capitulo 6
Quería seguir leyendo, pero me estaba quedando dormida, que raro, estaba demasiado cansada, creí que ya había logrado sacarme de encima las horas faltantes de sueño, estaba revisando la dirección del señor Halton cuando caí dormida, no soñé con nada, otra cosa rara, a la mañana siguiente me sentía muy mal, me dolía la cabeza, me tome dos pastillas para el dolor de cabeza con ese horrible jugo que servían en el desayuno y fui a ver a Jhon.
-Y dime, ¿no crees que matar a tu novia fue pasar un límite, crees que estuviste bien al hacerlo?
-si- me respondió Jhon, comenzaba a fastidiarse, seguíamos con el interrogatorio, Jhon no daría el brazo a torcer, y se enojaba con facilidad.
-solo hago las preguntas que me estudié Jhon, yo también creo que en el amor se necesita algo a cambio, sería injusto amar por nada, no crees.
-exacto-dijo, aparentemente feliz de que me puse de su lado, si algo aprendí en la escuela, y más en este hospital, es "no te pongas en contra de nadie, o acabaras mal".
Comencé a sentirme mareada, tal vez no debí tomar dos pastillas, quizás me excedí.
-¿se siente bien doctora?-pregunto Jhon al ver que me estaba sujetando en la pared.
-si Jhon, solo me duele la cabeza- me excuse, tratando de calmarlo, se notaba preocupado.
Él asintió, pero no se relajo del todo, seguía observándome como temiendo que me desmayara.
Seguimos adelante con el maldito interrogatorio.
-¿no te arrepientes de matarla, siquiera por el mero hecho de que ella ya no está aquí contigo?
-la verdad yo...
En ese momento empece a respirar agitado, tenía nauseas, definitivamente algo no estaba bien conmigo.
Salí de la habitación 582 corriendo torpemente, mi mareo no me dejaba caminar derecha, me encontré con Ester, o eso creo, y ella me metió en una habitación, luego de eso todo se volvió negro.
Abrí los ojos, estaba en mi habitación en el hospital, ¿que diablos ocurrió?, solo recuerdo estar con Jhon y un terrible mareo, luego, es algo confuso, creo haber visto a Ester.
-¡Ester!- exclamé al verla al lado de mi cama.
-shhh...-me calló- relájate, tienes que escucharme, no estas segura aquí, debes irte, creí que podrías con esto, pero fui muy ingenua, es una locura niña, no puedes quedarte aquí, él te asesinara.
-¿de qué hablas?.
-ya te dí el antídoto, pero no hará efecto aún, tienes suerte de que te encontrara yo en ese pasillo, debes ser más atenta, te dije que no te fíes ni de tu sombra.
-¿cómo?
-descansa, yo te cubro.
Y sin más palabras se fu, dejándome confundida.
Decidí ir con un doctor, llegue a una clínica a una hora del hospital psiquiátrico, y me hice ver por un doctor de allí.
-sus análisis dan como resultado intoxicación señorita Rodriguez- me dijo el doctor que me atendió y mando a hacer estudios de diversas cosas, entrando en la habitación de la clínica en la que me encontraba, leyendo unos papeles, al parecer los resultados de los análisis.
-¿intoxicación de qué?
-al parecer a ingerido ciertas cantidades de cianuro, por suerte no en medidas mortales, y se a suministrado el correspondiente antídoto, se le hará un lavado de estómago para quitar posibles restos del veneno, un estudio de este para ver si quedo bien, y podrá irse a casa-cianuro, a eso se refería Ester con darme un antídoto.
-pero ¿como pudieron darme cianuro?
-no precisamente se pudo dar, aveces se puede encontrar en el aire como gas, o en el agua, no es muy normal que se detecte en el sabor u olfato, pero generalmente algunas personas, mujeres más precisamente, han dicho que se siente como un olor a almendras amargas.
Y ahí lo comprendí todo.
-con que era eso lo que sabía mal en mi jugo.
