Fue un pintor anglo-irlandés de estilo figurativo idiosincrásico, caracterizado por el empleo de la deformación pictórica y gran ambigüedad en el plano intencional.
Considerable ambivalencia puede además ser detectada en comentarios suyos tales como "Quisiera que mis pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de eventos pasados, como el caracol que deja su baba" o "Acaso algún día logre capturar un instante en toda su violencia y toda su belleza".
Realizó algunas de las pinturas más impactantes y desgarradoras del arte contemporáneo. Margaret Thatcher, también conocida como la "Dama de Hierro", alguna vez despreció la obra de Bacon, describéndola en términos de "asquerosos trozos de carne". Sin embargo, la enigmática obra de Bacon involucra no poco magnetismo sobre el espectador.
El carácter de Bacon era tan atípico como poco dado a llamar la atención. Le gustaba vivir la vida plenamente, incluso si para ello le era necesario correr riesgos considerables. Hombre sádico e incorregiblemente destructivo, el piloto Peter Lacy fue su primer gran amor, lo conoció en 1952 y después de una tormentosa relación de ocho años con Bacon, en la que Lacy solía destruir sus pinturas y una vez hasta llegó a arrojar al artista a través de una placa de vidrio, Lacy se mudó a Tanger, donde el exceso de alcohol lo condujo a suicidarse en 1962. Durante los años cincuenta y las postrimerías de los años sesenta, Bacon realizó varios retratos de Lacy; a él, Bacon lo representó en la serie titulada Hombre en azul, reflejando luego su personalidad a través de imágenes drásticamente distorsionadas y a menudo tituladas mediante el uso de iniciales: Estudio de retrato para P.L. (1962) y Estudio para un retrato de P.L. (1964).
En 1963, Bacon descubrió a George Dyer, su amante y modelo durante ocho años: lo sorprendió robando en su taller y, acto seguido, le propuso que podía llevarse todo lo que quisiera, solo si antes se acostaba con él. Su relación fue intensa, inestable e imprevisible. Dyer fue modelo de Bacon y llegó a ser la principal fuente de inspiración para muchos de los cuadros que Bacon realizó particularmente entre 1963 y 1971, año este último en el que Dyer, entonces sumamente depresivo y contando ya con dos intentos previos de suicido, consiguió esta vez lograr su cometido y se suicidó habiendo ingerido una importante dosis de píldoras para dormir mezcladas con alcohol. A pesar de ello, Dyer es el más conocido de los amantes de Bacon y ello en parte se debe a que el artista inmortalizó su suicidio a través de obras suyas en las que representó los instantes finales de Dyer sobre el lavatorio de una habitación de hotel, la noche en que se inauguraba la restrospectiva del pintor en el Grand Palais de París.
Hacia 1975 Bacon inició una relación más estable, con John Edwards, quien subsecuentemente heredó sus bienes: unos 11 millones de libras esterlinas.
Cada día para Bacon se dividía en dos. Por la mañana siempre pintaba. Para con su quehacer plástico poseía la rutina diaria de un trabajador serio. A partir de la tarde se vestía con sobriedad y concurría al pub del que era un incondicional —The Colony Room—, para dedicarse a la bebida y, eventualmente, dar luego rienda suelta a sus proclividades y apetitos sexuales. Si bien existen numerosas anéctodas acerca suyo, Bacon llevaba una vida bastante solitaria y poco dada a escándalos. Y pese a no haber completado ninguna educación formal, el pintor era un hombre cultivado y se interesaba por asuntos profundos. Al considerarlos, sin embargo, podía fácilmente tomar cierta distancia de ellos a través del sarcasmo y recurriendo al factor sorpresa, tal como sucedió, por ejemplo, cuando el crítico de arte David Sylvester alguna vez le preguntó a qué edad llegó a comprender que la muerte también le llegaría él algún día, obteniendo entonces la siguiente respuesta:
Me dí cuenta cuando tenía diecisiete años. Lo recuerdo muy bien, muy claramente. Recuerdo que estaba mirando una cagada de perro sobre la acera y de pronto lo comprendí; ahí esta, me dije: así es la vida. Curiosamente, me atormentó durante meses, hasta que llegué, como si dijésemos, a aceptar que uno está aquí, existiendo durante un segundo, y que le aplastan luego como a una mosca contra la pared.
