Escrito por Lic Ramón D. Peralta
Siempre me quedé con ganas de decir que no puedo acostumbrarme al espanto. Nuestra lucha, al parecer no tendrá fin. No puede describirse el kirchnerismo, sin los metonímicos incisos de la destrucción que dejará. Y ahora ese es el leit motiv de nuestra Orden.
Aberraciones como las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y que, sería por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del Islam. O el dogma que ensalza la "infalibilidad pontificia", según la cual el Sumo Pontífice está "preservado de cometer cualquier tipo de error" cuando él promulga una enseñanza o si prefieren, "un postulado" dogmático en temas de fe y moral bajo el rango de"solemne definición pontificia", como si se tratare de una epifanía divina, ergo unívoca y "perfecta" verdad revelada (donde en consecuencia ninguna discusión se permite dentro de la Iglesia católica en pos de acatar y obedecer incondicionalmente estos "santos berrinches"); me parece algo inmundo y trágico para la humanidad. Si hay algo por lo que vale la pena dejar la vida, es por luchar contra estas locuras desquiciantes, que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo a los seres humanos y sus sociedades. Me refiero a la lucha antidogmática, y si antes lo fue la religiosa, ahora, por hegemónica; nos ocupa la política.
Averroes, el gran filósofo andalusí en su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica, y mas que ésta su ontología, frente a las estentóreas declamaciones de Al-Ghazali. Lo cual tiende a ratificar la idea de que, si bien toda religión fue construida con filosofía, cuando ésta es pasada a manos de los comunes dogmáticos, se transforma en una herramienta de la calamidad y el odio, ergo otra cosa.
Las religiones como las ideologías políticas extremas, son un canto a la vida emocional, sin embargo dejan de ser útiles y relevantes, cuando sabemos que los terribles problemas que generan están representados en los "pequeños hombrecitos" encargados de su administración.
Recuerdo a Averroes y luego Brentano, dos ilustres salvadores de lo que "debe ser", ambos religiosos apóstatas, ambos gladiadores de la divinidad en la humanidad. La metafísica y la ontología, tenían sus formidables cerberos.
Argentina reclama en ahogado silencio de un Mesías. Necesita rescatarse del absolutismo, de la bestialidad, de la violencia, de éste infame dogma político, que mantiene de rehenes a tantas pobres almas hipnotizadas por la premonición del sempiterno oráculo demagógico, que no existió ni existirá mas allá de los terruños de una utopía tan argentina, como todo lo argentino que somos. Sin duda la mala suerte nos eligió, para hacer catarsis, compulsar entre lo bueno y lo malo, disolver sus diferencias. ¿Quién conoce de éstos menesteres por estos días?.
Somos los puntos suspensivos del anonimato de la moral, la misma que yace bajo el yugo de una mitología, que se vende como epopeya, pero que se compra como parodia. Somos consagrados escritores de una sátira que nos demuele por dentro, que nos expone desnudos ante el universo, emancipados ante el sarcasmo del creador, aquel que luego de tirar sus dados, nos anotó perdedores. Porque esa canónica ironía que nos lleva a sentirnos superiores, aun cuando somos de lo peor, solo se explica con la intuición de lo divino. Un mortal por si solo, no podría lograr semejante desastre. Argentina es un hermoso país, que no nos esperará para siempre.
Y así como tuvimos un valiente Averroes para con el Islam, tuvimos un incondicional del humanismo, Franz Brentano; quién osó cuestionar la estupidez hegemónica de su tiempo, cuando el Concilio Vaticano I (en 1870) declaró "la infalibilidad papal" como dogma. Había que atreverse a tanto en esos sórdidos momentos, donde la crueldad y barbarie se proyectaba con sombras de crucifijo. Hoy la doctrina de la "infalibilidad" como dogma, está mas de moda que nunca, en manos de la demencial militancia oficialista.
