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Está en la iglesia San Luis Gonzaga. Ilustraba toda su bóveda y parte de las paredes, pero en los últimos meses cubrieron casi la mitad con látex. El templo, que está administrado por la orden Miles Christi, fue el primero decorado por un artista argentino


La bóveda de la parroquia con lo que queda del mural

El interior de la iglesia San Luis Gonzaga de Villa Elisa, actualmente a cargo de los sacerdotes de la orden Miles Christi, fue decorado por el artista plástico platense Rinaldo Lugano en 1953. A fines del año pasado, la histórica pintura comenzó a ser tapada por un revoque de yeso. Lo primero en desaparecer fue la imagen detrás del altar; más tarde, las ilustraciones de las dos arcadas de la iglesia fueron blanqueadas.
“Para mí se están equivocando”, afirma Martin La Spina, un artista plástico de la localidad que, ante el peligro de que el mural se perdiera por completo, inició junto con otros vecinos un expediente para que se declare Patrimonio Cultural de la Provincia tanto a la obra como a la parroquia, que fue construida entre los años 1910 y 1913 sobre un terreno donado por los Castells, familia fundadora de Villa Elisa.
“Lo que me preocupa hoy por hoy es lo que queda de la pintura. Lo importante es que esto no siga, que se valore que es una obra de arte, una pieza histórica, y que dice mucho de Villa Elisa”, afirma La Spina. Lo que todavía se conserva del mural cubre la totalidad de la bóveda. Allí pueden verse, a los costados, algunas escenas con monjes franciscanos, y en la parte más alta la Virgen en el cielo, a quien Lugano retrató con el rostro de su hija.
Como en muchas de las obras de la época, las figuras representadas en el mural tenían los rostros de vecinos de Villa Elisa y parientes del pintor. Varias de esas figuras ya se han perdido. Sobre la imagen del altar, por ejemplo, había un Cristo con una cruz y, a su derecha, escaleras con ángeles que subían al cielo. Uno de los querubines era Carolina, una vecina histórica de Villa Elisa, que todavía vive frente a la parroquia. Esas escenas fueron tapadas con pintura beige.


Las imágenes de los monjes franciscanos representados en el mural

El párroco a cargo, Sebastián Menéndez, asegura que lo que se tapó fueron “solamente dos pequeños sectores en relación a la magnitud que tiene la obra”, y que las reparaciones que se realizaron a principios de este año fueron por prevención: “Si se cae un pedacito de yeso de tal altura puede ser peligroso para los fieles”. En diálogo con Hoy, Menéndez explicó que la construcción se encuentra bastante deteriorada, que había varias filtraciones y algunos nidos de paloma que tuvieron que ser sacados de la bóveda.
Látex en vez de restauración
La Spina, en cambio, sostiene que la arcada anterior al altar estaba bien conservada, que sólo tenía los signos obvios del paso del tiempo y que para realizar cualquier refacción en un caso como éste se debería haber llamado a expertos. “Esa pintura estuvo así durante 50 años y estaba en las mismas condiciones que el techo -indica-. De todas maneras, es un lugar histórico, y como tal hay que tratarlo; en todo caso, el modo de arreglar eso nunca es pasarle látex arriba del mural”.
Luego de discutirlo, en noviembre pasado los vecinos acordaron con la congregación presentar un expediente para que el Estado se ocupe de preservar la obra. Sin embargo, “en medio de ese proceso, del que los curas estaban enterados porque ellos lo aprobaron, pintaron dos partes importantes del mural”, dice La Spina, desorientado.
Desde la dirección provincial de Patrimonio Cultural, Ruben Vera, su director, señala que en estos días estaba yendo al lugar gente de su repartición para evaluar si cumple con las condiciones necesarias para que sea declarado patrimonio, aunque explica que la obra no tendrá protección legal hasta que la declaración sea expedida. “Mientras se desarrolla esta instancia de evaluación, para evitar que el mural se siga tapando, se escribirá una carta a la parroquia”, dice Vera.
Para pintar lo que se considera una de sus obras cúlmines, Rinaldo Lugano -que murió seis años después de terminarla- se instaló en el lugar junto a su esposa. Las imágenes mostraban el juicio final y se extendían del techo al suelo cubriendo toda la pared detrás del presbiterio. Según La Spina, fueron suprimidas dos grandes arcadas, una sobre el coro y otra sobre el altar. “La primera mostraba escenas del Génesis: Adán y Eva comiendo del Árbol de la Ciencia y luego siendo expulsados del paraíso. En la que enmarca el altar se mostraba una escena del Apocalipsis: Cristo juez del mundo rodeado de multitud de ángeles. Uno de los arcángeles era un retrato de una catequista de la época quien todavía vive y es vecina de aquí”, afirma.
Sucede que este tipo de imágenes, además de sus connotaciones obvimente religiosas, también documentan la historia particular de la comunidad donde son realizadas. “Es fundamental dar a conocer la progresiva e injustificada desaparición de la más valiosa obra de arte que tiene Villa Elisa en su acervo cultural”, remarca La Spina, preocupado porque se pierda la memoria del lugar.
Ma. Soledad Vampa
FUENTE: Diario Hoy, La Plata, 14/04/08