Bacon, 1975.
La actuación y el saber fingir era también parte de su estrategia artística. Ello estaba en posiblemente haya estado ligado a su condición de homosexual dentro de una sociedad generalmente puritana y homofóbica. Sea como fuere, Bacon cuidaba su imagen como artista y la imagen que su obra daba al espectador. En varios sentidos hasta era el censor de quienes trabajaban con él, reteniendo información acerca de su persona y no permitiéndole a nadie publicarla. Debido a ello, el aproximarse a algunos datos biográficos de Bacon desde el plano de la total certitud puede ser tan arriesgado como caminar sobre una placa de hielo fino; no en vano la vaguedad e indeterminación de las palabras de Bacon suelen ir acompañadas de un dejar abiertas varias posibles lecturas de las mismas:
(Bacon, 1975)
Asimismo, Bacon se había referido con anterioridad a su pintura como "un intento de traer la cosa figurativa sobre el sistema nervioso más violentamente y más incisivamente" que cualquier expresión abstracta, resumiendo entonces la naturaleza específica de su deseo en los siguientes términos:
De ello se deduce que Bacon no solo se interesaba por el arte figurativo sino también por introducir en su propia pintura esa "muy ambigua precisión" de la que habló en 1962, ingrediente que trabaja como una espada de doble filo sobre el espectador y le permite a su vez al artista expresar contenidos autobiográficos desde un plano de vaguedad e precisión.
Curioso y desordenado, Bacon acumulaba en su taller innumerables recortes de prensa y fotografías de obras de arte del pasado. También le interesaban las películas mudas mostrando la figura humana en estado de locomoción, así como también aves y demás animales, pues le fascinaba el movimiento de los seres vivos. El taller de Bacon estaba tan desordenado, que el artista debía frecuentemente pisar sus fuentes visuales de inspiración para poder así lograr llevar a cabo su trabajo en el mismo. Solía desechar toda obra suya con la que no estuviese suficientemente satisfecho. Tras la muerte del pintor, el taller de Bacon fue donado por Edwards a la Galería Municipal de Arte Moderno de Dublín, donde, luego de haber sido desmontado y trasladado, fue reconstruido con precisión arqueológica, como si fuera una obra de arte en sí mismo.
Bacon visitaba el Museo del Prado cada vez que podía hacerlo; a veces incluso en privado, mientras el museo permanecía cerrado al público. Sus últimos viajes a Madrid se debieron en parte a la relación que mantenía una con un banquero español , un tal "José", quien posiblmente haya recibido alguna que otra pintura suya. Entre el 3 de febrero y el 19 de abril de 2009 el Prado acogió una exposición antológica de Bacon que fue conmemorativa del centenario de su natalicio y que fue organizada junto con la Galería Tate de Londres y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
En 1953, Francis Bacon pintó su Study after Velazquez’s Portrait of Pope Innocent X, basado en el retrato de Velázquez del Papa Inocencio X realizado en 1650. La obra de Bacon está considerada como su “masterpiece”.
Entre 1951 y 1965, Bacon se obsesionó con esta obra de Velazquez y pintó alrededor de 45 variaciones sobre el tema.
Francis Bacon realiza series sobre un mismo cuadro porque ve imágenes cambiantes. Podría hacer más de 3 pero le parecía una medida equilibrada y el tríptico es del estilo de los archivos policiales: perfil, frente y otro perfil. Siempre separados. Hace los cuadros uno tras otro, cada cual sugieriendo el siguiente. Pero no logra esa imagen que resuma todas las demás.
Varias figuras en un cuadro hacen que resulte más elaborado. Y en cuanto aparece una historia, surge el aburrimiento. El pintor declaró que le gustaría pintar un cuadro con varias figuras sin narración, hacer lo que dijo Valéry: transmitir la sensación sin el aburrimiento de su transmisión.
Francis Bacon y William Burroughs

