El pueblo de Crimea, en su justo derecho a la autodeterminación, demostró que las amenazas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, no tuvieron efecto para impedir su reunificación con Rusia. Las cifras son contundentes: con una participación superior al 80%, casi el 97% de los habitantes votaron por la integración con Rusia.
Los observadores internacionales lo han legitimado, destacando incluso la apacibilidad y felicidad de la mayoría de votantes, cumpliendo el proceso con todos los estándares del derecho internacional. Por tanto, se trato de un acto histórico, válido y sobre todo legal.
Pero las potencias de Occidente se niegan a reconocer la voluntad del pueblo de Crimea, pero al mismo tiempo se olvidan de su actitud en la cuestiones Malvinas y Kosovo, en lo que se puede denominar únicamente como hipocresía, y sobre todo una enorme doble moral.
En el pasado, Occidente en ningún momento condeno a quienes celebraron o estaban en el camino de celebrar un referéndum sobre la autodeterminación y en algunos casos los apoyó activamente. El referéndum que se llevó a cabo en Kosovo en 2008 no tenía el aval de Serbia y, ante ello, la ONU dispuso que “todos los pueblos tienen derecho a separarse si lo desean y su ciudadanía lo ratifica”, decisión que fue calurosamente apoyada por la Unión Europea, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Ahora bien, al pueblo de Crimea, sorpresivamente no lo apoyan en su justa causa. Ellos respetan el derecho a la autodeterminación de ciertos pueblos, lógicamente cuando estos claramente les convienen a sus intereses.
Según su pensamiento imperialista el plebiscito para la autodeterminación de Crimea fue una farsa, ahora bien el plebiscito de autodeterminación en Malvinas celebrado por los kelpers en 2013 o el de Kosovo resultaron legales. Tampoco se tiene en consideración que la población de Crimea es originariamente rusa étnica desde hace siglos, y la que vive en las Malvinas, fue implantada por los ingleses tras la invasión de sus tropas a las Islas en 1833.
Estas potencias deben entender que si carece de valor legal el referéndum de Crimea, a pocos kilómetros de Rusia, mucho menos lo es el de una colonia británica a 14.000 km de distancia de Londres y tan solo a 400 km de Argentina.
"La secesión de una parte de Estado de por sí no contradice a las leyes internacionales. En general, las leyes internacionales no prohíben la secesión ni prestan garantías de integridad a los Estados ante movimientos internos que puedan llevar a la separación o independencia apoyados por sus pertinentes pueblos”. Este fue el texto del memorándum que el Gobierno británico presento al Tribunal Internacional de Justicia al respecto de a la independencia de Kosovo en el año 2008. Todo lo contrario a lo que ahora declaran sobre lo que sucedió en Crimea.
Washington y Londres no pueden esconder su hipocresía y doble moral. La historia habla por sí sola.
Los observadores internacionales lo han legitimado, destacando incluso la apacibilidad y felicidad de la mayoría de votantes, cumpliendo el proceso con todos los estándares del derecho internacional. Por tanto, se trato de un acto histórico, válido y sobre todo legal.
Pero las potencias de Occidente se niegan a reconocer la voluntad del pueblo de Crimea, pero al mismo tiempo se olvidan de su actitud en la cuestiones Malvinas y Kosovo, en lo que se puede denominar únicamente como hipocresía, y sobre todo una enorme doble moral.
En el pasado, Occidente en ningún momento condeno a quienes celebraron o estaban en el camino de celebrar un referéndum sobre la autodeterminación y en algunos casos los apoyó activamente. El referéndum que se llevó a cabo en Kosovo en 2008 no tenía el aval de Serbia y, ante ello, la ONU dispuso que “todos los pueblos tienen derecho a separarse si lo desean y su ciudadanía lo ratifica”, decisión que fue calurosamente apoyada por la Unión Europea, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Ahora bien, al pueblo de Crimea, sorpresivamente no lo apoyan en su justa causa. Ellos respetan el derecho a la autodeterminación de ciertos pueblos, lógicamente cuando estos claramente les convienen a sus intereses.
Según su pensamiento imperialista el plebiscito para la autodeterminación de Crimea fue una farsa, ahora bien el plebiscito de autodeterminación en Malvinas celebrado por los kelpers en 2013 o el de Kosovo resultaron legales. Tampoco se tiene en consideración que la población de Crimea es originariamente rusa étnica desde hace siglos, y la que vive en las Malvinas, fue implantada por los ingleses tras la invasión de sus tropas a las Islas en 1833.
Estas potencias deben entender que si carece de valor legal el referéndum de Crimea, a pocos kilómetros de Rusia, mucho menos lo es el de una colonia británica a 14.000 km de distancia de Londres y tan solo a 400 km de Argentina.
"La secesión de una parte de Estado de por sí no contradice a las leyes internacionales. En general, las leyes internacionales no prohíben la secesión ni prestan garantías de integridad a los Estados ante movimientos internos que puedan llevar a la separación o independencia apoyados por sus pertinentes pueblos”. Este fue el texto del memorándum que el Gobierno británico presento al Tribunal Internacional de Justicia al respecto de a la independencia de Kosovo en el año 2008. Todo lo contrario a lo que ahora declaran sobre lo que sucedió en Crimea.
Washington y Londres no pueden esconder su hipocresía y doble moral. La historia habla por sí sola.