
Sabemos que para Newton un cuerpo con masa sólo se pone en movimiento si
otro cuerpo con masa ejerce sobre él una fuerza. De la misma manera, para
Herbart una representación saldrá fuera del ámbito de la consciencia si otra
representación la reemplaza. Eso supone que haya algo del orden de la masa en
las representaciones, para que su desplazamiento requiera de la mencionada
fuerza inhibitoria. Ello llevó a Herbart a suponer que de las representaciones vale
el principio de inercia, según el cual un objeto tiende a mantener su estado a
menos que una fuerza externa altere su reposo o su movimiento uniforme.
No conforme con introducir las nociones de fuerza yde inercia, para asegurarse
de la existencia de alguna ley que regule el movimiento de las representaciones,
Herbart agregó un principio de conservación. Supuso, de manera nada intuitiva,
que nuestra alma está formada por representaciones atómicas, y que ellas son en
un número constante, desde el nacimiento hasta la muerte. Eso lo obligó a pensar
que, si alguna representación fuera totalmente inhibida, eso no implicaría su
extinción, pues eso es imposible. Al igual que la materia, las representaciones
pueden unirse formando complejos o separarse nuevamente, pero su cantidad
debe ser constante, o todo sería posible. En conclusión, si una representación, en
competencia con otras más fuertes, queda inhibida, no pudiendo desaparecer,
debe ir a parar a algo que debemos llamar “lo inconsciente”. Herbart intentó ser
aún más exacto, estableciendo que dadas tres representaciones con fuerza
inhibitoria a, b y c, de modo tal que a>b y b>c, suponiendo que el total de
inhibición fuera en este caso b+c, la inhibición b se repartiría entre a y b, mientras
que la inhibición c inhibiría a c totalmente. Con ello, a y b quedarían asociados,
aunque debilitados en su fuerza, mientras que c iría a parar a lo inconsiente, del
cual un nuevo cambio en la relación de fuerzas podría permitirle retornar.
El intento de Herbart quedó trunco, pues, aunque introdujo el cálculo matemático
en el ámbito de la psicología, no pudo enlazar el ámbito de la mente con su lugar
en la escala de las formas de organización de la materia, que va de los átomos y
las moléculas a los tejidos y los órganos, y eso leimpidió encontrar un patrón de
medida para la fuerza inhibitoria. Más tarde, el joven Freud, en su inédito texto de
psicología para neurólogos, después de los descubrimientos de Helmoltz sobre la
velocidad de circulación del impulso nervioso, y del descubrimiento de la neurona
por Ramón y Cajal, iba a intentar un acercamiento entre la psicología y la
neurofisiología, al identificar la fuerza inhibitoria con el investimiento de las
neuronas con el paso del impulso nervioso. No pudiendo hallar tampoco una
unidad de medida para la energía psíquica. Freud se resignó a un tratamiento
cualitativo de lo que llamó la cantidad de afecto ligada a las representaciones. Más
adelante, Kurt Lewin volivió a la carga con el tema, hablando de vectores con
determinada magnitud que orientan el campo de las relaciones topológicas entre
individuo y medio, pero tampoco encontró la unidad de medida tan buscada para
la energía psíquica. El intento fantástico del psicoanalista Wilhelm Reich por medir
el llamado orgón tampoco llegó muy lejos. Sólo con la sustitución del modelo
mecánico por el modelo informacional del funcionamiento cerebral parece posible
intentar un nuevo acercamiento a la introducción dela medida en el ámbito de la
Psicología.
BIBLIOGRAFÍA
Klemm, Otto (s/f). Historia de la Psicología: México: Ediciones Pavlov.