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Viernes 01 de noviembre del 2030

Viviendo en un país que esta comprometido a vencer delante la guerra no lo sentí como si hubiera una. En mi caso lo ciento como si todo siguiera normal sin guerras ni nada de eso, voy al colegio, salgo con mis amigos, mis papas trabajan, una vida común y corriente; el mismo cuento aburrido de todas las personas. Mientras como mi avena con leche ciento que tocan el timbre, que raro visitas por domingo a la noche, esa no me la esperaba. Me levanto de mi asiento para abrir la puerta, pero mi papa sonríe y me da una seña para que me ciente, mientras el va y abre.
-buenas tardes señor, me dirijo a usted con la mosion de comunicarles que su gobierno lo necesita, es así que le ordenamos a usted su asistencia en la guerra.-dice un soldado.
-discúlpenme pero no tengo interés en alistarme a la guerra, estoy bien así trabajando en el hospital asistiendo gente; y no es obligatorio en listarse.- dice mi papa cerrando la puerta.
-con el debido respecto, el presidente a probo una ley para el reclutamiento involuntario de todos los ciudadanos de nuestra nación, y su usted se opone, tenemos toda la autoridad de ejecutarlo en este mismo instante.-exclama el soldado.
- lo lamento mucho, pero no puedo… tengo familia- responde mi papa volviendo a cerrar la puerta.
-yo también tengo una familia y sin embargo lucho por mi patria-dice el soldado jalando el gatillo de su pistola.
-NOOOOOOO- grita mi madre sacando un arma de un cajón de mi papa.
Ella voltea hacia mi y me sonríe derramando lagrimas por sus ojos, después de eso dispara repetidas veces a los soldados, pero ninguna bala logra alcanzar a dar a aquellos dos; salvo una que le da en el hombro derecho al soldado que ejecuto a mi padre.
El mismo soldado que ejecuto a mi padre, es el mismo que le metió una bala en la cabeza a mi madre, dejándola tirada en el suelo.
-Tienes suerte de que todavía no aprueban la ley para que los menores también vayan a la guerra, pero será muy pronto y vendré por ti… y en caso de que te opongas ya sabes como vas a terminar.- dice el verdugo que acabo con la vida de mis padres cerrando la puerta.
Como es posible esto, los mataron en nuestra propia casa, al frente mio, y yo; y yo solo estaba sentado en la silla sosteniendo una cuchara viendo como morían delante de mi. Lo único que hago es llorar a sus cuerpos sin vida, hasta que varios vecinos de mi calle vienen con ayuda.
-No fuiste el único que se quedo sin padres, varias personas fueron ejecutas en sus propias casas, hoy también murió el Sr Smith, pero en su caso mataron a todos los que estaban dentro de la casa incluso… a su hijito de 4 añitos.- me dice un vecino de mi misma edad.
- tu papa también murió, o….
-No, el mio simplemente cedió-me dice retirándose.
Se están llevando los cuerpos de mis difuntos padres, pero no noto que allá ningún policía, solo médicos.
-Porque no hay ningún policía aquí, como voy a levantar una denuncia.-le digo a una doctora.
-no es el único caso que pasa en el país, por si no lo sabias hay una ley que aprueba esto, lo lamento.- me dice marchándose.
Es todo, es legal y no puedo hacer nada para remediarlo. Me quede solo, después de que se fue la ambulancia quede completamente solo, mi única compañía era la brillante luz de la luna sobre mi cabeza; pero aun así me sentía solo.

Espero con ansias el día que aprueben la ley para que los menores vallan a la guerra, para cuando venga ese soldado tenga lista un arma y hacerle volar todo lo que se llama cerebro. Por mi esta guerra puede seguir hasta cumplir mi proposito.