Brentano, fuertemente influenciado por Averroes, escribe para el mundo su tesis doctoral "Sobre la múltiple significación del ente en Aristóteles", obra ontológica por antonomasia. Tan fuerte fue su influencia en el "iluminismo" (osea, la masonería ilustrada), que sentó las bases para los "Fundamentos de la Psicología Fisiológica" de Wundt, como asimismo de la "Psicología de la conciencia" por medio de la observación de la experiencia. Brentano fue profesor en la Universidad de Viena, donde, como era de esperarse, dejó una marca indeleble en la gnosis de alumnos como Sigmund Freud, Carl Stumpf, Edmund Husserl, Kazimierz Twardowski, Alexius Meinong, y Christian von Ehrenfels, entre otros. La ontología y la metafísica tenían sus nuevos apóstoles, y con ellos, un destino de trascendencia e inmortalidad. Todos grandes maestros masones, artífices del arquetipo que hoy nos guía, nos mueve inmisericorde hacia el dolor.
Aun me sigo deleitando con las jocosas ocurrencias de Eduardo Galeano, quién en sus "Venas abiertas de Latinoamérica", logró seducir con la "sutileza" de su filosofía a un populacho ávido de encontrar culpables exógenos a nuestra idealizada autonomía sociológica. Así es como ante la autodestrucción de todo cuanto era bueno en nuestro país, seguimos indultándonos ante el saqueo, la decadencia y el abandono de nosotros mismos como sociedad. Quizás sea hora de que alguien le intente explicar a éste escritor uruguayo, que la vocación por la dominación, sometimiento y voluntad de poder, no es algo que se pueda circunscribir a una potencia imperialista determinada, sino que obedece a la naturaleza del hombre en sociedad.
No son pocas las veces que maldigo impiadosamente mi lento metabolismo intelectual...,y me da pena. Vivo en un país donde pasan tantas cosas por día que me resulta hasta angustiante no poder recopilarlas y retratarlas debidamente con mi pluma.Quiero recordar mi propio paso por estos tiempos según mi propia versión de los hechos...,quizás me ayude en el mañana, quizás le sirva a mis nietos.
No es casual que la liturgia kirchnerista exalte tanto el concepto de modelo distributivo con inclusión, aunque esta inclusión genere tantos pobres como el peor de los modelos antisolidarios. El cortoplacismo, las soluciones de shock, y los planes que promueven soluciones mágicas extremas son fruto de este hedonismo colectivo. Países vecinos que supieron vivir bajo la sombra de una Argentina próspera, hoy son gigantes del mundo (caso Brasil) porque no se plegaron a este tipo de estilo de vida. En Brasil hay progresismo, que no es lo mismo que el pragmatismo demagógico mediático del kirchnerismo. En Brasil hubo estrategia, aquí solo tácticas oportunistas.
Hubo un antes y después en la historia no contaminada de Argentina. Antes de Perón y después de Perón, ergo ese cambio fue estructuralmente cultural (que es lo que realmente caracteriza a un Pueblo). Con la llegada del populismo nacionalista y demagógico de Perón, Argentina dejó su viejo espíritu de sacrificio y cultura del trabajo para ir gradualmente entrando en la filosofía del hedonismo. El hedonismo es una especie de doctrina que plantea; que los deseos personales se deben satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás ni las consecuencias a futuro basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Siempre es prioritario en este tipo de doctrinas, distribuir lo que hay antes que producir.
El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde) es quien envejece no el proyectado. Lo mismo sucede con el peronismo, quien sigue vivo e inalterable a pesar de sus miserias, pero cuyo retrato muestra una imagen derruida, envejecida y detestable.
El Cristinismo, una expresión mucho mas virulenta, fanatizada, adoctrinada y demencial que el peronismo promedio, construyó su modelo de gestión sobre un especie de "Piel de Zapa" . Cristina usó los ahorros macro de todo tipo, las cajas de jubilaciones, las reservas del banco Central y azotó con impuestos a su pueblo como si estuviera sacando un pedazo del futuro de argentina en cada quita. Balzac en su libro "La piel de zapa", cuenta la historia de un joven que recibe un pedazo de piel o cuero mágico que satisface cada uno de sus deseos. Sin embargo, por cada deseo concedido la piel se encoge y consume una porción de su energía vital al igual de lo que nos sucede ahora. Con semejante corrupción se pueden lograr maravillas. Mis abuelos y padres sostenían que había que trabajar duro los años mozos para poder tener una vejez tranquila, pero nosotros al igual que Dorian Gray, hoy no podemos envejecer, porque la vejez es la muerte en vida.