Y salí de la clínica corriendo como una loca, necesitaba encontrar a esos sujetos que eran posibles psicópatas, necesitaba encontrarlo, antes que él me encontrara a mi, se que era una locura, pero no podía dejarlo así, mamá me necesitaba, digo Eva, ella confiaba en mi para esto, tenia que ayudarla, o la llevarían a un manicomio, yo no lo permitiría, esto ya era personal, él quiso matarme, por suerte el horrible sabor del jugo, odio las almendras, hizo que no me lo tomara todo, pero a la mañana siguiente me tome casi medio vaso para pasar las pastillas, en combinación, Ester tenía razón, tuve suerte de encontrarla a ella.
Fui a mi habitación al llegar al hospital psiquiátrico, encontré la dirección del señor Welton, el hermano de la señora Beewer, obviamente el apellido de Eva se debía a su difunto esposo, el señor Edward Beewer, como decía en sus papeles, era un hombre trabajador, y sin familia, pero con muchos amigos que le daban cariño, murió de cáncer en los pulmones. Bueno al menos tenía ya dos pistas, su esposo no tenía nada que ver en esto, y la familia de él tampoco puesto que no tenía, y también el apellido de soltera de Eva, que iba a ser de mucha ayuda. El señor Welton, vivía en el pueblo, aunque no venía a visitar a su hermana, cosa muy curiosa, eso daba una idea de algo, que clase de hermano está en el mismo pueblo que su hermana, con problemas psicológicos y no va a visitarla, bueno, no hay registros de ello al menos.
Fui a la casa del hermano de Eva, vivía a dos horas del hospital, pero era mi día libre, domingo, ayer me la pase con tratando de ubicar a Ester, pero no la podía hallar, solo espero que se esté ocultando y que no le halla pasado nada malo. Llegué a la puerta de la casa del señor Welton, vivía en una humilde residencia, en la calle Walm al 5300, era hora, toqué la puerta y espere rezando volver con vida, creo que pensándolo bien, venir a la casa de un potencial maniático y psicótico, sola, no era la idea más inteligente que se me ocurrió, pero ya era tarde, una mano temblorosa y arrugada me tomo fuerte por la muñeca y me llevó dentro, cerrando la puerta con seguro detrás de mi, toda estaba oscuro, y la silueta se acercó.
-sabía que tarde o temprano vendrías.
Oh, diablos.
Quería seguir leyendo, pero me estaba quedando dormida, que raro, estaba demasiado cansada, creí que ya había logrado sacarme de encima las horas faltantes de sueño, estaba revisando la dirección del señor Halton cuando caí dormida, no soñé con nada, otra cosa rara, a la mañana siguiente me sentía muy mal, me dolía la cabeza, me tome dos pastillas para el dolor de cabeza con ese horrible jugo que servían en el desayuno y fui a ver a Jhon.
-Y dime, ¿no crees que matar a tu novia fue pasar un límite, crees que estuviste bien al hacerlo?
-si- me respondió Jhon, comenzaba a fastidiarse, seguíamos con el interrogatorio, Jhon no daría el brazo a torcer, y se enojaba con facilidad.
-solo hago las preguntas que me estudié Jhon, yo también creo que en el amor se necesita algo a cambio, sería injusto amar por nada, no crees.
-exacto-dijo, aparentemente feliz de que me puse de su lado, si algo aprendí en la escuela, y más en este hospital, es "no te pongas en contra de nadie, o acabaras mal".
Comencé a sentirme mareada, tal vez no debí tomar dos pastillas, quizás me excedí.
-¿se siente bien doctora?-pregunto Jhon al ver que me estaba sujetando en la pared.
-si Jhon, solo me duele la cabeza- me excuse, tratando de calmarlo, se notaba preocupado.
Él asintió, pero no se relajo del todo, seguía observándome como temiendo que me desmayara.
Seguimos adelante con el maldito interrogatorio.
-¿no te arrepientes de matarla, siquiera por el mero hecho de que ella ya no está aquí contigo?
-la verdad yo...
En ese momento empece a respirar agitado, tenía nauseas, definitivamente algo no estaba bien conmigo.
Salí de la habitación 582 corriendo torpemente, mi mareo no me dejaba caminar derecha, me encontré con Ester, o eso creo, y ella me metió en una habitación, luego de eso todo se volvió negro.
Abrí los ojos, estaba en mi habitación en el hospital, ¿que diablos ocurrió?, solo recuerdo estar con Jhon y un terrible mareo, luego, es algo confuso, creo haber visto a Ester.
