capitulo 3
Mi segundo día aquí había comenzado, en el desayuno nos anunciaron que debíamos elegir a un paciente, nos fueron mostrando distintos casos, Ariel eligió a un paciente que sufría de bipolaridad. Ya quedaba solo yo y un chico más, Ester habló, ella nos estaba mostrando a los pacientes.
-él es John. Mató a su novia hace unos años, en el juicio, que recién hace unos días terminó por dar un veredicto, se lo declaró como paranoico, fue trasladado aquí anoche, por eso las enfermera no estaban en su puesto, y por eso fue más fácil que ocurriera el incidente de la otra noche del que seguramente ya están enterados.
Mi acompañante asintió.
-bien, si nadie lo quiere...
Pensé que era raro que justo que llegaba un paciente con el mismo cuadro de la señora Beewer, Eva, ocurriera el asesinato de una enfermera.
-yo lo tomo-dije.
-excelente-me dijo Ester, al pasar por su lado para entrar en la habitación acompañada de un enfermero ella me dijo en un susurró -sabía que lo elegirías si decía eso, yo tampoco creo que Eva esté loca, suerte.
La mire y le sonreí, era evidente que seriamos amigas.
Entré en la habitación 582, que raro, si todas las enfermeras estaban trasportándolo al paciente en la habitación debieron ver lo ocurrido, estaban en el mismo pasillo, debieron escuchar algo. Que estaba ocurriendo aquí?, por más que fuera que estaban a 49 habitaciones, eran en es mismo pasillo, no podía estar todo el personal ahí y no haber siquiera escuchado lo ocurrido, pues debieron encontrarla después a la enfermera muerta, sino Eva jamas hubiera llegado hasta mi cuarto tan solo caminado tranquila.
Esto era todo muy extraño.
-Hola John-dije en cuanto ví al que sería mi paciente por el próximo trimestre. Estaba sentado en su cama, parecía abstraído en la ardua tarea de contar las vigas del techo, eso hacía hasta que notó mi presencia en la habitación.
-hola-me saludo con una sonrisa.
-cómo estás?
-bien.
-y cómo te sientes aquí.
-cómodo.
-dime John, por qué, exactamente, estas aquí?
-por amar demasiado.
-a quién?
-a Susan.
-Susan?
-mi novia.
-oh.
-ella, yo, la amaba, y estaba muy enojado, todos la miraban, ella se hacía la tonta pero lo notaba, yo lo sabía, ella me engañaba.-se empezaba a alterar.
-con quién lo engañaba?
-con todos-grito parándose y dando vueltas por la habitación-pero ahora está muerta, y no puede engañarme más, ahora sera solo mía, su cuerpo, solo mio, ella es mía.
-de acuerdo, entonces ella es suya, eso es algo muy fuerte, entiende que está privándola de todo lo que a ella le hace feliz?
-privarla? yo le daba todo, yo la amo, pero ella me engañaba, ella debía ser mía, de nadie más, mía, mía, ella es mía.
Solo repetía una y otra vez que ella era suya, un típico caso de obsesión, mezclado con los delirios provocados por los celos irracionales.
-de acuerdo, ella es suya.
-eso cree?
-claro, de quién más sería? está muerta.
-es cierto, yo la mate, pero es que ella, yo, la amaba, entiende?-decía de forma atolondrada y nerviosa, estaba llorando también.
-tranquilo, todo estará bien, ella ya es suya.
-si, ella es mía, ella es mía.
Repitió esas palabras como si fuera un mantra hasta quedarse dormido.
Silenciosamente salí del cuarto y fui con la enfermera Ester, no la encontré, pero me choqué con otra enfermera, creí que sería de ayuda igual.
-hola señorita puedo ayudarle en algo?
-de hecho si. Verá usted, mi paciente es el señor John Meller, quisiera saber a que hora llegó al hospital.
-a las 2 45 llego aquí, puedo ayudarla en algo más?
-no, muchísimas gracias.
Lo que yo pensaba, las enfermeras no estaban en el lugar que les correspondía a la hora del accidente, pues Eva llego a mi cuarto cerca de las 3 30 y la sangre en sus manos estaba fresca, debía de haber ocurrido todo hace no más de unos minutos, y si a las 3 las enfermeras debían de estar en el mismo pasillo no deberían de haber escuchado algo y haber corrido a ver qué sucedía? Algo no cuadraba en esta historia.