Encerrado en mi departamento, aun escucho a lo lejos aquellos consejos que me dejaran mis ancestros. Nunca pude imaginar una vida sin la presunción de la bonanza espiritual, moral y humana, aquella que se construye con con cosas tan pequeñas como gigantescas. Levantarme temprano, siempre, aunque solo sea para sentir que ese nuevo día merece su reconocimiento, pleitesía y respeto. Inventarme trabajo, aunque no tenga que trabajar, porque no hay nada mas absurdamente mágico que el sacrificio sinsentido. Presumir de esa manifiesta necesidad por lo superior, elocuente persecución de la superación, esa necedad ante lo irresoluto, nadar contra la corriente, serle indiferente a lo vulgar, jugar de trovador, mimetizarse en el flagor de la pasión por crecer como hombre, arriesgarse ante el ridículo haciendo lo que los demás no se atreven a pensar. Llorar por amor, y luchar por alcanzarlo. Reír sin razón, ante la familia que has creado y te crea, día tras día. Dejar lo mejor en cada ocasión, solo por gozar del sublime derecho de sentirte bien en soledad.
Dicen que hay un hedonismo benigno, que de ninguna manera es el nuestro. Epicuro sostenía algunos postulados para que el hedonismo sea válido. Primero debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible. Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón, no más allá. No debemos arriesgar la salud, la amistad o la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro. Hay que evitar por completo los deseos innaturales e innecesarios pues el placer o satisfacción que producen es efímero. Moraleja: un pueblo que no aprende de sus errores, es un pueblo condenado al horror.
Y que ninguna marea sobreviva a la odisea de lo irreverente, de lo banal, de lo que pudo haber sido, pero no fue, ni será. Un Eneas, un Ulises, una Cristina, que los libros del dejá vú mítico y vago, los ubique en su lugar y que no falte epitafio sobre lápida, y que toda progenie de adoctrinados lloren sobre el obituario, escrito con lágrimas de saurópsido, el fanatismo iluso del obtuso, del vengador de dogmas enlatados, del gladiador de cuanto ideal caníbal se abate sonámbulo por éstas Pampas, pretérito zombie, vanagloriado en su fofa oquedad. Mañana será mañana, y que Don Tiempo escriba fidedigno ante la llegada de un nuevo estigma, paradoja sagrada e inmortal. Solo tenía ganas de escribir ¿se nota?


Siempre me quedé con ganas de decir que no puedo acostumbrarme al espanto. Nuestra lucha, al parecer no tendrá fin. No puede describirse el kirchnerismo, sin los metonímicos incisos de la destrucción que dejará. Y ahora ese es el leit motiv de nuestra Orden.
Aberraciones como las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y que, sería por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del Islam. O el dogma que ensalza la "infalibilidad pontificia", según la cual el Sumo Pontífice está "preservado de cometer cualquier tipo de error" cuando él promulga una enseñanza o si prefieren, "un postulado" dogmático en temas de fe y moral bajo el rango de"solemne definición pontificia", como si se tratare de una epifanía divina, ergo unívoca y "perfecta" verdad revelada (donde en consecuencia ninguna discusión se permite dentro de la Iglesia católica en pos de acatar y obedecer incondicionalmente estos "santos berrinches"); me parece algo inmundo y trágico para la humanidad. Si hay algo por lo que vale la pena dejar la vida, es por luchar contra estas locuras desquiciantes, que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo a los seres humanos y sus sociedades. Me refiero a la lucha antidogmática, y si antes lo fue la religiosa, ahora, por hegemónica; nos ocupa la política.
Averroes, el gran filósofo andalusí en su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica, y mas que ésta su ontología, frente a las estentóreas declamaciones de Al-Ghazali. Lo cual tiende a ratificar la idea de que, si bien toda religión fue construida con filosofía, cuando ésta es pasada a manos de los comunes dogmáticos, se transforma en una herramienta de la calamidad y el odio, ergo otra cosa.
Las religiones como las ideologías políticas extremas, son un canto a la vida emocional, sin embargo dejan de ser útiles y relevantes, cuando sabemos que los terribles problemas que generan están representados en los "pequeños hombrecitos" encargados de su administración.
Recuerdo a Averroes y luego Brentano, dos ilustres salvadores de lo que "debe ser", ambos religiosos apóstatas, ambos gladiadores de la divinidad en la humanidad. La metafísica y la ontología, tenían sus formidables cerberos.