Considerable ambivalencia puede además ser detectada en comentarios suyos tales como "Quisiera que mis pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de eventos pasados, como el caracol que deja su baba" o "Acaso algún día logre capturar un instante en toda su violencia y toda su belleza".

Realizó algunas de las pinturas más impactantes y desgarradoras del arte contemporáneo. Margaret Thatcher, también conocida como la "Dama de Hierro", alguna vez despreció la obra de Bacon, describéndola en términos de "asquerosos trozos de carne". Sin embargo, la enigmática obra de Bacon involucra no poco magnetismo sobre el espectador.

El carácter de Bacon era tan atípico como poco dado a llamar la atención. Le gustaba vivir la vida plenamente, incluso si para ello le era necesario correr riesgos considerables. Hombre sádico e incorregiblemente destructivo, el piloto Peter Lacy fue su primer gran amor, lo conoció en 1952 y después de una tormentosa relación de ocho años con Bacon, en la que Lacy solía destruir sus pinturas y una vez hasta llegó a arrojar al artista a través de una placa de vidrio, Lacy se mudó a Tanger, donde el exceso de alcohol lo condujo a suicidarse en 1962. Durante los años cincuenta y las postrimerías de los años sesenta, Bacon realizó varios retratos de Lacy; a él, Bacon lo representó en la serie titulada Hombre en azul, reflejando luego su personalidad a través de imágenes drásticamente distorsionadas y a menudo tituladas mediante el uso de iniciales: Estudio de retrato para P.L. (1962) y Estudio para un retrato de P.L. (1964).

En 1963, Bacon descubrió a George Dyer, su amante y modelo durante ocho años: lo sorprendió robando en su taller y, acto seguido, le propuso que podía llevarse todo lo que quisiera, solo si antes se acostaba con él. Su relación fue intensa, inestable e imprevisible. Dyer fue modelo de Bacon y llegó a ser la principal fuente de inspiración para muchos de los cuadros que Bacon realizó particularmente entre 1963 y 1971, año este último en el que Dyer, entonces sumamente depresivo y contando ya con dos intentos previos de suicido, consiguió esta vez lograr su cometido y se suicidó habiendo ingerido una importante dosis de píldoras para dormir mezcladas con alcohol. A pesar de ello, Dyer es el más conocido de los amantes de Bacon y ello en parte se debe a que el artista inmortalizó su suicidio a través de obras suyas en las que representó los instantes finales de Dyer sobre el lavatorio de una habitación de hotel, la noche en que se inauguraba la restrospectiva del pintor en el Grand Palais de París.

Hacia 1975 Bacon inició una relación más estable, con John Edwards, quien subsecuentemente heredó sus bienes: unos 11 millones de libras esterlinas.

Cada día para Bacon se dividía en dos. Por la mañana siempre pintaba. Para con su quehacer plástico poseía la rutina diaria de un trabajador serio. A partir de la tarde se vestía con sobriedad y concurría al pub del que era un incondicional —The Colony Room—, para dedicarse a la bebida y, eventualmente, dar luego rienda suelta a sus proclividades y apetitos sexuales. Si bien existen numerosas anéctodas acerca suyo, Bacon llevaba una vida bastante solitaria y poco dada a escándalos. Y pese a no haber completado ninguna educación formal, el pintor era un hombre cultivado y se interesaba por asuntos profundos. Al considerarlos, sin embargo, podía fácilmente tomar cierta distancia de ellos a través del sarcasmo y recurriendo al factor sorpresa, tal como sucedió, por ejemplo, cuando el crítico de arte David Sylvester alguna vez le preguntó a qué edad llegó a comprender que la muerte también le llegaría él algún día, obteniendo entonces la siguiente respuesta:

Me dí cuenta cuando tenía diecisiete años. Lo recuerdo muy bien, muy claramente. Recuerdo que estaba mirando una cagada de perro sobre la acera y de pronto lo comprendí; ahí esta, me dije: así es la vida. Curiosamente, me atormentó durante meses, hasta que llegué, como si dijésemos, a aceptar que uno está aquí, existiendo durante un segundo, y que le aplastan luego como a una mosca contra la pared.
Bacon, 1975.
La actuación y el saber fingir era también parte de su estrategia artística. Ello estaba en posiblemente haya estado ligado a su condición de homosexual dentro de una sociedad generalmente puritana y homofóbica. Sea como fuere, Bacon cuidaba su imagen como artista y la imagen que su obra daba al espectador. En varios sentidos hasta era el censor de quienes trabajaban con él, reteniendo información acerca de su persona y no permitiéndole a nadie publicarla. Debido a ello, el aproximarse a algunos datos biográficos de Bacon desde el plano de la total certitud puede ser tan arriesgado como caminar sobre una placa de hielo fino; no en vano la vaguedad e indeterminación de las palabras de Bacon suelen ir acompañadas de un dejar abiertas varias posibles lecturas de las mismas:
La pintura que me excita [...] destraba todo tipo de válvulas de sensación en mí, las que me devuelven a la vida violentamente.
(Bacon, 1975)
Asimismo, Bacon se había referido con anterioridad a su pintura como "un intento de traer la cosa figurativa sobre el sistema nervioso más violentamente y más incisivamente" que cualquier expresión abstracta, resumiendo entonces la naturaleza específica de su deseo en los siguientes términos:
Cuánto más claro y más preciso [el deseo], mejor. Por supuesto, cómo ser claro y preciso es actualmente una cosa terríblemente difícil. Y creo que ese es el problema de todos los pintores de hoy, o por lo menos de [todos aquel]los pintores que poseen un tema o algo figurativo en su obra. Ellos quieren hacerla sólo más y más precisa; pero [a través] de una precisión muy ambigua.
Bacon, 1962.
De ello se deduce que Bacon no solo se interesaba por el arte figurativo sino también por introducir en su propia pintura esa "muy ambigua precisión" de la que habló en 1962, ingrediente que trabaja como una espada de doble filo sobre el espectador y le permite a su vez al artista expresar contenidos autobiográficos desde un plano de vaguedad e precisión.

