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El uso de teléfonos celulares

La distracción representa entre el 30 y 40 por ciento de los siniestros ocurridos, según estudios realizados en diferentes países -Holanda, Inglaterra, España-. Una de las formas más comunes de distracción es la producida por el uso de teléfonos celulares mientras manejamos y que en el conductor se pueden manifestar de dos maneras:

+ Distracción física: por ejemplo cuando el conductor tiene que marcar un número o atender una llamada y luego cortar, al mismo tiempo que opera el vehículo.

+ Distracción cognitiva: el caso donde desviamos parte de nuestra atención para responder una conversación telefónica cuando nuestra atención debería estar centrada en la conducción.

Al recordar que nuestra habilidad está limitada cuando dividimos nuestra atención en varias tareas simultáneas, observemos que el uso de los teléfonos celulares mientras se maneja produce un efecto negativo en el desempeño del conductor lo que conlleva un riesgo encubierto, corroborado por las investigaciones llevadas a cabo por el RACC -Automóvil Club de España-, donde se afirma que hablar por celular mientras manejamos aumenta hasta cuatro veces la probabilidad de accidente.

Estudios realizados en un simulador de manejo del laboratorio de Psicología Cognitiva Aplicada de la Universidad de Utah de Estados Unidos, evidencian que hablar por celular afecta de manera significativa la performance del conductor. Es que al hablar por teléfono se produce una especie de "ceguera atencional" -atentional blindness- que provoca consecuencias negativas sobre reacciones que son comunes en la conducción, tales como frenar o desacelerar el vehículo. Mientras hablamos por celular, nuestra reacción será entonces mucho más lenta en comparación con la que disponemos cuando no se está hablando por teléfono móvil.



Efectivamente, el acto de conversar desvía nuestra atención y condiciona la habilidad de procesar la información perceptual, acerca del medio en el cual nos desempañamos. En este tipo de distracciones, los conductores pueden llegar a pasar por alto o malinterpretar señales de tránsito, porque se reduce su capacidad para detectar, discriminar y responder a los diferentes estímulos visuales, aún cuando -equivocadamente- pensamos que al hablar por teléfono, sólo estamos afectando a nuestros oídos.

Contra la prohibición del uso de celulares al manejar, se argumenta que una conversación dentro del vehículo produciría el mismo efecto que hablar por teléfono. En realidad una conversación simple, de baja demanda de concentración, con uno o varios pasajeros, no produce interferencia significativa. Es la complejidad de una conversación por teléfono, más concretamente, la que nos compromete a "transportarnos fuera de escena" y la que estaría perturbando el nivel atencional al favorecer la distracción. De esto se deduce que una conversación utilizando el dispositivo de manos libres es tan peligrosa como sostener un teléfono móvil. En este último caso, se agregan tareas extra: atender el teléfono, sostenerlo, colgar, -distracción física- disminuyen el rendimiento de nuestra atención, la cual resulta ser vital para un manejo seguro.

El conductor inteligente respeta la Ley, respecto del uso de medios de comunicación fijos y móviles desde la comprensión de los peligros que implica la distracción frente al volante.




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