Argentina reclama en ahogado silencio de un Mesías. Necesita rescatarse del absolutismo, de la bestialidad, de la violencia, de éste infame dogma político, que mantiene de rehenes a tantas pobres almas hipnotizadas por la premonición del sempiterno oráculo demagógico, que no existió ni existirá mas allá de los terruños de una utopía tan argentina, como todo lo argentino que somos. Sin duda la mala suerte nos eligió, para hacer catarsis, compulsar entre lo bueno y lo malo, disolver sus diferencias. ¿Quién conoce de éstos menesteres por estos días?.
Somos los puntos suspensivos del anonimato de la moral, la misma que yace bajo el yugo de una mitología, que se vende como epopeya, pero que se compra como parodia. Somos consagrados escritores de una sátira que nos demuele por dentro, que nos expone desnudos ante el universo, emancipados ante el sarcasmo del creador, aquel que luego de tirar sus dados, nos anotó perdedores. Porque esa canónica ironía que nos lleva a sentirnos superiores, aun cuando somos de lo peor, solo se explica con la intuición de lo divino. Un mortal por si solo, no podría lograr semejante desastre. Argentina es un hermoso país, que no nos esperará para siempre.
Y así como tuvimos un valiente Averroes para con el Islam, tuvimos un incondicional del humanismo, Franz Brentano; quién osó cuestionar la estupidez hegemónica de su tiempo, cuando el Concilio Vaticano I (en 1870) declaró "la infalibilidad papal" como dogma. Había que atreverse a tanto en esos sórdidos momentos, donde la crueldad y barbarie se proyectaba con sombras de crucifijo. Hoy la doctrina de la "infalibilidad" como dogma, está mas de moda que nunca, en manos de la demencial militancia oficialista.

Brentano, fuertemente influenciado por Averroes, escribe para el mundo su tesis doctoral "Sobre la múltiple significación del ente en Aristóteles", obra ontológica por antonomasia. Tan fuerte fue su influencia en el "iluminismo" (osea, la masonería ilustrada), que sentó las bases para los "Fundamentos de la Psicología Fisiológica" de Wundt, como asimismo de la "Psicología de la conciencia" por medio de la observación de la experiencia. Brentano fue profesor en la Universidad de Viena, donde, como era de esperarse, dejó una marca indeleble en la gnosis de alumnos como Sigmund Freud, Carl Stumpf, Edmund Husserl, Kazimierz Twardowski, Alexius Meinong, y Christian von Ehrenfels, entre otros. La ontología y la metafísica tenían sus nuevos apóstoles, y con ellos, un destino de trascendencia e inmortalidad. Todos grandes maestros masones, artífices del arquetipo que hoy nos guía, nos mueve inmisericorde hacia el dolor.
Aun me sigo deleitando con las jocosas ocurrencias de Eduardo Galeano, quién en sus "Venas abiertas de Latinoamérica", logró seducir con la "sutileza" de su filosofía a un populacho ávido de encontrar culpables exógenos a nuestra idealizada autonomía sociológica. Así es como ante la autodestrucción de todo cuanto era bueno en nuestro país, seguimos indultándonos ante el saqueo, la decadencia y el abandono de nosotros mismos como sociedad. Quizás sea hora de que alguien le intente explicar a éste escritor uruguayo, que la vocación por la dominación, sometimiento y voluntad de poder, no es algo que se pueda circunscribir a una potencia imperialista determinada, sino que obedece a la naturaleza del hombre en sociedad.

No son pocas las veces que maldigo impiadosamente mi lento metabolismo intelectual...,y me da pena. Vivo en un país donde pasan tantas cosas por día que me resulta hasta angustiante no poder recopilarlas y retratarlas debidamente con mi pluma.Quiero recordar mi propio paso por estos tiempos según mi propia versión de los hechos...,quizás me ayude en el mañana, quizás le sirva a mis nietos.
No es casual que la liturgia kirchnerista exalte tanto el concepto de modelo distributivo con inclusión, aunque esta inclusión genere tantos pobres como el peor de los modelos antisolidarios. El cortoplacismo, las soluciones de shock, y los planes que promueven soluciones mágicas extremas son fruto de este hedonismo colectivo. Países vecinos que supieron vivir bajo la sombra de una Argentina próspera, hoy son gigantes del mundo (caso Brasil) porque no se plegaron a este tipo de estilo de vida. En Brasil hay progresismo, que no es lo mismo que el pragmatismo demagógico mediático del kirchnerismo. En Brasil hubo estrategia, aquí solo tácticas oportunistas.