El día termino y yo me fui a acostar. Esperaba no más sorpresas esta noche.
Eran la 1 a.m. cuando me desperté, creo que tuve un mal sueño, decidí ir al baño, quedaba un poco lejos y no era lindo salir a la noche del cuarto para vagar por los pasillos oscuros del psiquiátrico, pero debía ir, así que tome el valor y salí de la habitación, empece a caminar por un pasillo blanco que luciría prácticamente negro de no ser por los ventanales por los que se veía la noche y uno que otro árbol grande, eso hacia verlo todo aún mas tenebroso, camine y sentí un crujir, una puerta se abrió, me quedé paralizada, que hacía ahora? que se supone que haría? me asome despacio por la habitación, solo había oscuridad, total negro, de pronto, un movimiento rápido, una sombra se movía en la oscuridad, algo había allí, y salto, y lo vi, era un gato, lance un suspiro y volteé, para encontrarme con John, grité.
-John, me asustaste, que haces aquí?
-tú, eres mía.
-John de que hablas?-me estaba poniendo nerviosa.
-eres mía Susan, entiéndelo- su rostro estaba rígido como la piedra, daba miedo en la oscuridad de un pasillo desértico, mis nervios se alteraron, quería gritar, pero tal vez eso lo alteraría.
-tienes que entenderlo, no puedo dejar que te vayas de mi lado, por que tu eres mía, Eva.
-Eva?
Estaba aterrada, de pronto vi su mano, tenía un cuchillo, de donde lo había sacado?
Lo levanto en el aire y me mostró una sonrisa horrenda de maníaco.
-eres mía.
Yo comencé a retroceder y el avanzó, corrí por el pasillo sin detenerme,a toda prisa iba cuando mis pies descalzos se patinaron en el frió piso, quedé a su merced.
-eres mía, ahora y siempre mía Eva.
-yo no soy Eva-grite asustada en mi desesperación, pero nadie vino, su sonrisa era más amenazante que el filo del cuchillo que esgrimió, y que de pronto callo en picada...
Y desperté, sudorosa y aterrada, casi al borde de la histeria, tal vez el Doc. Black no estaba tan equivocado con eso del estrés, necesitaba descansar un poco.
Mi segundo día aquí había comenzado, en el desayuno nos anunciaron que debíamos elegir a un paciente, nos fueron mostrando distintos casos, Ariel eligió a un paciente que sufría de bipolaridad. Ya quedaba solo yo y un chico más, Ester habló, ella nos estaba mostrando a los pacientes.
-él es John. Mató a su novia hace unos años, en el juicio, que recién hace unos días terminó por dar un veredicto, se lo declaró como paranoico, fue trasladado aquí anoche, por eso las enfermera no estaban en su puesto, y por eso fue más fácil que ocurriera el incidente de la otra noche del que seguramente ya están enterados.
Mi acompañante asintió.
-bien, si nadie lo quiere...
Pensé que era raro que justo que llegaba un paciente con el mismo cuadro de la señora Beewer, Eva, ocurriera el asesinato de una enfermera.
-yo lo tomo-dije.
-excelente-me dijo Ester, al pasar por su lado para entrar en la habitación acompañada de un enfermero ella me dijo en un susurró -sabía que lo elegirías si decía eso, yo tampoco creo que Eva esté loca, suerte.
La mire y le sonreí, era evidente que seriamos amigas.
Entré en la habitación 582, que raro, si todas las enfermeras estaban trasportándolo al paciente en la habitación debieron ver lo ocurrido, estaban en el mismo pasillo, debieron escuchar algo. Que estaba ocurriendo aquí?, por más que fuera que estaban a 49 habitaciones, eran en es mismo pasillo, no podía estar todo el personal ahí y no haber siquiera escuchado lo ocurrido, pues debieron encontrarla después a la enfermera muerta, sino Eva jamas hubiera llegado hasta mi cuarto tan solo caminado tranquila.
Esto era todo muy extraño.
-Hola John-dije en cuanto ví al que sería mi paciente por el próximo trimestre. Estaba sentado en su cama, parecía abstraído en la ardua tarea de contar las vigas del techo, eso hacía hasta que notó mi presencia en la habitación.
-hola-me saludo con una sonrisa.
-cómo estás?
-bien.
-y cómo te sientes aquí.
-cómodo.
-dime John, por qué, exactamente, estas aquí?
