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Escrito por Lic Ramón D. Peralta

No hace mucho, y para algunos nada ha cambiado; el método para explicar esa ulterior percepción extrasensorial e intuitiva de que existe, un poder superior, que condiciona la historia del hombre y el universo; se explicaban con una sola palabra: Dios.




Los filósofos, siempre propensos a descreer y rechazar, todo aquel absoluto que se venda con envase de simplismo y reduccionismo, reaccionaron con una batería de refutaciones, que pasaron por negar la existencia de una naturaleza, que por incognocente, divina; hasta llegar a la instauración de sendos movimientos filosóficos que intentan ubicar a esa naturaleza en distintos estadios abstractos, poniendo y quitando el hombre de su centro, como si el capricho humano también fuera parte de una ignota naturaleza.



En el siglo XX, e incluso ahora mismo, capitalistas y anticapitalistas, se empecinan en luchar por asirse de la patria potestad de la criatura, como si la argumentación filosófica y científica fuera posible catalizador de abolengo y legitimidad, también natural.



Pero es que, la historia del ser según la evolución, describe la bitácora de la expansión del descubrimiento de un conocimiento que ya existe por fuera de nuestras posibilidades de percepción y de pensamiento. Sin advertir, que esa evolución histórica es como causa sui, en si mismo, el descubrimiento de la naturaleza.



Por ende, Comunismo, socialismo y capitalismo, pertenecen a la unigénita naturaleza humana, sin que haya posibilidad alguna de que la escisión se constituya en el ente natural, pues todas son partes naturales en el hombre puesto en sociedad.



La naturaleza es una sola, aunque el hombre se crea muchas cosas diferentes. Quizás fue una estupidez dejar de usar la palabra Dios, para describir algo tan inmenso; al fin y al cabo, solo es una palabra que podemos ir ajustando en la medida que nuestra cultura e intelecto se mueven.-