Curioso y desordenado, Bacon acumulaba en su taller innumerables recortes de prensa y fotografías de obras de arte del pasado. También le interesaban las películas mudas mostrando la figura humana en estado de locomoción, así como también aves y demás animales, pues le fascinaba el movimiento de los seres vivos. El taller de Bacon estaba tan desordenado, que el artista debía frecuentemente pisar sus fuentes visuales de inspiración para poder así lograr llevar a cabo su trabajo en el mismo. Solía desechar toda obra suya con la que no estuviese suficientemente satisfecho. Tras la muerte del pintor, el taller de Bacon fue donado por Edwards a la Galería Municipal de Arte Moderno de Dublín, donde, luego de haber sido desmontado y trasladado, fue reconstruido con precisión arqueológica, como si fuera una obra de arte en sí mismo.

Bacon visitaba el Museo del Prado cada vez que podía hacerlo; a veces incluso en privado, mientras el museo permanecía cerrado al público. Sus últimos viajes a Madrid se debieron en parte a la relación que mantenía una con un banquero español , un tal "José", quien posiblmente haya recibido alguna que otra pintura suya. Entre el 3 de febrero y el 19 de abril de 2009 el Prado acogió una exposición antológica de Bacon que fue conmemorativa del centenario de su natalicio y que fue organizada junto con la Galería Tate de Londres y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

En 1953, Francis Bacon pintó su Study after Velazquez’s Portrait of Pope Innocent X, basado en el retrato de Velázquez del Papa Inocencio X realizado en 1650. La obra de Bacon está considerada como su “masterpiece”.


Entre 1951 y 1965, Bacon se obsesionó con esta obra de Velazquez y pintó alrededor de 45 variaciones sobre el tema.



Francis Bacon realiza series sobre un mismo cuadro porque ve imágenes cambiantes. Podría hacer más de 3 pero le parecía una medida equilibrada y el tríptico es del estilo de los archivos policiales: perfil, frente y otro perfil. Siempre separados. Hace los cuadros uno tras otro, cada cual sugieriendo el siguiente. Pero no logra esa imagen que resuma todas las demás.
Varias figuras en un cuadro hacen que resulte más elaborado. Y en cuanto aparece una historia, surge el aburrimiento. El pintor declaró que le gustaría pintar un cuadro con varias figuras sin narración, hacer lo que dijo Valéry: transmitir la sensación sin el aburrimiento de su transmisión.




El arte de Bacon es inusual tanto por sus formas como por su contenido. Complejo y contradictorio, al igual que el artista que lo ejecutó, es [también] extraño, intenso y problemático. Admirable y simultáneamente preocupante, ataca por sorpresa. Trabaja directamente sobre el "sistema nervioso" y abre "las válvulas del sentir". Resulta tan magnético como repulsivo. Es auténtico pero también inquietante. Se muestra profundo y frívolo a la vez. Atípico, quimérico, polivalente. Extremadamente sugestivo. Salvajemente humano.


Francis Bacon y William Burroughs

“Puedes ser optimista y no tener ninguna esperanza al mismo tiempo. Mi naturaleza básica carece por completo de esperanza y sin embargo mi sistema nervioso está formado por material optimista. No altera en absoluto mi conciencia de la brevedad del periodo de existencia entre el nacimiento y la muerte. Y esto es algo de lo que tengo conciencia siempre. Y supongo que sí se trasluce en mis cuadros”.

