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Nació en La Rioja capital, pero de muy chiquita sus padres la trajeron a Buenos Aires, más precisamente al barrio de Flores. Supo ser modelo, dejó de serlo y ahora parece querer volver...



¿Por qué dejaste?

Hice gráficas y publicidades para televisión, pero al mismo tiempo tenía otro trabajo en el rubro de la gastronomía: fui recepcionista en restaurantes de Puerto Madero. Y eso me abrió las puertas para ingresar al sector de nutrición del Hospital Italiano. Ahí no me daban los tiempos y dejé de modelar.

¿No extrañás la profesión?

A veces sí. Es ahí cuando me vienen las ganas de volver. No cierro ninguna puerta. Si se presenta alguna oportunidad que me interese, tal vez regrese.

¿Qué cosas te hacen sentir bien?

Entrenar tres o cuatro veces por semana con mi personal training, Naty Rizzi; aprender cosas de peluquería de avanzada (alisado, color) con mi profesor Gary Acosta y estar cerca de todo lo que tenga que ver con el arte. Hace poco participé en un seminario de entrenamiento físico y actuación, que me ayudó mucho a liberarme, a quebrar mi timidez.

¿Estás en pareja?

No, sola.

¿Qué buscas en un hombre?

Que sea diferente. No quiero más de lo mismo. Me cansé de la salidita típica al boliche. Me gusta el hombre al que le atraiga lo artístico... los museos, las exposiciones, el teatro.

Si lo encontrás y él no se fija en vos...

Dicen que hablo con la mirada. Si alguien me gusta, se da cuenta al toque. Aunque prefiero esperar que las cosas surjan, sin apurarlas.

Una fantasía.

No sé si me atrevería a llevarla a la práctica, pero me encanta saber e indagar sobre la disciplina. Las ataduras, las plumas, los ganchitos, las esposas. Sin que lleven al dolor, sentir algo diferente