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NOTA del autor del post : Este post no menciona que España no dispone de libre alquiler de viviendas, debido a leyes proteccionistas al inquilino, por lo que la movilidad de busca de empleo en otras regiones de España es imposible. Para un español es más fácil emigrar a cualquier país del mundo que emigrar dentro de su propio país.

Veamos el post...

Es un dato que a primera vista sorprende, pero si se escarba en la historia se hallan los porqués. España es el país con más ascensores del mundo por habitante. Nada menos que hay 19,8 ascensores por cada 1.000 ciudadanos. Le siguen, a distancia, Italia, con 14,7, y Corea, con 12. Son los datos que ha extraído Quartz de un informe elaborado por la entidad suiza Credit Suisse.



La principal razón de que España lidere esta curiosa clasificación es que el 65% de la población vive en bloques de apartamentos y pisos, según los datos que maneja Eurostat. Ningún otro país alcanza este porcentaje. De hecho, los que más se le acercan son dos países con superficies mucho más pequeñas y, por tanto, con mayores necesidades de construir edificios de varias alturas como Grecia y Suiza, con el 59,7%. La media de la eurozona ya queda muy lejos, en el 46,2%, mientras que en el caso de la Unión Europea (UE), baja hasta el 41,4%.



El hecho de que casi siete de cada diez españoles vivan en pisos y apartamentos se enmarca en el boom inmobiliario que hizo que se construyera más de lo necesario, de ahí que hoy haya varios cientos de miles de casas sin habitar. Así, España es también el país con mayor proporción de viviendas en propiedad, el 83,2%. Sólo Irlanda, donde también hubo una burbuja inmobiliaria, se le aproxima, con el 81,4%. En su caso, sin embargo, tan sólo el 4,7% de la población habita en bloques de pisos.

En el polo opuesto se sitúan, según los datos de la OCDE, Suiza y Alemania, con el 38,4% y el 41%, respectivamente, de viviendas en propiedad. En estos países, es mayoritaria, por tanto, la opción del alquiler, tan poco extendida en España.

Pero, ¿a qué se debe que los españoles sean hoy mayoritariamente propietarios de viviendas y habiten en pisos y, en consecuencia, sea el país con el mayor número de ascensores por habitante? ¿Ha sido siempre así? Ni mucho menos. El escenario actual, de hecho, es más bien reciente. Tanto que hasta mediados del siglo pasado en España ni siquiera la mitad de la población tenía sus propias casas.



El cambio se remonta a unas décadas antes. Antes incluso de la Guerra Civil, cuando la industrialización de España, según señala Quartz, provocó una fuerte emigración desde las zonas rurales a las ciudades, con la consecuente demanda de vivienda. La guerra frenó en seco todo y, además, destruyó muchas casas.

Finalizada la Guerra Civil, hubo que restaurar muchos edificios, pero también que construir nuevos bloques de viviendas. Los avances en el sector de la construcción permitían, además, levantar cada vez edificaciones más altas. Francisco Franco promovió en aquellos años el alquiler frente a la propiedad, con protecciones “ilimitadas” frente al desalojo.



La Ley de Arrendamientos Urbanos de 1946 facilitó esta fórmula, como explicó hace unos años el economista Juan Mora-Sanguinetti: “Incluso los parientes cercanos del inquilino podían sucederle como arrendatarios en la misma vivienda y en las mismas condiciones. Las rentas que tenían que pagar los inquilinos se congelaron de forma indefinida”. Esta regulación hizo que tener una casa en propiedad no fuera tan rentable.

Pero en los años 50, bajo el lema “Queremos un país de propietarios, no de proletarios”, pronunciada por el ministro de Vivienda en 1957, el Gobierno de Franco cambió de estrategia y comenzó a incentivar a los propietarios para que traspasaran sus casas a los inquilinos a precios bajos. Las ventas se dispararon.

De esta forma, el alquiler dejó paso a la compraventa de pisos. Y como la mayoría ya eran propietarios, los ascensores, como símbolo de prosperidad y bienestar, comenzaron a proliferar, tanto en edificios antiguos como en los de nueva construcción.

El crecimiento demográfico en las ciudades, la mejora del empleo y de la riqueza de las familias y una regulación muy laxa sobre el uso del suelo, propiciaron en las posteriores décadas y, especialmente a partir de los años 90, el boom inmobiliario, con la construcción masiva de edificios y, por tanto, la instalación de ascensores.





Saludos de JD