-¡Ester!- exclamé al verla al lado de mi cama.
-shhh...-me calló- relájate, tienes que escucharme, no estas segura aquí, debes irte, creí que podrías con esto, pero fui muy ingenua, es una locura niña, no puedes quedarte aquí, él te asesinara.
-¿de qué hablas?.
-ya te dí el antídoto, pero no hará efecto aún, tienes suerte de que te encontrara yo en ese pasillo, debes ser más atenta, te dije que no te fíes ni de tu sombra.
-¿cómo?
-descansa, yo te cubro.
Y sin más palabras se fu, dejándome confundida.
Decidí ir con un doctor, llegue a una clínica a una hora del hospital psiquiátrico, y me hice ver por un doctor de allí.
-sus análisis dan como resultado intoxicación señorita Rodriguez- me dijo el doctor que me atendió y mando a hacer estudios de diversas cosas, entrando en la habitación de la clínica en la que me encontraba, leyendo unos papeles, al parecer los resultados de los análisis.
-¿intoxicación de qué?
-al parecer a ingerido ciertas cantidades de cianuro, por suerte no en medidas mortales, y se a suministrado el correspondiente antídoto, se le hará un lavado de estómago para quitar posibles restos del veneno, un estudio de este para ver si quedo bien, y podrá irse a casa-cianuro, a eso se refería Ester con darme un antídoto.
-pero ¿como pudieron darme cianuro?
-no precisamente se pudo dar, aveces se puede encontrar en el aire como gas, o en el agua, no es muy normal que se detecte en el sabor u olfato, pero generalmente algunas personas, mujeres más precisamente, han dicho que se siente como un olor a almendras amargas.
Y ahí lo comprendí todo.
-con que era eso lo que sabía mal en mi jugo.
Y salí de la clínica corriendo como una loca, necesitaba encontrar a esos sujetos que eran posibles psicópatas, necesitaba encontrarlo, antes que él me encontrara a mi, se que era una locura, pero no podía dejarlo así, mamá me necesitaba, digo Eva, ella confiaba en mi para esto, tenia que ayudarla, o la llevarían a un manicomio, yo no lo permitiría, esto ya era personal, él quiso matarme, por suerte el horrible sabor del jugo, odio las almendras, hizo que no me lo tomara todo, pero a la mañana siguiente me tome casi medio vaso para pasar las pastillas, en combinación, Ester tenía razón, tuve suerte de encontrarla a ella.
Fui a mi habitación al llegar al hospital psiquiátrico, encontré la dirección del señor Welton, el hermano de la señora Beewer, obviamente el apellido de Eva se debía a su difunto esposo, el señor Edward Beewer, como decía en sus papeles, era un hombre trabajador, y sin familia, pero con muchos amigos que le daban cariño, murió de cáncer en los pulmones. Bueno al menos tenía ya dos pistas, su esposo no tenía nada que ver en esto, y la familia de él tampoco puesto que no tenía, y también el apellido de soltera de Eva, que iba a ser de mucha ayuda. El señor Welton, vivía en el pueblo, aunque no venía a visitar a su hermana, cosa muy curiosa, eso daba una idea de algo, que clase de hermano está en el mismo pueblo que su hermana, con problemas psicológicos y no va a visitarla, bueno, no hay registros de ello al menos.
Fui a la casa del hermano de Eva, vivía a dos horas del hospital, pero era mi día libre, domingo, ayer me la pase con tratando de ubicar a Ester, pero no la podía hallar, solo espero que se esté ocultando y que no le halla pasado nada malo. Llegué a la puerta de la casa del señor Welton, vivía en una humilde residencia, en la calle Walm al 5300, era hora, toqué la puerta y espere rezando volver con vida, creo que pensándolo bien, venir a la casa de un potencial maniático y psicótico, sola, no era la idea más inteligente que se me ocurrió, pero ya era tarde, una mano temblorosa y arrugada me tomo fuerte por la muñeca y me llevó dentro, cerrando la puerta con seguro detrás de mi, toda estaba oscuro, y la silueta se acercó.
-sabía que tarde o temprano vendrías.
Oh, diablos.