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Entre los artistas jóvenes de vanguardia, entre los atormentados que tratan de desarrollar nuevas sensibilidades y de sacudir rutinas seculares, en Argentina se destaca actualmente, con vigoroso relieve, la figura eminentemente interesante de Nicolás Francisco Herrero, director y autor de teatro.

Las concepciones de este escritor joven e independiente merecen siempre ser meditadas, porque, a pesar de su ligero barniz de incoherencia que las reviste para nosotros en el primer momento, tienen generalmente por base alguna idea sólida y llena de lógica originalidad.

Nicolás Francisco Herrero es ante todo un creador dotado de una imaginación extraordinariamente ágil, cuya imaginación se pone de manifiesto en sus menores cuentos, en sus obras de teatro.

Poeta inquieto,mordaz, cáustico crítico y delicioso cuentista y novelista, Nicolás se ha visto siempre atormentado por la idea de escribir para la escena, aplicando al teatro sus ideas renovadoras.

En teatro nos sorprendió con las obras: -Psicoimpact- y -Egomanipulación- , en esas obras, Nicolás Francisco Herrero comenzó a poner en práctica de un modo tangible sus teorías y una estética que él mismo designó con el nombre de teatro final.

Según él, el realismo en la escena no existe; puede un escenógrafo montar un drama realista con decoraciones y accesorios que copien minuciosamente, servilmente, la realidad; puede tratar de reconstruir un ambiente con tanta conciencia, como la que impulsaba a los grandes del realismo y naturalismo a llevar a la escena verdaderos trozos de carne, ente otras alternativas de realidad.
Desde el puto de vista de Nicolás, el teatro mismo contribuye inconscientemente a destruir toda ilusión posible.
Siendo así, piensa Nicolás, ¿por qué no tratar de impresionar la mente del espectador subrayando con gruesos trazos los detalles que debe ver y que, exagerados, lo obligarán a ver las cosas a su verdadera escala?.
De este razona miento surge lógicamente la idea de que, para existir el realismo en la escena, es menester que este sea logrado con ayuda de elementos más reales que la realidad misma.
Y de aquí la estética del teatro final.
Nicolás Francisco Herrero, dada su juventud, nos reserva más de una sorpresa, a juzgar por esta frase escrita por él en uno de sus artículos de crítica: el artista a quien estima generalmente el público es un hombre que vive mantenido por una idea. No seamos ese artista.
No creemos una rutina. Cambiemos a menudo de idea y generemos nuevas formas y contenidos cada vez por ellas.