Hubo un antes y después en la historia no contaminada de Argentina. Antes de Perón y después de Perón, ergo ese cambio fue estructuralmente cultural (que es lo que realmente caracteriza a un Pueblo). Con la llegada del populismo nacionalista y demagógico de Perón, Argentina dejó su viejo espíritu de sacrificio y cultura del trabajo para ir gradualmente entrando en la filosofía del hedonismo. El hedonismo es una especie de doctrina que plantea; que los deseos personales se deben satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás ni las consecuencias a futuro basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Siempre es prioritario en este tipo de doctrinas, distribuir lo que hay antes que producir.

El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde) es quien envejece no el proyectado. Lo mismo sucede con el peronismo, quien sigue vivo e inalterable a pesar de sus miserias, pero cuyo retrato muestra una imagen derruida, envejecida y detestable.
El Cristinismo, una expresión mucho mas virulenta, fanatizada, adoctrinada y demencial que el peronismo promedio, construyó su modelo de gestión sobre un especie de "Piel de Zapa" . Cristina usó los ahorros macro de todo tipo, las cajas de jubilaciones, las reservas del banco Central y azotó con impuestos a su pueblo como si estuviera sacando un pedazo del futuro de argentina en cada quita. Balzac en su libro "La piel de zapa", cuenta la historia de un joven que recibe un pedazo de piel o cuero mágico que satisface cada uno de sus deseos. Sin embargo, por cada deseo concedido la piel se encoge y consume una porción de su energía vital al igual de lo que nos sucede ahora. Con semejante corrupción se pueden lograr maravillas. Mis abuelos y padres sostenían que había que trabajar duro los años mozos para poder tener una vejez tranquila, pero nosotros al igual que Dorian Gray, hoy no podemos envejecer, porque la vejez es la muerte en vida.
Encerrado en mi departamento, aun escucho a lo lejos aquellos consejos que me dejaran mis ancestros. Nunca pude imaginar una vida sin la presunción de la bonanza espiritual, moral y humana, aquella que se construye con con cosas tan pequeñas como gigantescas. Levantarme temprano, siempre, aunque solo sea para sentir que ese nuevo día merece su reconocimiento, pleitesía y respeto. Inventarme trabajo, aunque no tenga que trabajar, porque no hay nada mas absurdamente mágico que el sacrificio sinsentido. Presumir de esa manifiesta necesidad por lo superior, elocuente persecución de la superación, esa necedad ante lo irresoluto, nadar contra la corriente, serle indiferente a lo vulgar, jugar de trovador, mimetizarse en el flagor de la pasión por crecer como hombre, arriesgarse ante el ridículo haciendo lo que los demás no se atreven a pensar. Llorar por amor, y luchar por alcanzarlo. Reír sin razón, ante la familia que has creado y te crea, día tras día. Dejar lo mejor en cada ocasión, solo por gozar del sublime derecho de sentirte bien en soledad.

Dicen que hay un hedonismo benigno, que de ninguna manera es el nuestro. Epicuro sostenía algunos postulados para que el hedonismo sea válido. Primero debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible. Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón, no más allá. No debemos arriesgar la salud, la amistad o la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro. Hay que evitar por completo los deseos innaturales e innecesarios pues el placer o satisfacción que producen es efímero. Moraleja: un pueblo que no aprende de sus errores, es un pueblo condenado al horror.
Y que ninguna marea sobreviva a la odisea de lo irreverente, de lo banal, de lo que pudo haber sido, pero no fue, ni será. Un Eneas, un Ulises, una Cristina, que los libros del dejá vú mítico y vago, los ubique en su lugar y que no falte epitafio sobre lápida, y que toda progenie de adoctrinados lloren sobre el obituario, escrito con lágrimas de saurópsido, el fanatismo iluso del obtuso, del vengador de dogmas enlatados, del gladiador de cuanto ideal caníbal se abate sonámbulo por éstas Pampas, pretérito zombie, vanagloriado en su fofa oquedad. Mañana será mañana, y que Don Tiempo escriba fidedigno ante la llegada de un nuevo estigma, paradoja sagrada e inmortal. Solo tenía ganas de escribir ¿se nota?