-por amar demasiado.
-a quién?
-a Susan.
-Susan?
-mi novia.
-oh.
-ella, yo, la amaba, y estaba muy enojado, todos la miraban, ella se hacía la tonta pero lo notaba, yo lo sabía, ella me engañaba.-se empezaba a alterar.
-con quién lo engañaba?
-con todos-grito parándose y dando vueltas por la habitación-pero ahora está muerta, y no puede engañarme más, ahora sera solo mía, su cuerpo, solo mio, ella es mía.
-de acuerdo, entonces ella es suya, eso es algo muy fuerte, entiende que está privándola de todo lo que a ella le hace feliz?
-privarla? yo le daba todo, yo la amo, pero ella me engañaba, ella debía ser mía, de nadie más, mía, mía, ella es mía.
Solo repetía una y otra vez que ella era suya, un típico caso de obsesión, mezclado con los delirios provocados por los celos irracionales.
-de acuerdo, ella es suya.
-eso cree?
-claro, de quién más sería? está muerta.
-es cierto, yo la mate, pero es que ella, yo, la amaba, entiende?-decía de forma atolondrada y nerviosa, estaba llorando también.
-tranquilo, todo estará bien, ella ya es suya.
-si, ella es mía, ella es mía.
Repitió esas palabras como si fuera un mantra hasta quedarse dormido.
Silenciosamente salí del cuarto y fui con la enfermera Ester, no la encontré, pero me choqué con otra enfermera, creí que sería de ayuda igual.
-hola señorita puedo ayudarle en algo?
-de hecho si. Verá usted, mi paciente es el señor John Meller, quisiera saber a que hora llegó al hospital.
-a las 2 45 llego aquí, puedo ayudarla en algo más?
-no, muchísimas gracias.
Lo que yo pensaba, las enfermeras no estaban en el lugar que les correspondía a la hora del accidente, pues Eva llego a mi cuarto cerca de las 3 30 y la sangre en sus manos estaba fresca, debía de haber ocurrido todo hace no más de unos minutos, y si a las 3 las enfermeras debían de estar en el mismo pasillo no deberían de haber escuchado algo y haber corrido a ver qué sucedía? Algo no cuadraba en esta historia.
El día termino y yo me fui a acostar. Esperaba no más sorpresas esta noche.
Eran la 1 a.m. cuando me desperté, creo que tuve un mal sueño, decidí ir al baño, quedaba un poco lejos y no era lindo salir a la noche del cuarto para vagar por los pasillos oscuros del psiquiátrico, pero debía ir, así que tome el valor y salí de la habitación, empece a caminar por un pasillo blanco que luciría prácticamente negro de no ser por los ventanales por los que se veía la noche y uno que otro árbol grande, eso hacia verlo todo aún mas tenebroso, camine y sentí un crujir, una puerta se abrió, me quedé paralizada, que hacía ahora? que se supone que haría? me asome despacio por la habitación, solo había oscuridad, total negro, de pronto, un movimiento rápido, una sombra se movía en la oscuridad, algo había allí, y salto, y lo vi, era un gato, lance un suspiro y volteé, para encontrarme con John, grité.
-John, me asustaste, que haces aquí?
-tú, eres mía.
-John de que hablas?-me estaba poniendo nerviosa.
-eres mía Susan, entiéndelo- su rostro estaba rígido como la piedra, daba miedo en la oscuridad de un pasillo desértico, mis nervios se alteraron, quería gritar, pero tal vez eso lo alteraría.
-tienes que entenderlo, no puedo dejar que te vayas de mi lado, por que tu eres mía, Eva.
-Eva?
Estaba aterrada, de pronto vi su mano, tenía un cuchillo, de donde lo había sacado?
Lo levanto en el aire y me mostró una sonrisa horrenda de maníaco.
-eres mía.
Yo comencé a retroceder y el avanzó, corrí por el pasillo sin detenerme,a toda prisa iba cuando mis pies descalzos se patinaron en el frió piso, quedé a su merced.
-eres mía, ahora y siempre mía Eva.
-yo no soy Eva-grite asustada en mi desesperación, pero nadie vino, su sonrisa era más amenazante que el filo del cuchillo que esgrimió, y que de pronto callo en picada...
Y desperté, sudorosa y aterrada, casi al borde de la histeria, tal vez el Doc. Black no estaba tan equivocado con eso del estrés, necesitaba descansar un poco.